Me van a permitir que abandone eventualmente mi ridículo talante de erudito para ocuparme de algo que por estas fechas les resultará útil a la par que divertido: prodesse y delectare a un tiempo: los regalos para niños. Y es que ya tengo en casa no menos de seis catálogos de juguetes, manoseados, pintados, rasgados y leídos más veces, se lo puedo asegurar, que todos los libros de Antonio Gala juntos. Pequeño inciso: una prueba más, y de peso, de que el futuro de las editoriales está en los folletos de las grandes superficies de ventaygana.
Al grano. Que les voy a comentar la oferta navideña de juguetes para niños según los catálogos que llegan a mi buzón. En un principio había pensado darles su nombre y apellido a cada uno de los centros comerciales y jugueterías que tan amablemente pusieron a mi disposición esta información: así ustedes no dudarían sobre dónde adquirir los regalos; pero después de unas cuantas llamaditas y una vez constatado que este artículo no iba a ser patrocinado por entidad alguna, no he querido hacer publicidad gratuita. Por ello, trucaré y ocultaré los nombres cual tratado hermético de modo que se vuelvan irreconocibles[1].
Ahora sí, al grano.
¿Con qué empezar entre tanta y tan abrumadora oferta? Vámonos con las muñecas. En este apartado, sin duda, es Alapradera el de mayor y más acertada agudeza publicitaria. Bajo el lema Están esperando que las cuides, uno puede escoger entre las siempre sonrientes Chou-Chou Rock a Bye, Miracle baby, Baby Patty, Baby Cuky, Baby Tac o las más suciotas Baby Air Balbuceos comiditas, Bay Air Balbuceos aseo y, sobre todo, Baby Pipí. El mismo catálogo ofrece un apartado de muñecas un poco más sofisticadas, hecho que se nota más que nada en los magníficos recursos poéticos de sus nombres: Mindy Mechas, Agatita Pon y Quita, Betty Spaguetty, Maggie Reggie, Pepón Trotón y, sobre todo, Pirulín Pipí.
El catálogo de Alapradera, romo, parco y plano, muestra claramente que su cliente ideal (en el sentido de Umberto Eco) no son los ejecutivos ni las Señoras de. Juguettes ya apunta más alto con un folleto más cuidado y dirigido. Por ejemplo, aquí todas las muñecas vienen acompañadas de su medida, hecho imprescindible para saber que una tal Jenny, rubia y con coloretes, mide 85 cm, talla que la hace susceptible de ser regalada tanto a niñas como a papás. Pero dando un paso más Juguettes tiene secciones como Pasarela, moda y belleza o Dulce Hogar. En esta última, un recuadro situado entre fregonas y aspiradoras advierte: “Permite el desarrollo del lenguaje y la socialización, al posibilitar que varios niños cooperen con vistas a realizar distintas labores de limpieza”. Al lado, una niña feliz plancha un pantalón mientras un niño con cara de pillo y mirada cómplice al lector le entrega una pieza de ropa. Ay.
Sibilino cuando menos es el catálogo de El Tajo Anglosajón en su sección Muñecas y accesorios. Su modo de enganchar a los padres (¡cuidado!) es llevarlos al terreno de la ambigüedad: inmerso en sus páginas pierdes el sentido de la realidad y despiertas en la sección Contactos del periódico. Si no me creen, lean esta muestra de epígrafes que acompañan a las muñecas:
“Adopta todas las posturas naturales”
“Se ilumina su cabecita al presionar su barriguita”
“La pareja más simpática de gorditos. De agradable tacto y especiales para el baño”
“Cuerpo blandito”
“Levanta sus piernecitas, mueve su cabecita y hace pipí”
“Hola, yo soy Jade y me llaman gata descarada”
En fin, que visto lo visto, quizá sea mejor regalar consolas (y no voy aquí a hacer juegos de palabras) y videojuegos: no engañan a nadie, consiguen la apariencia de que no tienes hijos y, además, aprenden inglés:
Splashdown, Top Gun, Uefa Champions League, Spy Hunter, Half Life, Air Blade, Project Eden, Crash Bandicoot o un Full Pack para la Gameboy Advance.
Todo esto en Carrefor, que además tiene la avanzadilla en una tendencia creciente que lleva a regalar cosas que hablan. ¿Por qué? ¿es que no se dan cuenta que con el niño para hablar ya llega? La Diva Starz dice ¡¡¡¡¡MÁS DE CIEN FRASES!!!!!! Por no hablar de Yano, un Yoda aniñado que cuenta cuentos mientras mueve la carita. Al menos servirá para olvidarse del crío media hora antes todas las noches y que le cuente el cuento el extraterrestre. En cualquier caso, y bromas aparte, sólo el catálogo de Carrefor ofrece lo que yo creo que debería ser el regalo estrella de estas Navidades: el Ángel Serafín: enseña el padre nuestro y otras oraciones bíblicas a los niños.
De todos modos, un regalo que nunca desilusiona es el peluche, producto del que El Tajo Anglosajón y Juguettes ofertan una buena gama. Además, su potencialidad para ser abrazado, unido al Yoda y a la consola son el pack perfecto para olvidarte de que tienes hijos.
Destacar, nada más, que Alapradera oculta en su catálogo una página en blanco y negro titulada Los clásicos de toda la vida (ya saben, Cine EXIN, el Tocador de la señorita Pepis y los Juegos reunidos GEYPER) que, curiosamente, tiene los precios totalmente actualizados.
Para terminar, permítanme que les haga algunas recomendaciones:
1. Compren todo en El Tajo Anglosajón. Razonamiento: a los dos días de que los niños tengan los regalos estarán rotos. Los cogen, se los llevan al centro comercial y los devuelven por otros nuevos (los regalos quiero decir). Nunca falla.
2. Pase lo que pase no se gaste menos de cien mil pesetas por hijo: hoy todo se comenta y podrían quedar en ridículo entre el barrio. Además, es conveniente que los hijos guarden un buen recuerdo de sus padres para cuando cumpla usted los 80 y no tenga donde quedarse.
3. Insisto: regalen el Ángel Serafín. El que no haya pecado que tire la primera piedra.
Felices Navidades.
___________________
[1] Los centros comerciales que se ocultan tras Alapradera, El Tajo Anglosajón, Jugettes y Carrefor son tomados de la realidad española. Si usted lee esto desde cualquier otro país, no se sienta desatendido: los centros comerciales son iconos extrapolables a cualquier otra realidad.
fui un dia a coti ingles me compre un monton de pegatinas y un juego de operacion triunfo david bisbal esta muy bueno