Me ha telefoneado Roger Colom para informarme de un nuevo encuentro que empezará a tener lugar todos los sábados del año nuevo. Se trata de una iniciativa de su cosecha, con la ayuda inestimable, dice, de Carmen Castro y de Arístides Segarra.
Parece ser que quieren armar una especie de tertulia llamada Círculo de las Ideas Vehementes. El Círculo, o el CIV, para no alargarse. La idea es reunir a personas con visión de futuro, provenientes de todos los campos de la actividad intelectual, para hablar de lo que falta, de lo que queda por hacer y hay que hacer.
Colom: No nos interesa la queja, llorar porque todo está cerrado, copado, cooptado. Nos interesa juntarnos a preparar iniciativas, nuevas ideas, para el crecimiento de nuestra ciudad. Queremos hacer ciudad. Para quejarse ya están los taxistas.
Bruñó: Pero tertulias hay las que quieras.
Colom: La idea del CIV es crear un discurso de apertura. Apertura democrática, comercial, empresarial, científica, artística e internetera. Nos interesa hablar con gente de todos los ámbitos para generar ideas. No queremos quedarnos estancados en lo ya conocido, con su bonito folklore y su sistema de castas, queremos que esta ciudad entre en el futuro con ganas, con velocidad y formas nuevas. Queremos que Valencia sea una ciudad-en-el-mundo, no una ciudad a secas.
Bruñó: ¿Regalar ideas?
Colom: Bueno, tarde o temprano, el CIV deberá convertirse en una especie de consulting, de empresa de ideas.
Bruñó: Vender ideas, entonces.
Colom: Es un bien escaso en España, hay que aprovecharlo. Si no lo aprovechamos, en un futuro no muy lejano, no existirán ni las industrias ni las infraestructuras para crear empleo de calidad, creativos, que den origen a otros empleos, que atraigan capitales y empresas de fuera y de dentro. Nos quedaremos sin economía. O como mucho, trabajaremos sólo los veranos, de camareros en los garitos de la playa.
Bruñó: Pero por ahora, sólo es una tertulia.
Colom: Sí. Tenemos que averiguar quién es la gente creativa, quién tiene ideas, aparte de los que conformamos el Círculo central, quién tiene el know-how en esta comunidad y quién está dispuesto a ponerlo al servicio de la comunidad. No se trata simplemente de montar cualquier empresa y que se jodan todos. Ya no. Hay que pensar en la comunidad, en la ciudad y sus alrededores. Como en la Venecia del siglo XVI, en la que había muchas empresas y todas trabajaban no sólo en beneficio propio sino en el de la ciudad, beneficio que acababa convirtiéndose en propio, también.
Bruñó: Me gusta esa idea de lo cívico y lo propio como vasos comunicantes del beneficio.
Colom: Claro. Mira una cosa. En España existen un montón de organizaciones cívicas, pero su funcionamiento es limitado. Una cosa que yo propongo es que para entrar en una de ellas tengas que comprar acciones, como en una empresa normal. Así, la agrupación tiene dinero para moverse, para hacer las cosas que tiene que hacer.
Bruñó: ¿Y de dónde salen los beneficios?
Colom: Los beneficios son el que las iniciativas lleguen a buen puerto. Lo de las acciones es para separarnos del gobierno y sus subvenciones (que también es dinero nuestro pero dado a grupos cuya existencia a lo mejor no nos interesa), que lo acaban coartando todo. Y si tienes acciones de una agrupación cívica, puedes exigir resultados y hacer presión sobre la directiva para que las cosas se hagan bien. Como está visto, la buena voluntad no es suficiente.
Bruñó: ¿Y tú crees que la gente pondrá dinero?
Colom: No lo sé. Pero ya es hora de que nos vayamos haciendo adultos, en términos cívicos. Si tienes unas ideas políticas o sociales, tendrás que poner de tu parte para que se conviertan en realidad. Y el dinero es esfuerzo cuantificable, prácticamente lo último que nos queda más o menos objetivo. Si tienes esas ideas pero no las financias, pues es como si no las tuvieras.
Bruñó: Lo veo problemático.
Colom: ¿No estás harto de tanta buena voluntad, de tantas ideas que no llegan a nada porque el compromiso es bonito pero inadecuado? Pues quien no tenga tiempo para trabajar por esas ideas, que financie el trabajo de otros en esas ideas. No se trata de un sistema de caridad organizada, como con la mayoría de las ONGs, donde das el dinero (muy poco) y luego te callas. Se trata de un sistema de aportación de recursos y luego de exigencia de resultados. O si no hay resultados positivos, pues que se haga un análisis crítico y veraz de por qué la cosa no funcionó. Así, si no cambiamos la realidad, por lo menos aprendemos y a la siguiente podemos mejorar.
Bruñó: Y el Círculo de las Ideas Vehementes es eso.
Colom: ¡No! Esa es una de las ideas vehementes del Círculo.
Se me olvidó decir antes que esta conversación no fue por teléfono. Colom sólo me llamó para quedar. Y quedamos en el bar del Mercado Central, con su barra de aluminio y sus camareros gritones, de los más simpáticos de Valencia. El barullo comercial del Mercado ofrece un buen contexto para hablar de estas cosas.