Revista poética Almacén
El entomólogo

Crónicas leves

[Marcos Taracido]

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Grillos, universo y mortandad

«[...] es un grillo delgadito, débil, pálido, casi blanco, como conviene a las costumbres nocturnas. Tocándolo con los dedos, parece que se va a aplastar. Pocas veces baja al suelo; lleva vida aérea, en los arbustos de todas clases y en las hierbas altas. Su canto, gracioso concierto de las noches serenas y templadas, de julio a octubre, empieza al ponerse el sol, y continúa casi toda la noche»

Este texto lo escribió J.H. Fabre y la minuciosa y peculiar descripción se opone a la que anteriormente hiciera del grillo campestre diurno, diferente en todo, morfología y actuación, por la sencilla razón de que cuando trabaja hay luz. Si se trabaja en la oscuridad —podríamos concluir— se puede aparentar debilidad, casi invisibilidad, aunque tu canto sea poderoso.
A Fabre este grillo le resulta tan fascinante que su belleza le hace admirar la del cielo estrellado que lo cubre:

«La ciencia nos habla de sus distancias, de sus velocidades, de sus masas y de sus volúmenes; nos abruma con números enormes, nos aturde con inmensidades; pero no consigue conmover en nosotros ni una fibra; ¿por qué? Porque le falta el gran secreto: el de la vida. ¿Qué hay allá arriba? ¿Qué calientan esos soles? Mundos análogos a los nuestros, nos afirma la razón; tierras en que la vida evoluciona en variedad sin fin. Soberbia concepción de universo; pero, en suma, pura concepción, no apoyada en hechos patentes, testigos supremos, al alcance de todos. Lo probable, lo muy probable, no es lo evidente, que se impone irresistible sin dejar que prenda la duda.
En cambio, en vuestra compañía, ¡oh grillos míos!, siento estremecerse la vida, alma de nuestro terrón de barro; y he ahí por qué, junto al seto de romeros, concedo solamente una mirada distraída a la constelación del Cisne y otorgo toda mi atención a vuestra serenata»

Fabre lleva ochenta y siete años muerto, así que no se alarmará por la posibilidad de que toda esa belleza terráquea se evapore. Pero nosotros sí tenemos motivos más que suficientes para alarmarnos.
El caso es que hay varios grillos que amenazan con que esa posibilidad de otros mundos análogos al nuestro en el universo sea vista como una tabla de salvación para la vida del planeta tierra. Estos grillos no son especialmente hermosos, pero sí actúan como los descritos por el entomólogo francés: con nocturnidad, con apariencia etérea y con un canto sirenéico que arrastra a todos.
Abandono la parábola entomológica que me sirvió para ir al grano (metáfora campesina):
Hace unos días me tachaban de escribir tonterías —lo hago a menudo, y las digo también— y de simplificar personalizando en el presidente Aznar la nueva ola del Pensamiento Único. Mi gran error fue utilizar figuras retóricas como la ironía y la hipérbole que, ya se sabe, pueden llevar a la confusión. Seré claro entonces:
Aznar, presidente de la monarquía española —por favor, lean ahora denuevo la cita inicial— es un fantoche cuya inteligencia le alcanza sólo para creer que hay que arrimarse siempre al lado del más fuerte. Ahora apoyará a Estados Unidos en el ataque a Irak y si hace falta, como su amigo Blair, el estará dispuesto a derramar sangre española (¿la de sus hijos?). La única que se derramará con toda seguridad será la de los civiles iraquíes, pero quizás filtrada en la tierra llegue a sumarse a las enormes bolsas de petróleo que esperan la victoria occidental para ser repartidos y aumenten así los beneficios. Y el Pensamiento Único lo acaba de ejemplificar perfectamente nuestro presidente diciendo, igual que con ETA, que o se está con Sadam o se está con Bush: el maniqueísmo es la filosofía de los simples. El problema es que estos simples tienen el poder y no parece que nada ni nadie pueda frenarlos. Es más: la nocturnidad a la que aludía antes parece iluminarse poco a poco, porque ya actúan a plena luz del día: Putin invadirá Georgia con el consentimiento de Bush a cambio de quedarse calladito cuando ataquen Irak: tu asesina, destruye y quédate con los beneficios aquí que yo lo hago allá. Y santas pascuas.
¿Estoy simplificando? Por supuesto: si ustedes le cuentan a un amigo la última película de Steven Seagal, simplificarán.

Estos días, en Ciberpunk mantienen una polémica sobre si estamos o no en guerra con el Islam. Literalmente al menos, no estamos en guerra con el Islam, pero quizás debiera comenzar una guerra abierta que acabase con toda cultura civilizada sobre la tierra y a la que sobreviviesen sólo algunos humanos incivilizados y, por supuesto, los grillos de Fabre.
Con suerte, tardaríamos otros cien mil años en llegar al mismo punto.


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