La primavera de 1679 resultó entretenida para buena parte de la Corte virreinal en Puebla, México. Allí, Núñez de Miranda [1] , teólogo jesuita aficionado a los acertijos, hizo correr unos pliegos que reproducían un Enigma del poeta sevillano Juan de Jáuregui del que había borrado el último verso revelador de la solución.
Un cierto alcahuete soy;
tal, que la más encerrada
suele ser de alguno hablada
si yo de por medio estoy
Y siendo por mi respeto
el parlar introducido,
con toda mi fuerza impido
cualquiera lascivo efeto.
Así que soy bueno y malo,
y aunque pesado, ligero;
a las palabras, tercero,
y a las obras, intervalo.
Por mandados diferentes
en pie siempre me sostengo;
voy con billetes y vengo,
y llevo y traigo presentes.
Mil embustes y falacias
oigo; y, en el mismo instante,
también con igual semblante
oigo dar a Dios mil gracias.
Así conservado he sido;
aunque es poco mi sosiego,
tengo entablado mi juego,
y soy en palmas traído.
Mas tan voltario me siento,
que temo ser destrozado
o a las llamas entregado,
si llego a más rompimiento.
Juan de Jáuregui
Al parecer no fueron pocos los días que el Virrey y sus súbditos gastaron intentando desvelar la quisicosa, por más que en esa época y ese ambiente fuera objeto cotidiano en sus vidas. Al final, el adivino fue el secretario del Virrey que, dicen, cayó en la cuenta mientras hacía de mensajero entre la corte y el convento.
Enigma: oscura alegoría o cuestión y pregunta engañosa y intrincada, inventada al albedrío del que la propone. [2]
El Fisiólogo, en su medieval Tractatus mirabilium, se muestra muy preocupado por un enigma que se siente incapaz de resolver y que le provoca sensaciones extrañas: sus sentidos le dicen que la revelación de su significado oculto será algo luminoso. A él le llega en una nota escrita al margen de una hoja con versos de la poetisa árabe del siglo VII Al-Jansa. El enigma dice así:
Broto en la semilla del cerezo.
Ejerzo de hormiga entre los paladines.
Sucumbo a la carencia de la luz:
nada surgirá de los vientres ni de la pestilencia
salvo una luz ténue como una vela.
Sabed mi nombre y encontraréis el vuestro.
En la tríada endeleble a la que yo mismo me he sumado no podía faltar Roon Grebelek, quién, por supuesto, también se fijó en el enigma y que tampoco pudo resolver. Él creyó estar cerca de la solución al iniciar un estudio en el que cada verso era a la vez independiente e historia del anterior, pero la alegría le duró tres versos.
En fin, yo tampoco puedo con el enigma. Se lo dejo a ustedes. Como ayuda, por si acaso tuviese algo que ver, transcribo los versos de Al-Jansa al lado de los cuales se escribió el acertijo:
Es preferible morir a vivir como una abeja sobre la punta de la lanza.
Si alguien resuelve el enigma que, por favor, me lo comunique.
Ah, me olvidaba, para quien aún no lo haya adivinado, la solución al de Juan de Jáuregui es el torno de las monjas.
_________________________
[1] Director espiritual de Sor Juana Inés de la Cruz, tal y como nos cuenta Octavio Paz en Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, Seix Barral, Barcelona, 1982.
[2] Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana, 1611. e¡Edición de Castalia, Madrid, 1995