Muy libres y soberanas amigas mías. Hoy estoy triste. No importa lo que haga, no puedo quitarme este pesar del corazón. No puedo concentrarme en nada. Me paso las horas mirando por una ventana (gótica) del palacete y cantándole canciones melancólicas a Borja, mi héroe, mi perro salchicha.
¿Y por qué está hoy Cabana tan triste?, os preguntaréis, oh dulces amigas mías personas lectoras. Pues porque unos señores y señoras del Gobierno han dicho que mi abuela, y vuestros abuelos y abuelas, no son más que piltrafas descerebradas indignas de formar parte de nuestra buena democracia. Han dicho que nuestros vejetes venden su voto al mejor postor. ¡Cómo si fuera inteligente vendérselo al peor! ¿Os lo podéis creer, amiguísimas mías? Porque los mamones han salido a las radios de toda nuestra amada Espéin a decir que el aumento de las pensiones por parte de las Comunidades Autónomas es electoralismo, o sea, compra de votos, o sea, que si vosotras sois personas jubiladas que percibís una pensión no contributiva y vuestra CA os da un poquito más de pasta al mes, incluso para que os llegue para comer como el Altísimo manda, sois unas vendidas, ignorantes, e indignas de nuestra febril sociedad.
Está claro, queridas mías, que según el Gobierno, no tenéis criterio propio: no tenéis ni puta idea. Sois lo peor que le ha pasado a la democracia en todos estos años de pactos incumplidos y trabas puestas a la Constitución. Vendéis vuestro inútil voto por unas miserables piastrillas más al mes. Me siento conmovido y a la vez, defraudado. Vosotras, queridas personas ancianas jubiladas, sois la escoria de este país. Eso es lo que dice el Gobierno de vosotras, y yo, yo me siento dolido en el duodeno del alma, la verdad.
¿O no será que el Gobierno y su partido se dedican también al trapicheo del voto y son ellos los corruptos y ven corrupción en todas partes, sobre todo allá donde no tienen el poder? ¿No será que saben perfectamente cómo funciona la máquina electoral y por eso están en contra de que percibáis unos eurillos más? ¿No será que le están cerrando la puerta a otros partidos para que no puedan hacer lo que ellos hacen siempre y con tanta habilidad? ¿NO será que se pasan un poquito, sólo un poquito, en llamar ladrones antidemocráticos a los jubilados que nos rodean como indios a un fuerte del oeste?
Cuando un partido llama electoralista a la medida del otro, nos están llamando pendejos a todos los votantes, amigas. ¿Qué se han creído, que sois tontas? Os están diciendo que no tenéis ni prostituta idea, ¿y os quedáis tan panchas, tan tranquilas, pastando como vacas, picoteando como gallinas, revolcándoos en el fango como cerdas, haciendo todo eso que hacen los animales de corral, haciendo de todo menos pensar, e indignaros?
¡Así que poner mejores escuelas, mejores hospitales, mejores carreteras, mejores policías, mejores servicios en general, es comprar votos! PUES QUE LOS PONGAN Y YO LES DOY EL MÍO. Pero que no me vengan con esa moralina de pacotilla, esa hipocresía de baratillo, ese rollo del electoralismo. Que no me traten como si fuera un retrasado mental, igual que a sus hijos que necesitan ir a coles privados con las notas amañadas, mientras ellos y sus coleguis se reparten las privatizaciones.
Si mejorar los hospitales es electoralismo, aquí está mi triste voto de votante vendido. Si me encuentro con un político que quiere mejorar la educación, no le venderé mi voto, se lo regalaré. Pero antes quiero ver que tengan una idea de lo que hace falta para mejorar la educación. No me interesa que cambien las leyes, que discursen aburridamente, que se tiren de los pelos por la radio y que luego, cuando ya no escucho, porque tengo otras cosas mejores que hacer, como vivir, me hurten el presupuesto de educación para dedicarlo a comprar la Copa América, movida electoralista donde las haya.
¡Que no me tomen el pelo, hombre! Y si os lo toman a vosotras, amigas, que por lo menos os caiga un dinerillo más en la pensión.
Vamos, Borja. Que aquí ya no hay nada más que decir.