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Textos del cuervo por Marcos Taracido

TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.

Sobre la desaparición de la industria editorial

Llevamos ya un tiempo con un cierto ronroneo, entre la queja, la preocupación y la soflama apocalíptica, que se resume, con todos los matices que se quieran, así: la industria editorial, con su explotación de los bestsellers, ya no deja sitio para los escritores medios, no en calidad sino en número de ventas. E imagino que es cierto, si hablamos desde el punto de vista económico: miles de ventas para muy pocos libros y puñados para la inmensa mayoría. Publicidad, poder de las distribuidoras, marketing… en los dominios del hype. Por supuesto, no es privativo de los libros, sino que se puede extender el fenómeno a casi cualquier otro producto; y utilizo la palabra con cuidado: producto, porque de eso es de lo que estamos hablando. Cuando escritores con nombre en el Parnaso, como Suso de Toro o Ramón Buenaventura, dicen que abandonan la literatura argumentando que el mundo editorial tal y como está montado les oculta bajo una cumbre de bestsellers lo que están defendiendo es al escritor profesional, aquel que vive de la literatura, y escribe para ganarse la vida. Aunque entiendo su postura, creo que están profundamente equivocados, y que el tiempo me dará la razón —si no me la está dando ya— cuando escriban sus novelas independientemente de que las vendan o no. Porque ahí está la clave: se escribe porque se necesita escribir. Siempre existieron los escritores profesionales, pero siempre fueron la excepción, y la inmensa mayoría de los que hoy consideramos clásicos imprescindibles no ganaron un chavo con la literatura. La profesionalización del escritor es un fenómeno muy reciente, emanado de la cultura capitalista y directamente relacionado con la conversión de las editoriales en empresas por un lado y la alfabetización masiva de la población por el otro.

Es totalmente cierto que, al menos por ahora, la oportunidad para publicar, hacer público, que la tecnología ofrece no es equiparable a lo que significaba publicar en una editorial clásica en términos de prestigio: el valor de la selección por un lado, y el todavía prestigio del papel por el otro. Pero el valor de la selección se fue perdiendo poco a poco con la masificación y la mediación de los intereses empresariales, y el prestigio del papel… es cuestión de tiempo.

Quizás las visiones apocalípticas, en cualquier caso, no estén desencaminadas, al menos no en lo que respecta al desplome del modelo económico editorial con la supervivencia de unos pocos: sería la consecuencia lógica del proceso de alfabetización que comenzó con el Renacimiento. El impulso que a este proceso se le ha dado en el siglo XX ha llevado a que la práctica totalidad de la población es alfabeta, y un porcentaje cercano a la totalidad tiene la capacidad de escribir, mejor o peor, lo que todos entendemos por un libro. Es decir, que hay, o pudiera haber, tantos lectores como escritores, lo que colapsa el sistema tal y como se entiende ahora y lleva necesariamente a una refundación de lo que entendemos por mundo editorial. Y ahí entra la red y su biblioteca expandida, permitiendo que cada lector sea productor al mismo tiempo, fuera del mercado, en la mayoría de los casos igual de aislado que lo estaría un poeta cordobés en el siglo XVII, pero formando parte de esa inmensa y anónimo parnaso al que nos parece abocar la popularización total de la cultura, una vuelta en cierto modo —sé que es tema recurrente en estos textos córvidos— a la oralidad medieval en la que todo texto vivía en la reproducción variada y altruista de sus receptores. Parece que entramos, pues, en una era en la que todo receptor emite, y eso imposibilita un mercado en torno a un producto que todos poseen; al menos tal y como lo conocemos.

Marcos Taracido | 15 de julio de 2010

Comentarios

  1. Alber
    2010-07-15 10:44

    Estoy en completo desacuerdo con el artículo, desde la primera a la última palabra. Y como tampoco es cuestión de rebatir punto por punto lo dicho (que son, en general, opiniones o intuiciones), me detendré en la primera frase, que sí es empíricamente comprobable.

