Revista poética Almacén
Punto de encuentro

[Alfredo Bruñó]

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El encuentro urgente

Esta semana he tenido que ir al hospital, asunto de radiografías por culpa de una caída. Pero mi saludo no tiene nada que ver con lo que viene; sólo ha dado ocasión para este artículo. Lo que me ha llamado la atención, es que en el hospital, todo el personal lleva los mismos zapatos. Es lógico, creo, que un caminante empedernido preste atención al calzado, al propio y al de los demás, por si surge alguna buena idea.

La gente que trabaja en los hospitales pasa muchas horas de pie, o andando de una dependencia a otra, a veces con razón y, me dio la impresión a mí, a veces sin ella. Incluso pensé en preguntarle a un ordenanza anciano si se aburría, de tanto que paseaba. Pero mi avidez periodística me abandonó y no me atreví.

El aburrimiento parece forma parte esencial de la vida hospitalaria. Yo he ido a urgencias con un libro, sabedor de que no me atenderían con urgencia, y no he podido leerlo. Con el trajín de los ordenanzas y la gente infirme, las voces, las toses, los nombres que llaman; todo eso le obliga a uno a estar atento, pero no le distrae. Así que, incapaz de concentrarme en el libro (La montaña del alma, de Gao Xingjian), aburrido de ver pasar, llegar, irse a la gente, me he puesto a observar el calzado del personal contratado o funcionario.

Y resulta que una absoluta y aplastante mayoría lleva esos zuecos de zapatería ortopédica, quizá en piel, quizá en plástico, y con agujeritos para que el pie respire . Pero algunos los llevan blancos y otros verdes, generalmente a juego con el uniforme, aunque desconozco la jerarquía y los códigos de color que la demarcan: acaba de pasar un señor de uniforme blanco y zuecos verdes.

Luego, en el transporte público de vuelta a casa, me di cuenta que unas señoras llevaban el mismo tipo de calzado, pero en azul marino. Cuando les pregunté, me dijeron que se dedican a la limpieza de edificios de oficinas. La panadera también lleva esta clase de zuecos, pero en marrón claro. Me contó que los había comprado en Francia cuando fue a ver a su hija, que está casada con un francés. La camarera del bar donde como habitualmente los lleva en negro, y opina que son comodísimos.

Y no tengo nada más que decir, excepto que las radiografías indican que sólo tengo un golpe, aunque bastante fuerte. La doctora me dijo que me dolerá durante un mes. Espero que tenga razón y sólo sea ese tiempo. Ella los llevaba blancos.


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