Revista poética Almacén
Punto de encuentro

[Alfredo Bruñó]

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El encuentro en la ciudad extraña

En 1964, Mario Cesariny compuso La ciudad quemada. Leo esos poemas y pienso que para vivir sólo hace falta una ciudad desconocida y una habitación con baño y cocina (máxima comodidad). La ventana no ha de dar a ninguna parte, únicamente hace falta para ventilar la habitación, cambiar el aire de vez en cuando. La ciudad desconocida debe ser grande, porque los paseos deben ser largos.

Sin esos paseos, pensar se aparece como una actividad imposible; sin pensamiento, o la posibilidad de él, la existencia carece de sentido. Aunque lo que se piense es precisamente eso: que la vida carece de sentido, como le sucedía a Samuel Beckett, que también encontró la necesidad de una gran urbe para dar distancia a sus paseos. (Cuando murió su mujer, Beckett consideró que ya no hacía falta salir a la calle, y se recluyó en un asilo a esperar el final de su vida).

No se me ocurre otra razón para el viaje que la de encontrar nuevos paseos. Ya lo dije, cuanto más largos, mejor. Todo lo demás parece accesorio, superfluo. Aunque no lo es, exactamente. La razón por la que hace falta una ciudad nueva de vez en cuando es que ofrece estímulos a los sentidos que se pueden haber adormecido por la costumbre de las calles demasiado visitadas.

Por desgracia, el campo no me interesa. Hay personas que lo prefieren. Baudelaire ya indicó que nuestro nuevo entorno natural es la ciudad; y en ese sentido la salida al campo se me aparece como algo artificial, o demasiado artificioso. Quizá si viviese en el campo, y ese fuese mi entorno natural, sería la ciudad lo que intentaría evitar. De todas maneras, la rapidez en el estímulo puede ser lo que el pensamiento de hoy, aunque sea privado, requiere.

También, es en la ciudad donde uno puede encontrar, de repente, algo que le llame la atención; hacerlo en el campo supondría aprender a leer sus señales. Muchas veces, mientras paseo, impongo metas al viaje a pie que me sirven como estaciones en el pensamiento, o como aviso de que ya es el momento de emprender el regreso a la habitación sin vistas que he adoptado como breve refugio. El tiempo, la hora, carecen de importancia.

Esa meta, ese aviso del regreso, puede encontrarse también en el campo, claro. Los grandes paseos campestres tienen también sus metas, como ocurre con el Camino de Santiago y sus etapas. Sin embargo, considero que esos paseos son huidas hacia delante, y carecen de la sensación de retorno al silencio y a una cierta seguridad que la habitación ciega puede proporcionar. La circularidad del tiempo moderno, que tanto interesó a Octavio Paz, tiene mucho que ver con ese retorno a casa de todos los días por el que todos, en nuestra experiencia urbana, pasamos a diario. Y sí, el aburrimiento siempre está ahí, Siegfried Kracauer, lo señala como gran acicate espiritual, entendiendo el espíritu, en alemán, como ese cruce entre la mente y el alma, que nosotros, los hablantes de las lenguas romances, decidimos mantener divididos.

De todas maneras, y aunque lo parezca, yo no quería que este artículo fuese una polémica en contra del campo y a favor de la ciudad. Supongo que lo que yo busco en la ciudad, extraña o no, otros lo encontrarán en el campo, o incluso en el mar, o en el espacio exterior (una minoría).

Para terminar, me gustaría añadir que hay días en que, al pasear por la ciudad donde vivo habitualmente, siento que me embarga una súbita felicidad: un gozo extremo del lugar, de la luz, del momento y su irrepetibilidad. Por eso, cuando pienso en mi ciudad, cuando estoy pensando y estoy en mi ciudad, hay veces que me doy cuenta de que no hay ciudad en la que haya vivido donde no me haya sentido como un extranjero. Y eso, a mí, me parece motivo de alegría.


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Comentarios

Hola. Estoy terminando mi carrera de comunicación social y como proyecto de grado hago una revista sobre ciudad. Quisera que me contaran la posibilidad de tomar el artículo de Alfredo Bruñó para publicarlo en esta revista de la cuál se van a publicar alrededor de 500 números, aquí en Bogotá.

Les agradezco su colaboración.

Ana Carolina González.
Bogotá - Colombia.

Comentado por Ana Carolina González el 16 de Junio de 2004 a las 10:05 PM