Revista poética Almacén
Estilo familiar

[Arístides Segarra]

Otros textos de Estilo familiar


Inferno

Detecto con frecuencia entre quienes me rodean una pregunta callada, nunca explícita, manifestada con silencios tan expresivos como en ocasiones hirientes, no por reprobatorios sino por poco comprensivos. La única que lo ha hecho explícito es mi mujer, en todos los tonos posibles, incluyendo los más desgarradores: ¿decidiste tener una hija? La voluntariedad de mi acto paterno-filial, alejado de misticismos herméticos y de ropajes psicoanalíticos, nunca me ha sido alabada. Con razón, puesto que es difícil explicar, entender y mucho más compartir decisiones que provocan dolor y pérdida, de manera que uno parece situarse sin cesar a las puertas del averno.

No en otro lugar creí hallarme el día que Irene, maliciosamente ingenua, preguntó por la utilidad de determinados adminículos que observó descansaban en nuestra mesita de noche, atractivamente empaquetados cual caramelo o chicle, y con los últimos de los cuales guarda una similitud nominal que hasta el momento me había pasado desapercibida. Goma al fin y al cabo, elegí denominarlos para sus tiernos oídos con el sustantivo que me pareció más descriptivo y al tiempo más inocuo: preservativos. He deducido del comportamiento de otros padres que este tipo de preguntas son similares a las manifestaciones de independencia de nuestros retoños: siempre llegan demasiado pronto. Situado, pues, en uno de aquellos trances en los cuales se pone a prueba el fuste de nuestra paternidad, inmerso en un embarazo exitosamente disimulado, decidí asumir el lance con criterios estrictamente pedagógicos.

Descrita su forma y función con todo lujo de vaguedades que igual hubieran servido para explicar el funcionamiento del vídeo, la claridad mental de Irene detectó de inmediato la laguna que mi subconsciente había dejado, para mi escarnio y su gloria: prácticamente vi crecer, primero en su mente, después en su boca, las palabras que compusieron su inevitable, lógica pregunta: Papá ¿y dónde se pone? La respuesta no podía ser sino clara y sencilla: en la pilila del padre, hija. Todavía escucho sus carcajadas.

Este episodio ha endurecido (passez-moi le mot) las posiciones afectivas de mi niña. Hace un par de meses que proclama tener dos novios. Montó en cólera cuando, ante el claro disgusto que manifesté por el celo de nuestra gata, tuve que explicarle que me negaba a proporcionar al felino una pareja, o rebajar su régimen carcelario para que ella misma se lo buscara. La sola mención de la palabra gatitos despertó en ella entusiasmos sin cuento que apenas pude reprimir. Estremecida aún por los hipidos, embadurnada en mocos, de repente su rostro se iluminó. Si no podíamos tener gatitos, al menos nuestro animalito podría consolar su soledad con un novio si proporcionábamos al pretendiente uno de aquellos preservativos que yo mismo utilizaba. Atrapado entre la hilaridad y la propedéutica, no tuve más remedio que explicar que las características anatómicas del pene felino aniquilaban la eficiencia del artefacto: "hija, la pilila de los gatos tiene espinas que lo agujerearían". Atónita, calló, fuese, y no hubo nada.

Temo ahora haber causado un daño irreparable en el imaginario sexual de mi niña. Temo que la siniestra imagen de un pene dentado la persiga de por vida aunque, discreta ella, intente disimularlo. He creído reconocer una recaída en su autolengua en una cancioncilla que horas más tarde cantaba mientras jugaba a una especie de "pito, pito, gorgorito" (¿un referente freudiano?). La transcribo literalmente a modo de ilustración, ya que en esta ocasión no necesito de la ayuda del lector amable para desentrañar su significado: "Debajo de una mesa / había tantas / como tu debido. / ¿Cómo se llama tu novio? / Mi novio se llama... (dijo un nombre distinto en cada ocasión que la cantó) / ¿T’has besado alguna vez con guel (sic)? / Pues entonces tienes cara de Chupa-Chus."

Mi niña sería mina de contento para cualquier psicoanalista. Espero que su madre no tenga la infeliz idea de experimentarlo, pues quien entra abandona toda esperanza.


________________________________________
Comentarios