Revista poética Almacén
El conservero

[Alberto Majoral]

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El voto de castigo

Lugar: La Ideal Taxidermia. Los miembros de la tertulia discuten los resultados de la primera ronda de las elecciones presidenciales francesas. Chiner esboza su característica sonrisa burlona.

Chiner: A los franceses se les ha salido la caca con lo del Le Pen, ¿eh?

Gómez-Galerio: Cuando el pueblo vota a Aznar, el pueblo soberano siempre tiene la razón.

Cordel: Pero el pueblo también puede votar a los fascistas.

Chiner: Que parece que esta vez fue por darle por culo no sólo a los partidos tradicionales sino que a la izquierda en general.

Gómez-Galerio: Parece que el voto a Le Pen y a Chirac, combinado, es superior que a la izquierda entera.

García Siniestro: Resulta que muchos votantes del Front Nationale fueron parados y gente con contrato basura.

Martínez: La izquierda hace muchos años que dejó de ocuparse de los problemas de los jodidos, para apuntarse a la comodidad de la clase media.

Chiner: Pues que se jodan.

Martínez: Que se jodan, ¿quiénes?

Chiner: Pues los partidos de izquierda, ¿quiénes van a ser? Si no se atreven a hacer su trabajo, que se vayan a la mierda.

Gansell: Últimamente les ha dado mucho por ocuparse de los jodidos de otras partes del planeta.

Chiner: Claro, porque ahí no hay que hacer nada; con que hagas tu periódica declaración de buenas intenciones, ya resulta suficiente. Ese personal no te vota. Sin embargo aquí, donde el personal viene equipado con sufragio, o te ocupas de sus necesidades o te enchegan a la merda.

Martínez: También está toda esa movida de la seguridad ciudadana.

Chiner: Si tienes un curro decente y perspectivas de futuro por lo menos para tus hijos, cosa que no ocurre con muchos inmigrantes, a quienes culpabilizan de la inseguridad, no te lanzas al crimen, al pequeño atraco y todas esas cosas.

Gansell: Ahí han fallado todos. No sólo la izquierda. Han fallado incluso los inmigrantes.

García Siniestro: Claro, porque en el sistema capitalista nada es gratis, hay que buscarse la vida.

Chiner: Ni en el capitalista ni en ninguno.

Martínez: ¿Estamos perdonando a Le Pen por sus ideas?

Chiner: Estamos cagándonos en esta izquierda ligera de la tercera vía, y en la izquierda arcaica, de los comunistas, que no son más que católicos sin parroquia.

Martínez: Menos mal. No quiero que nos llamen fachas por lo que estamos diciendo, ¿eh, joven Majoral?

Majoral: Ya pasaba antes, no se preocupe usted ahora, Sr. Martínez.

García Siniestro: Resulta que también ha votado a Le Pen la gente del campo.

Martínez: Hombre es que no se puede vivir en la ciudad, donde no se produce nada comestible, y cobrando grandes sueldos por hacer cualquier tontería de alta tecnología y esperar que la comida sea gratis. Al campo hay que pagarle lo que valen sus productos o hay que subvencionarlo desde las ciudades.

Chiner: Si no, votan a Le Pen. Muy bien pensado. Queda por ver qué hacen esos mamones en los parlamentos.

Cordel: Seguramente ir a comer a algún sitio caro, con cargo a su cargo.

Chiner: Se han quedado todos disecados por el dinero y el poder.

Martínez: Yo diría que no es tanto el dinero. Más bien parece efecto del sistema este del capital-amiguismo, que los ha dejado secos, incapaces de moverse, y sin poder salir del museo.

Cordel: El de historia natural, claro.

Chiner: Claro.


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