    Llevamos ya un tiempo con un cierto ronroneo, entre la queja, la preocupación y la soflama apocalíptica, que se resume, con todos los matices que se quieran, así: la industria editorial, con su explotación de los bestsellers, ya no deja sitio para los escritores medios, no en calidad sino en número de ventas. E imagino que es cierto

    Pues no. Es falso. Jamás en la historia editorial de España (hablo de España porque es lo que conozco de primera mano) han existido tantas editoriales medias y tanto escritor medio. De esos que venden dos mil o tres mil ejemplares. Que no está nada mal. Hoy en día hay un puñado grueso de ese tipo de editorial. Hace veinte años, no había ninguna. NINGUNA. Entonces, ¿por qué tanta elucubración absurda acerca de que todo está tomado por los best sellers? Eso es una idiotez y como tal idiotez se rebate simplemente con datos. Basta con buscarlos.

    Decía que no iba a comentar nada más, pero no me resisto a decir algo en torno a esto:

    El impulso que a este proceso se le ha dado en el siglo XX ha llevado a que la práctica totalidad de la población es alfabeta, y un porcentaje cercano a la totalidad tiene la capacidad de escribir, mejor o peor, lo que todos entendemos por un libro. Es decir, que hay, o pudiera haber, tantos lectores como escritores, lo que colapsa el sistema tal y como se entiende ahora y lleva necesariamente a una refundación de lo que entendemos por mundo editorial.

    Esto es como afirmar que, puesto que todos somos capaces de conducir un automóvil, todos somos, en potencia, pilotos de Fórmula 1. Refundemos, pues, la Fórmula 1. Tiembla, Alonso.

  2. Marcos
    2010-07-15 12:09

    En primer lugar, creo que todo mi texto está en modo dubitativo: casi todo lo que afirmo lo dejo en el aire como futurible o probable; como bien dices, son opiniones o intuiciones. En segundo lugar, lo primero que rebates lo haces con tantas pruebas como las que aporto yo: ese mapa nada dice sobre cómo sobreviven esos miles de escritores “medios”. Mientras, y como yo ni soy escritor profesional ni tengo nada que ver con el mundo de la edición profesional, escucho a los que sí lo son sobre lo que está pasando y trato de interpretarlos. En cuarto y último lugar, y respecto de tu segundo comentario, no se te habrá pasado por alto el “mejor o peor”. Lo único que trato de argumentar es que la extensión de la alfabetización ha dado a todo ciudadano la capacidad de escribir ficción, es decir, que todo ciudadano se siente capaz de hacerlo y las herramientas tecnológicas le permiten publicarlo y difundirlo saltándose el filtro de la editorial; nada digo de si eso que producen es bueno, malo o regular.

    Saludos

  3. Alber
    2010-07-15 12:44

    no se te habrá pasado por alto el “mejor o peor”

    No se me ha pasado. Pero pienso que eso no significa nada. El amateurismo es irrelevante en determinadas actividades y en esta también. De la misma forma que yo, con mi coche, cojo elegantemente la curva que hay al lado de mi casa (a 30 km/h) mi hija de trece años puede escribir una novela. O mi padre, o mi vecina del tercero. Pero eso no los convierte en escritores. ¿Pueden publicarlo saltándose el filtro editorial? Por poder, sí, pero nuevamente es irrelevante. Internet es sólo una forma de vehicular información. Más gente se anima a publicar más cosas. Muy bien. Pero al que no tenía talento previo, Internet no se lo da (al contrario, le constata lo que quizás era mejor no saber). De manera que de aquí a la “refundación de lo que entendemos por mundo editorial” hay un trecho muy largo.

  4. Carlos Alonso
    2010-07-15 13:02

    La verdad, Marcos, es que yo no creo que el afán de lucro “bestselleresco” sea lo que termine matando a la industria editorial. O por lo menos, no sólo: influirá más en ello la tecnología. Y sólo matará a la gran industria editorial, lo cual es una gran noticia (¡clap, clap, clap!). En caso de seguir la actual evolución (algo dudoso, porque yo no veo que el e-book despegue: sigo viendo a la gente en metro y autobús con sus tochos impresos de Ken Follett y La mujer que encendía bidones de gasolina con los senos), todo esto tiene pinta de terminar igual que con la industria musical. Los libros en formato electrónico, crackeados, rularán gratis para aquellos que quieren tener la libertad de escoger entre 2500 títulos diferentes en el camino de casa al trabajo, y los que todavía queremos leer en formato guttenberg, alimentaremos a minúsculas iniciativas de libro impreso. Un poco el doble mundo de los emepetreses y el vinilo. Hoy día existe una industria editorial en la que la mayor parte de lo impreso se tritura, y es rentable sólo gracias a que el margen se lo embolsa mayormente la editorial (al autor le dan bastante por el saco, como es bien sabido). A la mayoría no nos dará pena que este mundo caiga, pues siempre habrá gente que escriba y publique… Yo aún me carcajeo cuando entro en la FNAC y veo otra estantería de cedés sustituida por vinilos, en su mayoría reimpresiones de alta calidad de clásicos llevadas a cabo por empresillas que tienen tres trabajadores (ninguno de ellos en posesión de un yate), sin chupópteros de marketing ni publicistas ni otros departamentos parasitarios y encarecedores…

