Revista poética Almacén
El entomólogo

Crónicas leves

[Marcos Taracido]

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Roon Grebelek

En 1964 Roon Grebelek no terminó el trayecto que le llevaba desde Donisk, su ciudad natal, hasta Dobruck. A mitad de camino, cerca de la frontera ucraniano-eslovaca, el vagón del tren en que viajaba se incendió repentinamente y calcinó al científico y casi toda su labor de veinte años. Nada se supo de los motivos de su viaje. Había alquilado un vagón entero para él solo, y lo había ocupado con numerosos utensilios, aparatos y líquidos cuyo uso y finalidad no fue revelada por Grebelek. Aunque la investigación del suceso, en su momento realizada por funcionarios del gobierno local, fue una chapuza, se afanaron lo suficiente para saber que fueron algunos de esos líquidos los que entraron en combustión y convirtieron el reservado en una tea. De los pocos artefactos que quedaron medianamente reconocibles, destaca, amén de cubetas y vasos de acero, una esfera armilar. Sabrán ustedes que este instrumento, inventado por Eratóstenes hace veinticuatro siglos, mostraba las divisiones de los cielos y el movimiento de los cuerpos celestes, por medio de anillos de cobre graduados que representan los círculos celestes esenciales, y fue utilizado por los astrónomos hasta el siglo XVII.

Pero encontraron algo más. En una taquilla del vagón Grebelek había guardado tres libros que, mejor que peor, sobrevivieron al fuego. Uno era el Tractatus de Configurationibus, escrito hacia 1350 por Nicolás Oresme. Al ser el más grueso de los tres volúmenes se llevó la peor parte en el reparto ígneo: tapas calcinadas, numerosas hojas perdidas del todo y la inmensa mayoría de las otras ennegrecidas por el hollín. Sin embargo, si se utiliza una lupa electrónica como yo hice, se puede observar lo que aparenta ser el único párrafo subrayado, al menos entre lo conservado:

"Toda cosa mensurable excepto los números, es imaginada como una cantidad continua. Por consiguiente, para medir cualquier cosa, es necesario imaginar puntos, líneas y superficies o sus propiedades. [...] Aunque los puntos indivisibles o las líneas no existan, sin embargo es necesario fingirlos matemáticamente para las mediciones de las cosas y para el conocimiento de sus proporciones."

Otro de los libros era un facsímil del Comentario a la Esfera de Sacrobosco, de Pedro Ciruelo, una enciclopedia astronómica de 1498 que apenas sufrió daños.

El tercero era un original manuscrito del Tractatus mirabilium de el Fisiólogo*.

¿En qué trabajaba el hasta entonces inédito científico Roon Grebelek? ¿A qué la presencia de la esfera armilar y los tres libros citados? Seguiremos en otra ocasión, pero les adelantaré que uno de los separadores del libro de Ciruelo era una tarjeta con las siglas, después descifradas, de la Sociedad Secreta de la Invisibilidad, con la dirección de una calle de Dobruck. Una investigación policial de 1966 acabó con la Sociedad y se tildó a sus integrantes de chiflados. Se rumorea, sin embargo, que hay un grupúsculo en algún lugar del este de Europa que continúa la para nosotros desconocida labor de Roon Grebelek. Pero son rumores de chat. Yo no me lo creería.

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* [Aprovecharé ahora para disipar un posible equívoco: no fueron pocos los lectores que me han escrito advirtiendo que nada de lo que yo digo aparece en el Fisiólogo; pero es que este es otro libro, señores. El Fisiólogo o Physiologus, atribuido a San Epifanio, es un bestiario medieval de simbología cristiana, bellísimo, pero que nada tiene que ver con el Tractatus mirabilium de El Fisiólogo, nombre con que así se llama el desconocido autor del libro. Quede constancia].


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