Vamos a suponer que el gigantesco televisor con pantalla de plasma que uno tiene en la sala de proyecciones de su palacete, tiene jodido el receptor de la señal y sólo se ve Televisión Española. Ya sé que suponer, y sobre todo PREsuponer es de imbéciles, pero si vosotras estáis conmigo en esto, os prometo que... ¿qué? ¡Qué coño voy a prometer, hombre, si aquí el ídolo sexual (o presexual) soy yo y santas pascuas! (No, más vale que no diga eso, no vaya a ser que algún cura se ponga cachondo y me meta mano digitalmente. Tantos años preguntándome por qué los curas llevan faldas y ahora me entero).
Bien. Supongamos que sólo se ve TVE. Quizá esto sea demasiado para los incautos compradores de televisión por satélite. Si alguna de vosotras, queridas amigas personas lectoras, lo es, yo os interrogo: ¿en realidad tenéis tanto tiempo libre como para ver tanta televisión? ¿No os habíais prometido hacer no sé qué en la vida? ¿Sois funcionarias? Porque si lo sois, ahora lo entiendo todo: primero os pasáis todo el día jugando al solitario en el ordenador de la oficina y después os vais a casa a ver la tele. La vida ideal. Yo, la verdad, tampoco tengo tiempo para nada.
En fin, a ver si podemos suponer de una vez que sólo se ve TVE. El poeta hispanomexicano Roger Colom diría: ¡Que Dios no lo mande! Sobre todo ahora que hubo que ver el Giro de Italia por Localia TV, la nueva y cutre red de televisiones locales (y por tanto, ilegales), donde un exciclista decía chorradas como Yo sé lo que es esto, tú no tienes ni puta idea porque no eres más que un periodista, y otras banalidades por el estilo, hijas de la falta de reconocimiento y la sobra de necesidad de reconocimiento. Y ahora hay que ver el Mundial en el bar de la esquina, un sports bar cañí con cinco televisores y bocatas de tortilla. Bueno, eso en realidad, no está tan mal. Hacía tiempo que no veía a mis amigos Colom & Majoral, y el Mundial ha servido para reunirnos.
Debo informar que Colom va con la selección mexicana, que le hizo un partido muy bonito a la siempre arcana selección italiana; Majoral va con la brasileira, que parece tener el camino bastante llano hasta la final; y que yo hubiera ido con la holandesa, pero he tenido que joderme, así que voy por la de Estados Unidos. Me explico: a Portugal le dieron para llevar a casa, fue fabuloso ver a la melancólica selección portuguesa mirar con espanto poco lisboeta al marcador, que ponía un rotundo 3-0. Luego los portugueses golearon a Polonia, es verdad, pero en Polonia llevan días diciendo que hay que aficionarse a otra selección, que la suya no da ni para levantarse a coger el mando a distancia. (Noticia de última hora: Portugal queda fuera, EEUU pierde ante Polonia y pasa por los pelos, no era mala mi intuición). Algunas de vosotras os preguntaréis perspicazmente por qué ninguno de nosotros va con la selección española. Y la respuesta es: ¿Para qué, si ya lo tiene todo ganado? ¿No fue Rosa de España a Eurovisión con el concurso ganado de calle? Pues lo mismo con la selección.
Bueno, ¿podemos dejar de decir chorradas de una puta vez y suponer que en nuestra fabulosa pantalla de plasma sólo se ve TVE?
Eso, claro, implica una sobredosis de Operación Postriunfo (o de Triunfo Postoperatorio). Implica que alguien tendrá que atarnos al supersillón autorreclinable de ver la tele para que nuestros ojos puedan ser penetrados en toda su ceguera espiritual por la imagen de un tal Bustamante, ruiseñor de los albañiles, haciéndose la depilación integral. Implica observar cómo los beneficiarios de una enorme y exitosa campaña de mercadeo, le dan las incesantes gracias a sus víctimas por dejarse timar. Implica que, en un acto reflejo totalmente comprensible, la mano de uno, atado y todo como está al supersillón autorreclinable de ver la tele, haga un esfuerzo para alcanzar el mando y cambiar cuanto antes a La 2, la única otra cadena televisible en el filosófico suponer de este artículo.
