La Milà besó al Matías el otro día.
Milà: ¡A ver si te haces pronto con una vida propia! Pronto quiere decir ¡AYER!
De todas maneras, un servidor y defensor de vosotras, amadas amigas personas lectoras de esta, la MEJOR columna de televisión en lo que va de Estado Espeinol, opina que está bien o muy bien que La Milà demuestre un alguillo de humanidà, tras esa fachada un tanto metálica y levemente oxidada.
Es lo que hace la tele con la gente, amigas del alma: uno se vuelve duro como la planta del pie de un hombre (o mujer, que por estos lares hay igualdad de oportunidades) de Cromagnon. Un callo, vamos. Y esa dureza se ve de sobra en la caja lista, se ve en el estropajamiento del pelo y de la voz, en la actitud abrasiva hacia los fumadores, en la moralina y en la moralona. Y en las venitas que afloran a flor de piel formando minúsculos cauces de ríos como vistos por un satélite diseñado para medir el desfloramiento o estropajidad de la capa de ozono. Y probablemente, también, se ve (o se discierne) en la dureza intestinal.
He de confesarlo amigas fieles: a mí también me pasa. Un día, escribiendo esta mundialmente famosa columna quincenal, me pongo moralista, y al siguiente no puedo cagar. ¡Es matemático! (O por lo menos aritmético). (Bueno, ya veo que estoy hablando de caca otra vez; me lo tiene dicho mi chavala, que acabaréis confundiéndome con Julia Otero). (Para saber de que cogno estoy hablando, hay que rebuscar en el archivo, el asunto apareció un par de quincenas atrás, cuando el gran duelo Campos-Otero).
Bien, pues a lo que iba. Así como hay unos índices de audiencia, o sea de popularidad, o de afluencia de público a ciertas emisiones nocturnas y diurnas de la tele, debería de haber a su vez (o a la vez que vosotras queráis) unos índices con los cuales comparar los análisis de las heces de los y las presentadores de televisión. Sería como ver Gran Hermano pero en plan científico. ¿No se quejan esas gentes serias del Libro de Notas Punto Com de que habría que introducir más ciencia en nuestros asuntos culturales? Pues ahí la tenéis.
Así, si Fulanito Mengánez, ese cabronazo, dice tal o cual cosa, o aquella de más allá, de la persona presentadora que sea, podríamos ver la reacción de ésta (o éste, que hay igualdad de oportunidades) en los Índices de Dureza Fecal: los INDUFEs. ¡Sería apasionante!
Pero los INDUFEs podrían servir también para medir otras cosas. Por ejemplo, la anticipación, esa joya de la corona del deseo también conocida como Nivel de Cague, o NICA. Imaginemos por un momento que en el programa de Manel Fuentes va a salir Claudia Schiffer. Pues el INDUFE de Fuentes estaría por el cero (punto mínimo), o sea dureza nula. Lo cual indica que su NICA estaría por el 10 (punto máximo), o sea licuación total. Imaginemos que la Schiffer va a venir al palacete a charlar un laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargo rato con Cabana. Pues el INDUFE de Cabana marcaría menos mil y el NICA más mil. ¿Pilláis cómo funciona?
(Tengo otro aparato, el felizómetro, un artilugio que sirve para marcar el grado de felicidad. Si viniera la Schiffer, el felizómetro estallaría.)
El otro día, cuando La Milà besó al Matías, el INDUFE de La Milà marcaba un 2, mientras que su NICA marcaba un 8. Quizá por eso le dio un segundo morreo al Matías justo antes de acabar el programa. He de explicar que si das INDUFE cero y NICA 10, lo pierdes todo. Un INDUFE 2 es controlable, y supongo que se quiso arriesgar. La Milà. (No pude sacar la medida del felizómetro porque sólo funciona en persona.)
Lo último que me queda por decir, para que la cosa quede clara, es que si el INDUFE os da un 10, más vale que vayáis a mercaros un buen sacacorchos, un purgante de caballo percherón y algo que licue la sangre, no os vayan a estallar las venas del pescuezo, amigas mías, con el esfuerzo.
No conozco a nadie que haya sobrevivido un INDUFE 10. Quiero decir, personalmente. En la tele sí: está un cierto presidente del gobierno de cierto país que yo me sé. Pero no voy a decir nombres. Es privado.