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Textos del cuervo por Marcos Taracido

TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.

Niños, ficción y la lacra del eufemismo

Hace un tiempo no muy lejano una conocida editorial mandaba corregir una ilustración que había encargado a un amigo mío; la razón para la corrección era que a la mujer dibujada se le notaban los pechos, y debían eliminarse. No sé cuánto de aislado es el ejemplo, pero sí me parece significativo de toda una tendencia hacia la asepsia en la ficción para niños, una asepsia que borra toda arista y simplifica el mundo. Es paradójico, pues mientras se intenta mantener en una burbuja irreal a los menores el mundo les golpea, al menos, igual que siempre. Y más paradójico: mientras la educación pide hablar a los niños con claridad sobre temas tradicionalmente tabúes, los libros o las películas ocultan todo ese mundo bajo capas y capas de maquillaje simplista: porque esa es la otra consecuencia: difícilmente ayudaremos a una maduración crítica si creamos para ellos una ficción contemplativa, inocua y diluida. La protección de la infancia no consiste en el ocultamiento del mundo, sino en su enfrentamiento, controlado, a él.

Llevamos ya tiempo inmersos en esta patraña eufemística, y ahora anuncian más: se publica en Estados Unidos una nueva edición de Huckleberry Finn en la que se eliminan las palabras ofensivas para poder entrar en los circuitos escolares. Se me ocurre que una edición políticamente correcta de un clásico europeo como Andersen haría sus cuentos ilegibles o los desnaturalizaría por completo, cosa que han hecho ya las múltiples versiones que con la disculpa del “basado en” se elejan del original hasta hacerlo irreconocible. Saboreen este fragmento de Los cisnes salvajes: «Allí vio que junto a una de las mayores tumbas había un corro de lamias, brujas horribles. Se quitaron sus andrajos com osi fueran a bañarse y escarbaron son sus largos y flacos dedos en la tumba reciente, sacaron el cadáver y se comieron su carne.» Porque sí, la noche es peligrosa, hay seres dañinos, terribles y la muerte y sus aledaños han de aprenderse cuanto antes, y mejor hacerlo a través de la ficción que enfrentarse, totalmente desnudo, ya de adulto.

Con este panorama uno admira más a Saki y sus relatos inapropiados. Y El contador de cuentos, de principios del siglo XX (sí, el problema existía ya entonces, pero a niveles muy alejados de la actual eufemística rampante), ilustra perfectamente de qué hablamos: unos niños se mueren de aburrimiento ante los cuentos limpios e iguales unos a otros que les cuenta una tía intentando mantenerlos tranquilos durante un trayecto en tren; imposible, hasta que un hombre se ofrece a narrarles algo, y su cuento está completamente lleno de incorrecciones que entusiasman a los chicos. La edición, con dibujos de Alba Marina Rivera, es portentosa.

Cerrando este texto me encuentro con un corto que resulta perfecto como epílogo. El niño, aunque obviamente exagerado, podría ser cualquier niño educado en la asepsia:

Marcos Taracido | 06 de enero de 2011

Comentarios

  1. Paco
    2011-01-06 21:56

    Curioso paralelismo con el sistema inmunológico. Para “educarlo” hay que enfrentarlo al mal. Una vacuna no es sino el “mal” debilitado.

    Pero la protección no es sólo en los cuentos; se protege de la sociedad cruda en los centros educativos y en la universidad. Y en los hogares.

    Los niños y los jóvenes viven una experiencia descafeinada de lo que luego se encontrarán en su primer trabajo, y al no haber sido expuestos a la necesidad de lucha, no luchan, acatan las reglas que el mercado les impone y en muchos casos ni siquiera son capaces de plantearse que es posible decir “no” a jornadas laborales brutales ni a situaciones injustas.

    En concreto así es el sector de la informática, y me temo, que salvo los trabajos tradicionales del sector secundario, así será en casi todos los trabajos.