Y eso implica que Marcos Taracido podrá cumplir por fin su sueño, verbigracia, que yo haga una reseña del programa de Pedro Ruiz. El problema es que Taracido es poeta, y a los poetas les gustan las situaciones extremas, sobre todo si otro quien tiene que pasar por ellas. Ver a Pedro Ruiz es como pegarse una enchenta de absenta y meterse en el Congreso de los Diputados el día en que a Aznar se lo ocurre salir a defender el derecho de los trabajadores a ponerse a currar el día de la Huelga General. O SEA, que uno por fin, POR FIN, lo podrá entender todo, ABSOLUTAMENTE TODO. Taracido visionario.
Implica que podremos disfrutar a tope, sin remordimientos ni violencia interior ni peleas por el dominio del mando, de la serie de la bióloga esa de las tetas, ¿cómo se llama? ¡Ana Obregón, es verdad! ¿Qué haría yo sin la terrorífica memoria de mi chavala?
También podríamos ver el superpijo telediario ecologista políticamente correcto del PP de La 2, el de la noche, con el hermano de la Milà, el Milà. He notado que la misma gente que ve ese telediarioparapijosdeizquierdas, y lo sé porque me comentan cosas que han visto ahí, compra El Pais de los domingos. ¡Serán pijoteros! Quiero expresar aquí mi tierna opinión de que no hay nada más patético que ver a alguien en el autobús, un martes por la mañana, leyéndose El Pais Semanal. JODER, ¡un mínimo de pudor, si os place!
Una vez, en un autobús de una gran ciudad de un gran país tercermundista, vi a un hombre, vestido con un traje baratísimo, leer un manual intitulado: Aprenda a escribir mejor. El corazón se me llenó de ternura. Quería abrazarlo y decirle: Viejo, no hay remedio para esa enfermedad. Lo único que se puede hacer es aprender a vivir con ella: comprarse una libreta y un boli y ponerse a borronear páginas y páginas. Pero me quedé callado. No dije nada. Fui a la primera papelería que encontré y compré una libreta y un boli y me puse a emborronar páginas y páginas. ¿Qué cómo va la enfermedad? Voy tirando, gracias.
Sin embargo, cuando veo a alguien leyendo El Pais Semanal un martes por la mañana en el autobús, es que me dan ganas de arrancárselo de las manos y gritar: ¡A VER SI DEJAS DE GASTAR LA VIDA EN ESTAS CHORRADAS Y TE COMPRAS LA NOVELILLA ESA DE UN TAL PROUST, QUE NUNCA SE ACABA, Y DEJAS DE ESCANDALIZARME DE BUENA MAÑANA, CUANDO SÓLO LLEVO SEIS CAFÉS! Pero uno es un ser comedido, un héroe para sí mismo, tímido y valiente a la vez, tan valiente que se atreve a seguir suponiendo que sólo se ve TVE en su fabulosa y enormemente sexy pantalla de plasma, ¿eh, queridas amigas?
Por último, quiero hablar de los docudramas de bichos de La 2 a mediodía. Los viernes dan uno muy bonito intitulado Lonely Planet, en el que una chavala que pudo ser de buen ver, viaja por países remotos y exóticos y le hace ascos a la comida, se queja de los mosquitos, se lava las manos cada vez que toca algo, habla condescendientemente a los nativos, entrevista a otros pijos de izquierdas como ella que también andan de viaje y nunca es atracada por nadie, se meta donde se meta. Un excelente documental de animales.
Bien, ya podéis cambiar de canal, amigas, que parece que ha vuelto la señal de las otras cadenas. Yo me despido por hoy y os grito: ¡A LA HUELGA QUE SON DOS DÍAS! O en realidad sólo uno, el 20 jota. Chiao.