  5. Marcos
    2010-07-15 13:07

    Y yo estoy de acuerdo contigo, Carlos, fíjate que no digo que el bestseller sea el único problema, sino que precisamente añado en tema de la tecnología y los cambios de hábitos y de cultura. Aunque yo sí pienso que el ebook acabará imponiéndose casi por completo, sin que eso signifique necesariamente que cambio el modo en que la industria editorial gana dinero.

    Saludos

  6. Cayetano
    2010-07-15 16:03

    Yo de literatura se más bien poco, pero hay un sector “temático” de la industria editorial que se olvida citar y que engloba manuales técnicos, publicaciones científicas, etc. que si están sujetas a un cambio importante: Casi todo lo nuevo está ya en formato digital sin editorial detrás

  7. María José
    2010-07-15 19:58

    Comparto totalmente el texto. El problema es que las editoriales se han encargado de que los conductores que van a 90 por una autovía hayan sido considerados como pilotos de Fórmula 1, incluso desde otros ámbitos que deberían estar ensalzando a los verdaderos conductores de Fórmula 1 tampoco lo hacen. Así para poder ver la Fórmula 1 en condiciones debe haber un cambio. Porque a los grandes lectores no les gusta ver a la gente circular por una autovía, que es lo único que le muestran las editoriales que tienen difusión. Está habiendo un cambio y estoy encantada con él, incluido el libro digital, conozco ya a muchas personas de más de 60 años que leen ahí.

  8. Alber
    2010-07-16 11:03

    Personalmente, opino que me parece enfermiza esa obsesión que tenéis algunos con destruir la industria editorial española. Hacerla desaparecer y punto. La pregunta que me hago es: ¿y a vosotros qué os ha hecho la industria editorial? ¿Qué os han hecho las miles de personas que se ganan honradamente la vida en ella? ¿Por qué queréis enviarlas a todas al paro? ¿Alguien os está obligando a comprar, bajo coacción, libros que no os gustan? ¿Alguien os impide comprar los que sí os gustan? ¿Alguien os impide, incluso, publicarlos? ¿Son unos sinvergüenzas Suso de Toro o Ramón Buenaventura porque se consideran a sí mismos trabajadores con problemas laborales? ¿Deberían trabajar gratis para, así, contar con vuestra progresista aquiescencia?

    Muy lamentable todo esto. Rayando lo delirante. En España hay infinidad de sectores mucho más hijoputas que el editorial. Ya podíais darles caña a ellos y dejarnos en paz a los que nos ganamos la vida con esto. Honradamente, que quede bien claro.

  9. Marcos
    2010-07-16 11:51

    Como casi siempre, Alber, pones en nuestra boca cosas que no decimos en absoluto. Una pena, porque abortas la conversación.

    Saludos

  10. Alber
    2010-07-16 12:18

    Como casi siempre, tiras balones fuera cuando alguien se opone a tu argumentación. Tú abogas por la desaparición de la industria editorial. Vamos, desde el mismo título del artículo. Y luego desarrollas el argumento. Opinas que Suso de Toro y Ramón Buenaventura “están profundamente equivocados, y que el tiempo me [te] dará la razón”.

    Y opinas que “quizás las visiones apocalípticas, en cualquier caso, no estén desencaminadas, al menos no en lo que respecta al desplome del modelo económico editorial con la supervivencia de unos pocos: sería la consecuencia lógica del proceso de alfabetización que comenzó con el Renacimiento”. Es decir, que es lógico que desaparezca la industria editorial porque la población está alfabetizada. Como “consecuencia lógica”. Lo dices tú, no yo.

