Afuera llueve. La penumbra se hace con La Ideal. Un rayo ilumina la tarde, la trastienda, y su destello reflejado en el diente de oro de Joaquín Chiner nos deja ciegos un instante. Chiner está contento:
Chiner: Han hecho llorar al Ministro Portavoz en el Parlamento.
García-Siniestro: Hombre, no llegaría a tanto.
Chiner: Porque los sobornados telediarios no nos lo enseñan todo.
Gil: Ha llorado, ha llorado.
Colom: Un poco mariquita ese ministro, digo, por la pinta.
Taracido: Calla, que Majoral lo anota todo y lo publica.
Gansell: Siempre quedamos mal. Yo lo he leído y siempre estamos haciendo el ridículo.
Cordel: Será Chiner que es el que más habla.
Gansell: Somos todos, todos.
Taracido: Hombre, no será para tanto.
Chiner: Por lo menos no mentimos; y si mentimos no llamamos al Mundo para que lo publique en primera plana.
Majoral: Ojo que El Mundo es el servidor de Almacén, no nos vayan a dejar en la calle, aunque sea la virtual.
Chiner: Ministros mentirosos, periódicos que se complacen en publicar la mentira, presidentes que dicen que Aquí no pasa nada. La verdadera felicidad.
García-Siniestro: Lástima que no haya venido Martínez, que lo mantiene a usted a raya.
Chiner: Raya la que te metes.
Taracido: Calma, señores.
Colom: La voz de la razón. De la otra, no del periódico.
Chiner: ¿Y cómo se llama el otro ministro mentirijillas?
Cordel: Piqué.
Chiner: Eso, Conchito Piquer.
Colom: Otro que va por ahí con la copla.
Cordel: ¿Que no era ese el que se había robado la tira de millones en una empresa donde trabajaba?
Chiner: El mismo. Primero ladrón y luego mentiroso.
Gil: Menos mal que tiene quien lo defienda.
García-Siniestro: Aznar ha dicho que la gente lo vota por su coherencia.
Chiner: Claro, todos hijos de puta...
Taracido: Señor Chiner, aunque no esté hoy don Ernesto...
Chiner: ¿Qué pasa, chaval?
Colom: Que no se puede decir lo que uno piensa porque luego sale publicado. Mal rollo.
Chiner: Pues que se publique. ¿Qué me van a hacer? ¿Quitarme la pensión?
Gil: Eso no, que está el Pacto de Toledo.
Lo que siguió era peor. Seguía lloviendo, sin rastro de don Ernesto Martínez o el Taxidermista. Por fin, un segundo rayo, reflejado de nuevo en el diente de oro de Chiner nos convenció a desistir. Colom y yo nos vamos de copas. Colom me lee su último poema, de próxima publicación. Feliz fin de cuaresma.
¿Puedo enviar poemas para su revista?
¿Que instrucciones debo seguir?