Revista poética Almacén
Punto de encuentro

[Alfredo Bruñó]

Otros textos de Punto de encuentro


El encuentro en la autofarmacia

Escribe Henry Miller en El Coloso de Maroussi:

Durante horas me tumbaba al sol sin hacer nada, sin pensar en nada. Mantener la mente vacía es una hazaña, una hazaña muy saludable también. Permanecer en silencio todo el santo día, no ver periódico alguno, no oír la radio, no escuchar ningún cotilleo, ser absoluta y completamente un holgazán, absoluta y completamente indiferente al destino del mundo es la mejor medicina que un hombre se pueda dar a si mismo.

El gremio de médicos no deja de salir en todas partes advirtiéndonos de los efectos negativos de la automedicación. Claro, si uno se automedica, el doctor queda excluido del proceso, y eso es algo contra lo que los médicos vienen luchando por lo menos desde hace mil años. Los procesos contra las brujas, y contra muchos herejes, se dieron porque había un grupo profesional que buscaba adueñarse del cuerpo humano, tanto en su aspecto físiológico como en el social. y el mental. Lo que le venía de perlas a la Iglesia, y más tarde, tras la Reforma, a las iglesias.

Cuando Miller se automedica con la relajación, con el alejamiento del mundo, los primeros damnificados son los médicos, ese gremio que siempre se ocupa de mantener su hegemonía sobre nuestros cuerpos y claro, sobre nuestras mentes. En ese sentido, los médicos siempre son los mejores amigos del poder.

Ustedes pregúntense el por qué de las campañas contra el tabaco, el alcohol y la mayoría de las drogas. Incluso el juego está ya tipificado como ludopatía, como enfermedad, o sea, como crimen. Por un lado, la policía y los jueces se ocupan de que no actuemos en perjuicio de otros; por otro, los médicos se ocupan de que no actuemos en perjuicio de nosotros mismos. La policía total.

Así que cuando yo me tiro a la bartola, rehusándome a cualquier actividad--no durmiendo--sino simplemente permaneciendo en silencio, sin pensar, sin decirme nada, sin acordarme de nada: cuando hago eso, ¿estoy subvirtiendo el orden establecido?

La moral neoliberal considera que el no hacer nada me convierte en enemigo de la economía, de la sociedad y del Estado, o del planeta entero, si pensamos en términos de globalización. Aunque también es verdad que muchos liberales opinan que el Estado debería de dejar de tutelarnos como a niños, y que cada quien es responsable de sus propias acciones y las consecuencias, muchas veces imprevisibles que estas puedan acarrear.

Debo afirmar que estoy dispuesto a cargar con todas las consecuencias de mi holgazanería. Si prefiero tirarme en la cama a leer, o a no hacer nada, sin duda ganaré poco dinero, o ninguno, la sociedad me despreciará: por la derecha, como hombre que se niega a producir riqueza; por la izquierda, como hombre que vive de rentas, unas rentas modestísimas, pero rentas al fin y al cabo.

No quiero parecer falto de modestia. Lo único que me interesa señalar con este artículo es que hay estilos de vida, digamos, alternativos. El mío puede que no sea muy atractivo. Soy un hombre que dedica su vida a la contemplación. Como Bartleby, hay muchas cosas que prefiero no hacer.

Y no las hago.


________________________________________
Comentarios