Revista poética Almacén
Punto de encuentro

[Alfredo Bruñó]

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El encuentro en el futuro

¿Para cuándo escribe el escritor? Tradicionalmente para el futuro, aunque sea mucho más práctico cobrar en el presente. Al quedar la obra: el poema, la novela, el ensayo, el artículo: publicada en papel, incluso en el efímero periódico, la revista del mes, uno siempre podía confiar en la hemeroteca, en la biblioteca, en la posibilidad de un interesado rescate por el futuro. Pero la Internet es puro presente. Aunque la red tenga todo el futuro por delante, ¿qué futuro, que no sea un presente más, tiene en ella el escritor? Lo efímero, la fragilidad de la publicación en red, en esta revista, por ejemplo, espanta a los más débiles, a los escritores que se ven alejados del tiempo por su propia pluma, su propio teclado.

Yo no tengo respuestas para ellos. Disfruto, en cambio, el cínico placer de saber que todo esto desaparecerá del espacio público, y de la memoria, en cuanto alguien apague para siempre la máquina de nuestro servidor. Sé que este presente es posible en futuros más o menos próximos, pero dudo que lo sea de aquí a unas cuantas generaciones.

Lo que me interesa de esta discusión es el tema de la pluma liberada. ¿Escribir para el presente libera, libera escribir para el futuro, escribir libera? Y no me refiero a la libertad en términos generales, ni me refiero a mi propia libertad o a lo que yo haga con ella: me refiero a la libertad de mi pluma, en contraposición, supongo, a la autocensura que me habita. Porque la decisión de escribir para hoy o para mañana tiene que ver con una negociación que uno hace con su propia pluma. Los resultados de esa negociación ya dependen de cada escritor.

Walter Benjamín: "Baudelaire no trabaja para responder a una demanda manifiesta del corto plazo, sino a la latente, la de largo plazo. Las flores del mal demostraron que calculó correctamente. Pero en el medio que era el mercado en el que se le presentaba esa demanda determinó un modo de producción y de vida muy diferentes a los de poetas anteriores. A Baudelaire se le hacía necesario reclamar la dignidad de un pacto en una sociedad que ya no tenía la capacidad de otorgar dignidad. De ahí que se comportara como un bufón."

¿Y si interpretamos dignidad en el sentido de libertad? ¿Y libertad en el sentido de esa negociación que uno hace con su propia escritura, y a través de ella? Si no tenemos el recurso del futuro, lo que sí tenía Baudelaire, ¿qué sentido tienen hoy nuestras bufonadas?

Ahora copio una nota que hice en mi cuaderno de viaje hace un tiempo:

"¡Qué mejor antídoto para la vanidad saber que todo se perderá en el infinito sistema fluvial de los bits, camino de un mar todavía hoy innavegado! Saber que seremos olvidados, que el futuro no nos aguarda, es la más eficaz forma de liberación. Y la liberación consiste en sumarse al río del lenguaje, en ser una gota más, sin distinción (todo lo individual que se quiera, ya que no hay dos gotas iguales, igual que no hay diferencia de valor entre ellas), pero sumando al fin y con la esperanza de que los átomos que nos componen, como gotas de agua que somos, se mezclen, se intercambien y nos cambien; para que al ser gotas en esas aguas sin fin, nunca seamos iguales a nosotros mismos, nunca seamos nosotros mismos para siempre. Seamos promiscuos. Escribamos sin cesar y sin pensar en el tiempo. Cedamos el código de nuestra fuente para que podamos ser imitados, incluso mejorados. Quizás así, en este río del olvido, podamos nadar al fin hacia el futuro."

Sólo se trata de una bufonada, claro, una nota escrita en un café durante un viaje y para evitar el aburrimiento, esa forma de la experiencia humana que Kracauer indica como camino a la salvación sin salida. Yo tampoco puedo señalar una respuesta. A lo único que me atrevo es a seguir escribiendo.


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