El Dos Aguas es el bar del Hotel Astoria. De noche lo convierten en un piano bar con cantante. No es buena idea; coarta la conversación, y algunos turistas primigenios aplauden al final de cada canción. Alguien debería avisarles que no están en película alguna, que el silencio de sus palmas se agradece más que lo contrario. No tienen pinta de extranjeros.
El salón es grande, con sillones de cuero y sofás de cojines mullidos. En una pared está un tapiz de imitación, enorme, inútil. Siempre que puedo, me tomo una copa en el bar de un hotel caro. Si el bar no ha sido estandarizado hacia la imbecilidad de la carencia absoluta que es no saber preparar un dry martín como dios manda, le doy un punto y vuelvo. Por cada vez que vuelvo doy un punto. Los puntos se acumulan. Con 50, el bar se gana mi respeto.
En los buenos sillones y con alcoholes buenos estamos los dibujantes Carlos Ortín e Incha, Carmen Castro, del Libro de Notas, Jesús Cuadrado, autor del mastodóntico Atlas de cultura popular, el director teatral Roger Colom y yo mismo.
Hablamos de ilustración, de viajes, de teatro, de cine. Aviso a Cuadrado de que tengo que entregar un artículo y de que él será el entrevistado. Cuadrado es un cascarrabias de los buenos, de los buenos cascarrabias. Ya casi no quedan buenos cascarrabias.
Cuadrado avisa de que dedicará los próximos quince minutos a meterse con Ortín. Todos estamos de acuerdo, pero antes le pregunto por su trabajo en el teatro.
Cuadrado: Primero estuve en la música, me censuraron 222 canciones.
Bruñó: Tres cisnes.
Cuadrado: Luego entré en el teatro, sería por el año 66.
Bruñó: Más o menos cuando Beckett fue legalizado en España.
Cuadrado: Mi familia estaba en el teatro. Yo tuve la polio. Durante los ensayos, ponían mi silla de ruedas en la platea, que estaba inclinada, le ponían una cuña de madera para que no se moviese.
Bruñó: En la platea o en el escenario.
Cuadrado: No, en la platea. Eran inclinadas porque así se limpiaban mejor, con la manguera.
(El problema es que no le oigo bien. Hay un pianista y una chica que canta demasiado alto, con micrófono.)
Cuadrado: Estaba en la Escuela de arte dramático. Me echaron por contradecir a Manuel Dicenta en una clase de verso. Él hablaba de alejandrinos, yo de cesuras y hemistiquios. Dos meses después me hicieron profesor.
La conversación va por varios derroteros. Parejas de burgueses, turistas con dinero, hombres de negocios aplauden a la cantante gritona.
Jesús Cuadrado me dice: Usted tiene ojeras de periodista mentiroso.
Y no miente.