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Transtornos del sueño por Purranki Sandongui

Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.

Guía práctica para interpretar los sueños

Lo del simbolismo en los sueños da poco rendimiento, por término general. Y la razón viene siendo que está todo equivocado y roto desde siempre y es una sandez permanente e inaguantable. La razón es que nos dejamos llevar por la tradición en la que hemos crecido sin caer en la cuenta de que es tan sólo una de tantas posibles, y que nada confiere a nuestra así llamada cultura idéntico mandato sobre el muy idiota mundo de los sueños.

Por poner ejemplos, que es lo más entretenido: se tiene por cierto que soñar como la alcoba donde se duerme se va llenando de líquido amniótico sanguinolento hasta ahogarnos es un mal presagio. Pues no lo es: significa que un extranjero rubio nos desposará a bordo de un velero y nos regalará unos fartons.

O el clásico error de suponer que el soñar que lúbricas patinadoras checas sobremaquilladas nos abanican con sus pestañas y nos colman de dineros y billetotes es algo bueno. Pues no lo es para nada. Significa, esta vez, que un tartaja con los ojos tiznados de hollín vendrá de entre los muertos para arrancarnos la úvula a dentelladas.

Y lo de soñar con peces. Tradicionalmente se pensaba que esto significaba buena fortuna en el bingo. Pero significa te encontrarás mal de repente y tendrás un fallo multisistémico y morirás como un pollito allá donde te alcanse la muet·te.

Así que hay que andarse con cuidado y tener muchísimo miedo, todo el que se pueda.

  • Miedo a morirse en mala postura y hacer el ridículo hasta que nos encuentren.
  • Al polen, porque ahora andamos despistados porque se ha acabado la primavera y no tememos que nos aplaste un pedrusco de polen. Y es precisamente cuando el polen aprovecha.
  • Al queso. Sí. El queso, tan inofensivo que parece y sólo espera su oportunidad para saltarnos al cuello, harto de que lo pinchemos con cuchillos bipuntiles.
  • Y a los peces bobos de los acuarios. Esos peces pueden devorar una vaca en treinta días. O unos parecidos. Los peces parece que no, pero tienen boca.

El miedo no garantiza que no nos pasen todas estas cosas desagradables e incómodas, pero nos permite permanecer insomnes, con lo que al menos nos evitamos malos augurios que de bien poco nos iban a servir, estando escrito como está desde siempre nuestro destino en la tapa de un yogur con premio, esperante y silente en estante frigorifiquil.

Purranki Sandongui | 12 de agosto de 2005

Comentarios

  1. Marcos
    2005-08-12 12:30 Gracias por las risas provocadas.

    Saludos.

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