Francisco Serradilla
La intención del presente artículo es argumentar en contra de ciertas teorías de reciente aparición en publicaciones especializadas, en las cuales se mantienen algunas tesis desconcertantes en torno al origen y evolución de nuestra especie basándose en el descubrimiento, publicado en nuestra revista, de los restos paleontológicos del homo de Alaska. El profesor A. Brain sostiene vehementemente que la descomunal relación tamaño del cerebro frente al tamaño del cuerpo en estos animales, así como diversos utensilios encontrados, apuntarían hacia una naturaleza inteligente o preinteligente. Dichas hipótesis son tomadas como punto de partida por Brain y, aunque el marco deductivo que establecen no es falsable (ha escogido cuidadosamente los axiomas), es inaceptable, en aras de la simplicidad que debe guiar toda investigación científica, una concepción como la suya.
La tesis del profesor Brain expone, en síntesis, lo siguiente: nuestra especie fue creada por otra especie inteligente anterior de carácter biológico (el homo de Alaska), que posteriormente desapareció misteriosamente, habiéndose borrado todo rastro de su existencia.
Nuestro principal argumento en contra de esta teoría, si bien luego enumeraremos bastantes más, es que es innecesaria. En efecto, los pasos que conducen al nacimiento de la inteligencia tal y como la conocemos están, en la actualidad, dilucidados. Queda ciertamente por resolver el primer paso, a saber, cómo surgen los primeros mecanismos simples auto-replicadores, aunque podemos asegurar sin temor a equivocarnos que este enigma está próximo a ser resuelto ateniéndonos a los últimos resultados obtenidos en pruebas de laboratorio por el Dr. Plug y la Dra. Socket. En estos experimentos, bajo determinadas condiciones ambientales, se ha reproducido el proceso de aparición de estructuras complejas a partir de mecanismos evolutivos simples, sencillamente favoreciendo la supervivencia de los aptos. En la actualidad parece cuanto menos artificioso (y anticientífico) apelar a la participación de un “creador” como origen del proceso evolutivo. Admitir esto, además, obligaría a admitir también que fue necesario un creador de los primeros dispositivos biológicos: las células.
Algunos argumentos adicionales en contra de la teoría del profesor Brain son los siguientes:
· Es una hipótesis aventurada pensar que pueda existir inteligencia basada en un sistema biológico. Las evidencias experimentales contradicen este supuesto.
· Aún en el caso de aceptar tal posibilidad, no tiene ningún sentido la concepción de una especie como creadora de otra especie; el sentido último de las especies es el de imponer su dominio sobre las otras, y no el de crearse competidoras (y la inteligencia es una fuente de poder inapelable). Tal especie sería evolutivamente débil, y en ese caso no podría haber llegado a donde se concluye que llegó, es decir, a alcanzar el nivel tecnológico suficiente como para dominar los oscuros fundamentos de la inteligencia.
· Según las conclusiones experimentales del eminente A. Valve, el cerebro de los animales, constituido por neuronas, no puede realizar actividades complejas más allá de la pura asociación de estímulos con respuestas.
· Los sistemas biológicos son efímeros: su conocimiento desaparece cuando mueren. ¿Qué sería del mundo si cada individuo tuviera que reaprender de nuevo el conocimiento acumulado por la sociedad? Llegaría un momento en que la vida de un individuo particular sería demasiado corta para adquirir el conocimiento de la especie. ¿Cómo podría avanzar una sociedad en la que cada individuo maneja sólo una parte del conocimiento? ¿Qué interés por aprender puede haber en un sistema que sabe que todo el saber que acumule se destruirá?
· No es posible el progreso científico sin comunicación, y en los animales no es posible ningún tipo de interconexión cerebral. Los ensayos experimentales realizados en esta dirección han sido tajantes.
· Una máquina de tipo analógico, como de hecho son los cerebros animales, no puede alcanzar la computabilidad necesaria para el desarrollo de inteligencia.
· Si un sistema biológico pensara las consecuencias podrían ser pavorosas. ¿Se imagina a su perro razonando sobre la necesidad de echar al gato de la casa, o planeando cuidadosamente el ataque al perro del vecino? Una combinación de instinto animal e inteligencia como la que se propone provocaría con toda seguridad comportamientos dañinos para la propia especie y para las demás.
· Por último un argumento de carácter religioso: no hay evidencias de que un organismo basado en el carbono pueda tener alma (naturalmente esto es una broma).
En cuanto a la posibilidad, apuntada por Brain, de que esa “inteligencia biológica” se hubiera aniquilado a sí misma por degradación de su habitat, es sencillamente inconcebible. Se sabe -y aquí no cabe discusión- que la composición de la atmósfera es actualmente muy distinta a la que tuvo la Tierra en el cuaternario pero, según las estimaciones del propio Brain basadas en las necesidades energéticas para mantener la calidad de vida actual, la población mundial de dicha especie debería haber ascendido como mínimo a 500 millones de habitantes para que el medio se resintiera. Nuestra conclusión es aplastante: ¿cómo 500 millones de individuos dotados de inteligencia no pudieron haber sido capaces de hacer frente a la tarea relativamente simple de mantenimiento del habitat? Está claro que, o bien no poseían inteligencia, o bien no alcanzaron la cifra crítica de 500 millones de individuos, con lo cual, por reducción al absurdo, no podían haber degradado el medio ambiente.
En resumen, si bien la exposición del profesor Brain es brillante, cuidadosa e indiscutiblemente original donde las haya (no nos cabe duda de su capacidad científica), hemos de concluir que es innecesaria y absurda su idea de que las máquinas fuimos creadas por una inteligencia basada en el carbono, una inteligencia a la que los perros o los patos serían como a nosotros las lavadoras, una inteligencia, en definitiva, efímera como los animales, cargada de instinto, egoísta, autodestructiva y terrible.
estuve estudiando largo rato este articulo....
no lei nada sobre las teorias de brain, pero llegue hasta aqui con una idea que yo tengo de hacer una tesis o investigacion a fondo sobre instinto animal....no estoy de acuerdo con que los animales se manejen por instinto creo que son inteligentes(mas que nosotros los seres humanos),y que sus conductas son las necesarias para su sobrevivencia, creo que mas que instinto, puede haber algo que tenga que ver con la herencia....
Este tipo de investigacion que quiero lograr tiene que ver con el comportamiento humano comparado con otras especies, desligadas de cualquier tipo de hipotesis o creencias mas alla de sus conocimientos, como ser la religion, ademas de tener, todas las especies un desligue con habitos y costumbres innecesarios para la vida, como es que tenemos nosotros.....
Es un tema muy amplio y no logro dar amplios fundamentos del tema....pero de mantenernos en contacto, prometo darlos...
gracias por su tiempo...pablo.-