    ¿Aborto la conversación? No, argumento como considero oportuno y no doy la razón a quien no creo que la tiene. Yo no creo que el hecho de que la población esté alfabetizada arroje, como “consecuencia lógica”, la muerte de este modelo editorial. De hecho, es al revés: la gente que precisamente sabe leer es la que mantiene este sistema editorial. Vamos, es de cajón en una economía de mercado como la nuestra.

    Tú, por las razones que sean, apuestas por el fin de la industria editorial tal y como hoy se concibe. Yo no. Yo pienso que el hecho de que en España exista una riqueza editorial mucho mayor que hace dos décadas (muchas más editoriales medianas y muchos más escritores de venta media) es algo bueno para todos. Esa es la diferencia.

  11. Marcos
    2010-07-16 12:45

    Mira Alber, como sé que eres inteligente y que escribes bien, pues prefiero pensar que la pasión te nubla la vista. Sabes leer perfectamente, así que deberías comprender que mi título, con el “Sobre” que lo inicia, no es ninguna aserción, sino el aviso de un comentario. En cuanto a lo de de Toro y Buenaventura, verás, si lees tranquilamente, que lo que argumento en su contra es sobre el hecho de que un escritor escribe porque necesita hacerlo y no porque le paguen: por eso digo que puede que ahora mismo el tiempo me esté dando la razón, porque aunque anuncian que dejan de escribir seguramente ya lo estarán haciendo de nuevo, o planeándolo mentalmente. Esto sólo como prueba de que no argumentas en contra de nada sino sólo a favor de lo que a ti te apetece. Claro, que también puede ser que yo me haya expresado muy mal, cosa que acepto como muy posible. Y no digo más.

    Saludos

  12. Alber
    2010-07-16 13:43

    En cuanto a lo de de Toro y Buenaventura, verás, si lees tranquilamente, que lo que argumento en su contra es sobre el hecho de que un escritor escribe porque necesita hacerlo y no porque le paguen

    Esto, sin ánimo de faltar, es cierto no. Según.

    Ayer estuvo Suso de Toro en mi ciudad haciendo promoción de su último libro. Promoción. Hay Feria del Libro y el tío ha venido a ver si, promocionando, vende un poco más. ¿Hay algo de malo en eso? ¿Por qué el escritor tiene que centrarse sólo en su necesidad perentoria de escribir y dejar de lado asuntos tan poco poéticos como comer tres veces al día o pagar las facturas? La sola sugerencia de que un autor deba centrarse en su impulso literario para trabajar me parece, como poco, indigna de ser formulada. ¿Por qué de Toro no puede ser considerado un trabajador con derecho a ganarse la vida? ¿Con qué fundamento se le exige que escriba a la manera de los grandes clásicos (es decir, viviendo como un desgraciado y dejándote la vida por las noches frente al papel)?

    Un escritor escribe porque necesita hacerlo, porque le pagan, por las dos cosas o por ninguna. No exiten fórmulas universales. Pero existen el derecho a que cada cual quiera vivir una vida más o menos digna sin que teorizaciones sin fundamento te la pongan en cuestión permanentemente.

  13. María José
    2010-07-16 13:47

    Nadie tiene nada en contra de cómo se gana la vida la gente, ni nadie ha dicho que las editoriales sean unas sinvergüenzas ni nada por el estilo, es un discurso de buenos y malos de muy poco fondo, muy aburrido. Y dentro de la libertad de pensamiento y de objetivos entra el que a alguien no le guste nada lo que han hecho con la literatura las grandes editoriales, y a mí no me gusta nada. Y sí, impiden acceder a lo buenos autores entre la montaña de mediocridad que catapultan a las librerías como si fueran de verdad literatura. Y a mí y a mucha gente nos han hecho perder tiempo, siempre he sabido que si me leía un libro de Planeta pues era lo que era, pero nunca pensé que me iba a ocurrir lo mismo con Alfaguara o Cátedra. Así que a mí lo que le pase a estas editoriales no me interesa, como me da lo mismo lo que le pase a Benetton, son negocios con objetivos económicos y muy loables pero carentes de interés desde el punto de vista intelectual. Por tanto, es problema suyo el que ganen dinero sus empleados y sus empresas, me da igual que sigan o que no, no quiero que se hundan, me da igual lo que les pase, pero no voy a defender que hacen una labor cultural, no la hacen. Lo que me interesa es acceder a la buena literatura y tengo todo el derecho del mundo a luchar por esto y para ello este cambio que está habiendo me parece prometedor: ya sabemos que las editoriales tradicionales no nos dan lo que queremos, busquémoslo en otra parte, cada uno es responsable de sus decisiones y una editorial no puede pedirme que cambie mi listón de calidad porque ella necesite ganar más dinero.

