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Una ventana en la escalera por Eduardo Bauta

Eduardo Bauta es arquitecto y por ello escribidor. Colaboró en Almacén con Opus Incerta. Una ventana… dejó de actualizarse en junio del 2005.

Dragones y princesas. Un cuento construido.

Deleuze categoriza los espacios en su dimensión más material, dividiendo estos en lisos y estriados. Serán pues estas categorias las que sirvan de armazón, trillaje sería más apropiado, de soporte a las actividades que caractericen un espacio de definición topológica antes que euclídea.

La ciudad soporte sustituye a la ciudad objeto y a la vez se ve superada por la ciudad inmaterial, una ciudad inmanente, una ciudad veinticuatro horas, una luz que no se apaga, se sustituye. La batalla ya no está por lo tanto ahora en lo físico sinó que escapa hacia los planos de tangencia generados como escudo, establecidos detrás de los filtros de los que nos previenen Virilio o Marc Augé.

La princesa, raptada por el dragón sucumbe a una lluvia de interferencias en las que no distingue ya lo que le es propio de lo que le ha sido arrebatado. Desde el castillo la lectura del tejido no permite ya generar espacios que fomenten relación sino que se envuelve en si misma se convierte en parte de un rizoma para deformándose ser al fín objeto de si misma. El soporte se aleja, se desliza, no ya a un segundo plano (indica jerarquía) sinó a un plano coexistente pero ajeno a interferencias.

Frente al hueco que sirve de reclamo los escasos espacios de relación se sitúan fuera de geometrías contenidas, reclaman una nueva definición. Una definición que poco a poco se adivina semántica frente a geométrica y se integra mediatica por deseo impuesto al cuerpo-objeto que por élla se arrastra. Se desarrollan estrategias antes que indicaciones y son las primeras las que configuran resultados.

Alexander semiretículo, sentado frente a un árbol para reinterpretar la urdimbre misteriosa del tejido, a su lado un niño desliza un ábaco, sistema generador que reta a los anquilosados mecanismos de decisión. El niño se convierte en princesa capaz de mutar para dar respuesta múltiple en función del color del dragón que la retiene.
Manual de instrucciones.

Sísifo baja una vez más la colina.

Sistema frente a mecanismo.

El programa se vuelve arena, sistema de código abierto generador de estrategias. Frente al indicador, el abanico, la elección de una de las posibilidades no descarta su coexistencia con las apartadas de manera que estas se sitúan en una esfera en la que a modo de blob se generen interferencias capaces de materializarse por medio de geometrías inducidas, geometrias de régimen variable definidas, de nuevo, a partir de un sistema topológico antes que desde un sistema euclideano.

Usuario, target, consumo.

La princesa golpea una y otra vez la puerta sin esperanza. La inexistencia de la dialéctica contenido–contenedor en favor de relaciones organismo–parasito le obligan a una necesaria mutación, su armazón los contiene ahora a ambos de manera autónoma. Dragón-princesa muta cyborg, organismo modificado capaz de generar su fuerza partiendo de sus limitaciones. La puerta cede y se convierte en parte integrada. Dragón-princesa, organismo modificado, capaz y autónomo se convierte entonces en otro cuerpo sin órganos, en parte de antes que descripción.
Nuevas interferencias, constante redefinición, el organismo se obliga a un necesario establecimiento de directrices, a la fijación de estrategias que primen sobre definiciones, sustitución de anclajes por soportes y repetición de la dialéctica mecanismo vs sistema.

Piel operativa frente a vivenda–refugio. Exoesqueleto convertido en estrategia. Una protección ya no externa sino inherente al organismo que acoge, un entorno capaz, que sirva a la naturaleza nómada del organismo al que protege y del que forma parte.

Siguiendo lo inmaterial que la especificidad de lo físico nos rescata dragón-princesa, cyborg ya, recupera conciencia de su propio borde, concebido piel de defensa, no ya punto de conexión.

En la ciudad ya no aguarda el espectáculo media, el organismo nómada despliega la jaima y espera, la ciudad le acecha.

Su cualidad, ahora nómada, obliga al dragón-princesa a pertrecharse, situa entre si y lo otro distancia y espera enfrentamiento.

A modo de rito de limpieza, entre ellos un foso, agua como elemento purificador, el foso del castillo pero también condición de limpieza previa al acceso a la comunidad.
La princesa ya no está triste.

Eduardo Bauta | 25 de junio de 2005

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