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Transtornos del sueño por Purranki Sandongui

Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.

El lado fresco de la almohada

Se pueden clasificar los motivos para el insomnio en subjetivos y objetivos. Subjetivo es sufrir de pena mora por la muerte imaginada de Mochilio, el fruitti. Objetivo es no poder dormir porque un forzudo nos lanza cascotes subido en un taburete. Cabe considerar que Mochillo no haya muerto realmente sino que disfrute, libre de pecado, de la vida eterna y está retozando con las valkirias y bebiendo en lodazales de vino y miel. Y cabe suponer también que el forzudo lanzador de cascotes no exista más que en la imaginación de un ñu, o, en su defecto, que se caiga del taburete y se mate mucho.

Se puede dar en ese caso una inversión de los términos. Si consideramos la muerte posible del fruitti Mochiyo como algo abstracto y no evidente, habrá que sustituirlo por la posibilidad de que en el futuro lejano nos otorguen el premio príncipe de asturias. Es realmente difícil conciliar el sueño pensando que tendremos algún día que hablar delante de toda esa patulea de autoridades. Reyes, catedráricos, obispos, quizás hasta haya algún protésico dental entre el público. El terror se apodera de uno mientras va barajando diferentes comienzos de discurso. Todos empiezan por la letra U.

Claro está, puede que este terror desaparezca porque finalmente nos convencemos de que lo del premio es altamente improbable. Nunca haremos una contribución decisiva al progreso de la sociedad, y paradójicamente, nunca nos darán el premio príncipe de etc. Ahí acabarían nuestras cuitas y nuestra búsqueda incansable de la felicidad y del lado fresco de la almohada. Por qué no harán almohadas con DOS lados frescos? o con un sistema de disipación de calor que consiga que el rostro se desprenda? Así nos entretenemos un rato pero rápidamente nos asalta otro pensamiento. Es cierto, no ha muerto mochilo porque un dios misericordioso es incompatible con la idea de muerte, y no debemos temer ser premiados al estar blindados por nuestra inutilidad a toda prueba. Pero, atención, la desaparición de un obstáculo, terror, o monstruo de final de fase crea un vacío que genera una succión chupadora de una peora aún peor para nuestros fines.

Si no es la preparación de discurso gagá será el miedo a la capa de ozono. O ese miedo a la radiactividad. Si vivimos cerca del suelo, temeremos al radón que emana de la tierra removida de los cimientos. Si vivimos en los pisos altos, temeremos al uranio empobrecido usado en los pararrayos. En el caso de vivir en un piso intermedio, temeremos a la letal combinación de ambas influencias. Si nos sobreponemos, pensaremos en las antenas de los móviles o en la carne de vacuno, o en los mosquitos mejillón taiguer, o en la posibilidad de contraer el ébola por cortarse fatalmente durante la manipulación de uno de esos juguetes absurdos que vienen pendientes de montaje en el interior del contenedor amarillo que hay misteriosamente en el interior de los huevitos kinder.

Purranki Sandongui | 01 de julio de 2005

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