Antes de que se me escandalicen, permítanme explicarles que lo que da lugar al título no es una grosería, sino un chiste popular. Ya saben, ese que pregunta por qué a las mujeres les salen patas de gallo y responde que “de tanto decir ¿Que te chupe qué?”
Todavía no sé si me hace risa y, por tanto, si es políticamente incorrecto; lo que sí sé, porque es públicamente observable, es que a los hombres les están saliendo patas de gallo.
Y es que sólo muy recientemente la anticoncepción y el orgasmo femenino, convertidos en símbolos de autonomía y capacidad, revelaron lo fundamental que es el clítoris para el placer sexual femenino. Como fuente de placer y no de neurosis. Como señal de madurez, no de infantilismo. Como posibilidad orgásmica distinta, no sustitutiva. Como órgano para el divertimento, no para el embarazo... Lógicamente, al sistema patriarcal le ha beneficiado mantenerlo desconocido —cuando no rebanarlo de cuajo— y ocurre que los hombres, ante la demanda femenina de atención festiva, pongan cara de haba: “¿que te haga qué?”
Hay que reconocer, sin embargo, que no sólo la función, sino el comportamiento erótico del clítoris es enigmático. Durante un tiempo yo creí que “Clítoris” era una diosa menor del Olimpo, la más pequeña, la olvidada de todos. Pero en realidad parece que es “sólo” un vestigio embriológico, un residuo inútil para el proceso evolutivo que, sin embargo, nos introduce en una dimensión apasionante: los placeres obtenidos con el clítoris son lo que la música, el arte o el amor para la evolución y la reproducción: innecesarios.
El pene, por el contrario, está directamente implicado en las tareas reproductivas y todavía es necesario en el proceso evolutivo. Si hay placer, es que hay emisión espermática: el orgasmo es como un premio fugaz por cumplir con la vida. En la mujer, en cambio, el clítoris nos da placer porque sí.
¿A que da para malas ideas? Pero sigamos con la información “seria”, que también tiene sustancia.
El clítoris y el pene son, al principio, un mismo órgano: 'bocas de tejido unidas por su parte superior, formando un botoncito. Hacia la cuarta semana de gestación, debido al cromosoma Y característico de los varones y al primer flujo de testosterona que se activa en ellos, el botón se alarga, predibujando el prepucio; las partes laterales se fusionan a lo largo de la línea media y se hinchan para convertirse en el escroto y acoger a los testículos'. En la hembra el botoncito es el clítoris, y las partes laterales serán los labios vaginales.
De modo que, inicialmente, je je, todos somos mujeres. Testículos y pene son una especialización orgánica, sin otra misión que acoger el legado cromosómico, mantenerlo fresquito y emitirlo. Así que menos lobos con lo de la superioridad y más insumisión contra la falocracia. De hecho, en un futuro perfectamente posible y razonablemente probable, la inseminación artificial y la clonación podrían ayudar a reducir el pene a un papel mínimo en el proceso de reproducción. Encontraríase, entonces, en una posición muy similar a la del clítoris: un órgano residual que serviría para proporcionar placer gratuitamente, porque sí.
Y ya sé que voy a 'cometer' una digresión, pero ¿no se comprende mejor ahora por qué las mujeres no hemos practicado el dominio violento? ¿Quién querría estar descuartizándose por reproducirse teniendo asegurada la continuidad, además de una esfera “superior” de placeres, emociones y pensamientos para los ratos libres?
Indudablemente, esta consciencia de lo lúdico ha tenido que actuar en la evolución psicológica femenina. Y quizá esa diferencia con los hombres nos haga difíciles de entender. Como difícil les resulta proporcionarnos orgasmos clitoridianos, tan vinculados a nuestros estados emocionales. “A las mujeres no hay quien las entienda”. Sí, vale, pero lo mismo pasa con Dios y no han parado de rendirle culto. Así que, mis niñas, si algún hombre se les añurga preguntando “¿Que te haga qué?”, no tengan reparos en contestar “Un cunnilingus, cariño. Un cunnilingus de respeto”.
Inteligente y con chispa ,gracia la justa para articulo redondo un diez sobre diez, que yo sea un hombre,no quita lo valiente;muy bueno.
Comentado por Angel jardon el 1 de Enero de 2004 a las 03:14 PM