Lo de soñar con personajes divinos es lo mejor y lo más barato para justificar por un lado la existencia del personaje que sea y por otro la nuestra. Cómo no va a existir Ganesh si acabo de soñar que ibamos juntos en triciclo por los fiordos?

Un ejemplo magnífico de sueño metafísico es el que tuvo el tipo del libro del Mormón. El fundador, digo. Se fue a dormir y al despertar tenía metido en la cabeza el tercer tomo de la Biblia.

Si realmente tenemos interés en fundar algún tipo de secta cristiana o no, el mejor momento es el sueño. Uno se puede tomar unos chatos con el arcángel Juanele o con la oruga de Alicia en el pais de las maravillas y al despertar comenzar a trazar sencillos esquemas de captación. Borrachos. Ludópatas. Drogadictos. Enfermos terminales. Locos. Paletos. Se trata de encontrar a alguien tan desesperado como para que le impresione nuestro reciente viaje astral con Poncio Pilatos. Alguien que no encuentre anormal el considerarse un apóstol de Nueva Poncia, alguien que sea capaz de maravillarse por milagros realizados durante el sueño.

La respuesta psicológica a este tipo de sueños no es simple. No es sencillo decirle a un tipo que te está pagando la consulta “tú es que eres tonto chaval”. Aunque debe hacerse si realmente es eso lo que necesita oir. Demasiados tontos hay ya sin diagnosticar caminando libremente en nuestra sociedad.