Gerard
Gerardo nació, creció, dibujó, aún no se ha reproducido, continua envejeciendo aunque las repercusiones de este envejecimiento no se hayan hecho del todo patentes todavía, y morirá un día cualquiera que, hasta la fecha, no es posible calcular. Aspira a vivir en tranquilo sin que le falte el salchichón y a ver cumplidos tres o cuatro sueños de esos tontos que casi todos tenemos. Digo casi todos porque hay quien tiene grandes sueños, pero ya digo que no es el caso que nos ocupa. Lo último destacable de Gerardo es que prefiere la vida al trabajo, aunque este le reste mucho espacio a aquella. No hay nada como abrir los ojos cada mañana.
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