  14. Marcos
    2010-07-16 14:23

    Alber, empiezas a parecerte peligrosamente a un troll. Yo no he dicho nada de lo que tú dices que dije. Consecuentemente, no te contesto.

    Saludos

  15. Alber
    2010-07-16 14:38

    Vale, pues dejo de comentar aquí. Si opinar en sentido opuesto y argumentar es ser un troll, yo lo soy y de los gordos.

    A ti te gusta que te den la razón y no tener nunca que contraargumentar. Actitud un poco extraña en alguien que escribe artículos de opinión y abre, bajo ellos, un formulario para comentarios.

  16. Marcos
    2010-07-16 22:02

    No Alber, no le des la vuelta a las cosas, yo contraargumento tanto como sea necesario cuando se argumenta sobre lo que yo dije; tú pones en mi boca cosas que yo nunca dije, así que ante eso no se puede argumentar. Por suerte el archivo está ahí para comprobar que lo que me achacas no es cierto.

    Saludos

  17. María José
    2010-07-17 16:14

    ARTIMAÑA 24º
    El sacar consecuencias sin ton ni son (Konsequenzmacherei). Uno extrae de la afirmación del contrario, mediante falsas consecuencias y retorsión de los conceptos, frases que no están allí y que no son en absoluto de la opinión del contrario, pero que son absurdas o peligrosas. Dado que es sólo apariencia que de su proposición se derivan tales frases que se contradicen o bien a sí mismas o a verdades reconocidas, esto vale entonces para una refutación indirecta, apagoge, se trata de nuevo de una aplicación de la fallacia non causae ut causae.

    Arthur Schopenhauer. Dialéctica erística o El arte de tener siempre la razón (Expuesta en treinta y ocho artimañas).

  18. Paco
    2010-07-18 00:39

    Gran artículo, Marcos. Desde el momento en que las editoriales pierden su paper de selectoras y los libreros su función de recomendadores éstos empiezan a perder su razón de ser. Esas funciones siguen siendo necesarias, y por tanto monetizables, pero hasta que no llegue Apple o Amazon o Barnes & Noble al negocio no se monetizarán, si es que entran alguna vez en el mercado español, cosa que dependerá cada vez más de los autores.

  19. Cayetano
    2010-07-18 15:37

    En esta historia ¿qué papel juegan las librerías?. Mis dos amigos/as libreros están un poco alarmados por su futuro y no culpan precisamente ni a la internete ni al e-book

  20. Paco
    2010-07-20 12:47

    Interesante artículo, como casi siempre, el publicado hoy por Carlos Sánchez Almeida: el primer comprador de Libranda. Creo que explica muy bien lo que pretendía yo decir en #18.

    Lamentablemente, Cayetano, no dice nada de los libreros, ¿todavía quedan en tu cuidad? En la mía desaparecieron hace años engullidos por las cadenas de bestsellers a granel. No queda ni uno.

  21. Marcos
    2010-07-20 12:50

    En Pontevedra acaba de cerrar la única librería con libreros: http://www.libreriamichelena.com/ Irónicamente el primer libro que aparece en su web es “El cielo se nos cae encima”.

    Saludos

  22. Cayetano
    2010-07-21 14:14

    Aquí, para una población de 28.300 habitantes, quedan cuatro librerías. Una de apertura reciente con un modelo de negocio que de momento parece funcionar: Arteka el resto funciona a trancas y barrancas, especial daño les inflinge una gran superficie a la que mima las grandes editoriales con precios “sin competencia” (tanto para bestseller como del llamado libro de texo para escuela).

    En una palabra, se trata de un negocio heroico y que, en mi opinión, tendrá que adaptarse a los nuevos tiempos.


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