Las estrategias sexuales para garantizar la reproducción son infinitas e infinitos, por tanto, los tipos de pene.
Los penes humanos evolucionaron a partir de los de los peces y los anfibios posteriores. Los primeros penes, de los que los humanos no son sino una elaboración evolutiva, fueron seleccionados de modo natural a medida que aseguraban cada vez más la fecundación de los huevos. Antes, peces y anfibios, antepasados de reptiles y mamíferos, diseminaban el esperma en el agua, más o menos al azar. La fecundación interna, en la que los machos equipados con penes eyaculan el esperma dentro del cuerpo de las hembras, fue posterior.
Fíjense como será de potente el mandato de reproducirse que, si la estrategia pénica no “funciona”, el esperma hereda el mandamiento: el de la serpiente, por ejemplo, está “adornado” con espinas dirigidas hacia atrás, que actúan como una punta de flecha para sujetar las células del macho dentro de la hembra.
La variedad fálica se extiende desde diminutas protuberancias hasta los penes de las ballenas que, alojados en el interior del cuerpo pueden alcanzar ¡un metro ochenta de longitud! Los machos del avestruz también están muy bien dotados, tanto que con sus genitales se han llegado a hacer —juro que es cierto— bastones.
Los genitales de los insectos son mucho más diversos que los de los mamíferos. Las hembras de muchas especies disponen de “órganos acumuladores de esperma”, lugares que incuban el esperma, manteniéndolo vivo durante meses. Debido a lo lejanos que se encuentran estos órganos, los machos han desarrollado miembros aflautados. Otras especies han desarrollado penes bombeadores y en forma de espátula, como los caballitos del diablo, que actúan para desplazar el esperma competidor de uno o de los dos órganos de almacenamiento de la hembra.
Una especie de chinche sueca evita el coitus interruptus: el macho extiende su pene (que es las dos terceras partes de su cuerpo, como un metro veinte en el hombre) repleto de unos garfios que le permiten estar unido a la hembra hasta 24 horas.
Uno de los ejemplos más extraños es, ¡glub!, el de otra chinche, la africana: los machos tienen órganos como lanzas, con los que apuñalan y penetran el abdomen de las hembras. Cada herida es una “vagina” por la que penetra el esperma. La especie hubiera desaparecido de no ser porque las hembras han desarrollado una capa especial de tejido abdominal femenino que las ayuda a curar la herida.
vaya, esperaba imágenes
Comentado por vito gonzaga el 27 de Abril de 2004 a las 01:34 PM