  2. anonimo
    2011-01-07 00:44

    Paco soy un estudiante.Te digo por experiencia que a los jóvenes nos quitan las ganas de luchar a base de ostias.Esto que voy a contar a continuación me paso a mi.Mi ex profesor de gallego me entrego un examen suspenso,yo sabia que esa nota era injusta luego lo comprobe cuando vi que el examen estaba casi sin corregir.Luego le pregunte al profesor que porqué me suspendiera y me dijo que por no dejar márgenes(no digo que el examen no tuviera otros fallos,pero no estaba para suspender).Yo me cabre y cuando el equipo directivo supo el caso no hicieron nada,peor pensaron en expulsarme.Luego mi madre fue hablar con ellos,vío que en la programación ponia un veinte por ciento de la nota a criterio del profesor(cosa que tambien vío el equipo directivo).Luego mi madre hablo con el y le dijo que bueno tendria estipulado cuanto baja por no dejar márgenes y por las faltas de ortografía y le contestó que como era una asignatura de letras no podia hacer eso.Mi madre le pregunto si ponia la nota como a el le daba la gana,y el le respondío que mas o menos era asi.Al final para que no me expulsaran tuve que pedirle perdon.La mayoria de mis compañeros me dijeron que fui tonto por cabrearme por no tener un examen corregido que deberia haberme callado la boca y esperar.Creo que de experiencia descafeinada nada.Soy consciente que parece mentira,y parece la tipica historia de alumno resentido pero es cierta.Esto paso en la primera evaluación luego me puso un seis en la segunda y en la tercera.

  3. anonimo
    2011-01-07 01:11

    Sobre el artículo en cuestion muy bueno aunque hay otros ejemplos fuera del campo de la literatura.Como speddy gonzalez.La warner se preocupa bastante de ir eliminando videos de speddy gonzalez donde se haga referencia a drogas,revolucionarios o conflicto racial.Disney tambien se preocupa por borrar el racismo de sus clásicos.Por no hablar del cambio de color de los pitufos negros en la serie de dibujos animados de lso pitufos.Pero bueno aun hay esperanza sino vean megamind que comienza con el supervillano tomando el mando de la ciudad.En esa película tambien aparece el acoso escolar como un motivo de la conducta del malo (lo mejor que el acoso del malo era provocado por el superheroe).

  4. Marcos
    2011-01-07 12:03

    Paco, sí, es así en la educación, y en la sobreprotección a los niños de la infancia en general, pero ahí los encontronazos con la realidad llegan, casi siempre, antes de la vida laboral, con el roce diario; es lo que trataba de hacer ver con el corto: nunca tanta corrección produjo niños tan mal hablados y maleados, y al tiempo que tengan tanto rechazo a quienes les sobreprotejen. Un efecto rebote.

    Y sí, claro, los ejemplos de asepsia extrema están en todos los campos, literatura, cine, televisión…

    Saludos

  5. Félix
    2011-01-07 13:39

    Muy interesante tesis; que en mi opinión está cargada de razón pues refleja un fenómeno del que hay abundantes evidencias.
    Coincido con usted en que corremos el riesgo de educar y “embarcar” a los niños y a los adolescentes una especie de hiperrealidad (ese mundo paralelo que tan bien describió Baudrillard).

  6. Aloe
    2011-01-12 14:12

    Qué satisfactorio para el espíritu debe ser el tradicional género “decadencia de los tiempos/adonde vamos a parar”.
    Porque para ejercerlo en este tema ya hay que tener ganas.
    Desde _ al menos_ los Hermanos Grimm, las recopilaciones victorianas para niños, y, en España, cualquier edición infantil desde que estas existen, la evitación del sexo incluso por alusiones, de las palabras malsonantes y sus asimiladas, de la violencia y de cualquier asomo de realismo ha sido obligación y tonica general…
    Ahora mismo, cada uno puede editar los que quiera, y los padres y maestros pueden elegir lo que quieran entre lo que hay.
    Eso significa que, en términos generales, hay <i>menos</i> y no más, de eufemismo y asepsia obligadas de la que ha habido nunca desde que se inventó la literatura infantil.
    Encima, ahora los niños leen las historias para adolescentes pŕacticamente desde los 10 años.
    Porque los de 16, si siguen siendo lectores, leen lo mismo que los adultos.

    Así que no hay para tanto, de verdad.


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