Imaginemos a un hombre de edad indeterminada y ataviado con unos pantalones demasiado anchos y con un jersey color higo chumbo demasiado estrecho. Este retrato corresponde sin pestañear a un macharengo. Sin embargo este mismo individuo podría redimirse si tuviera diecisiete años. La edad.
Se me ocurre ahora que se acerca el tiempo de las grandes catástrofes de toda índole y que vamos a pasarnos más de un día gozando a tope con la bocacha abierta ante las bolarangas de fuego que nos va a enseñar el telediario se me ocurre pensar en por qué cuando hay un zapitostio ferroviario siempre hay que lamentar daños personales entre los que se cuentan cuatro ocho dieciseis niños que son por naturaleza inocentes y especialmente a lamentar además de víctimas.
Y por qué niños, podríamos preguntarnos? ya sé que es de mal tono preguntarnos, pero bonito tampoco es el insinuar que la gente que iba en el tren y tenía a la vez cuarenta tacos y ha palmao tenía menos derecho a la vida, o sí?
Esto no es así en todas las culturas ni mucho menos. En algunas tribus africanas se llora más la muerte de los viejos que la de los niños. Un viejo puede saber toneladas de historias orales, puede ser un griot. El comentario de la madre ante la muerte de un hijo podría ser "sólo tenía cinco años", como quitándole importancia. Hasta tal punto es así que los niños no suelen adquiri nombre propio hasta entrar efectivamente en la edad adulta en la pubertad.
Cuántas veces en cambio tenemos nosotros que aguantar que alguien nos enseñe fotos de su sobrino y nos diga que es idéntico a su hermana. Ese recién nacido inmortalizado en pleno acto de mear es idéntico a su hermana solo que más bello? Vamos a poner las cosas en su sitio. Concretamente vamos a hacer el bonito ejercicio de reprimir las arcadas y tratar de imaginar a la orgullosa madre con la misma cabeza a escala que tiene su hijito. Si vieramos por la calle a alguien con esa cabeza redonda y esos mofletes, ese color entre encarnado y azul, esa boca babada sin dientes coincidiríamos todos en pensar que es un monstruo repugnante. Por qué sin embargo hemos de fingir que nuestras crías son hermosas? Por qué hemos de llorar más la muerte de un niño si un hombre adulto ha llorado y ha reido más, si ha obtenido provecho para sí mismo y el resto de personas, si ha sido capaz de expresar con precisión y delicadeza sus sentimientos? por qué hemos de valorar la torpeza y el desvalimiento de un niño, su carencia total de esas mismas cualidades que nos certifican como humanos?
Quizás se oculte detrás de esto algo de sentido común: todos los ejemplos hasta la fecha de seres humanos han redundado en el tinajismo y la ineptitud. Todos los grandes capitostes de la humanidad, todos los chimburulos de la historia, todos los faros del pensamiento proyectan sobre nosotros vergüenza, asco y oscuridad respectivamente. Tiene apariencia de veracidad entonces el pensamiento de que los jóvenes pueden dar con algún tipo de respuesta ya que los viejos han dado tan sobradas muestras de no haber merecido esa vida que han desperdiciado insensiblemente.