Colaboraciones

Moda o piscina

Raúl Pérez Cobo

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Una revista literaria es igual a una revista de moda, pasajera, marca los patrones del gusto etéreo, efímera como la leve infraestructura de una letra.
No hay uso del lenguaje más propicio a la libertad de su ropa que su propio nacimiento o estética. Las razones del ser humano pasan por su laringe mediante un sistema de signos, en ocasiones inteligentes, llamado Alfabeto, que hace sus costuras humanas “Voluntad de Vivir Manifestándose”, como vistió el poeta.
Esa combinación alquímica de vocablos, ese sortilegio raro y alucinatorio que produce toda suerte de emociones, viene llamándose Literatura.
A veces como un traje hecho a medida, perfecto, pulcro, legante, y se presenta la métrica, “como si al mirarme en las sílabas viera mi propia cara”, dice el diseñador Espina o Belli, sin fallo ni arruga: “Se acabó la hecatombe de la errata!” o Fortuny: “Y si algún poetilla de esos que están de moda / no gusta de mis versos por tradicionalismo / de sus temas o formas o algo así, que se joda: / Gloria para mí mismo, Gloria para mí mismo / Gloria para mí mismo”, clásico, donde la corbata que anudamos al cuello de nuestra laringe lectora, la sintaxis, rige el buen gusto, el glamour en el vestir, luce perfecta con la escritura de nuestro siglo o modelo. Nunca pasado de moda, sino “pasado a la moda”.
Otras veces el traje es sólo de baño, y, los poetas, en lugar de sentirse “modelos”, nadadores, no olímpicos, sino bañistas vulgares y corrientes, acuden al lenguaje como a una piscina de aguas poco claras o limpias...
Y si el lenguaje es como una piscina, tendríamos que estar atentos a los chulos de trampolín, a los ligones de tumbona, a los de anabolizante músculo hinchado, a los dadaístas de tanga, a los que hacen su necesidad allí donde se encuentran...
Sí, el lenguaje es como una piscina: hay poetas que están dentro, sienten frío y se salen. Otros quieren permanecer hasta quedar corchos, algunos se mean allí, otros se cagan...todo por salir en una revista...o en una antología.
Todos quieren realzar su figura humana, no la literaria, lucir el palmito.
Moda o piscina, existe otra diferenciación para la poesía de hoy?
Dónde se encuentra hoy la poesía barroca, puro ejercicio de gimnasio mental, distinta de los “culturistas culturales” de sílabas hinchadas y esteroides gramáticos?
Y es que las brazadas, como los estilos, cambian. Cambian los tiempos y las sincronías y no se llegan a batir, como decía un clásico moderno: “plusmarcas de hermosura en cada músculo”.
Agua para limpiar o traje para lucir.
“Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Y la ropa semántica no se ajusta bien o las “aguas milagrosas” ya no lo son tanto y tomarlas no surte el mismo efecto.
(Y es que hay cuerpos poéticos a los que no sienta bien cualquier acento...)
Y la vista no comprende la estética (tal vez sea un “realismo sucio”...). Quizá, como la opinión de Benjamín Valdivia, “habrá quien desprecie los lenguajes de la natulareza, debido a que los ignora...a la naturaleza de tu cuerpo debo despojarla poéticamente del ropaje, que es la cultura, y vestirlo de la desnudez poética, que también es la cultura”.
“Como a los pobres pastores / de ganado”.
He ahí el olor de alguna desnudez poética, lavemos la retórica en aguas bautismales o vístanla con ropa adecuada.

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