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Textos del cuervo por Marcos Taracido

TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.

Los libros se escurren entre los dedos

LIBRO. Del nombre latino LIBER; vulgarmente llamamos libro cualquier volumen de hojas, o de papel o pergamino ligado en cuadernos y cubierto. Díjose libro de la palabra latina liber, que vale corteza de árbol, o porque los antiguos escribían en estas cortezas, o porque de entre ellas y el árbol sacaban ciertas telas de que se servían para escribir, particularmente dle árbol dicho papiro, cuyo nombre también nos ha quedado en el papel común.
Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana (1611)

Tantas palabras encerradas entre dos paredes, y esa abertura por donde salen todas a inundar los ojos, ese pájaron con más de cien alas para volar que definió Ramón. Y lleva así varios siglos, identificándose con la unidad, la condensación del contenido en un volumen más o menos aleatorio, cuya cerrazón o finitud viene marcada muchas veces por su transformación precisamente en libro. Pero no siempre la cultura se guardó entre tapas y guardas y cubiertas cosidas: hubo momentos en que casi toda ella viajaba en las memorias y en las partículas sonoras que pasan de los labios al oído, y de este a los labios y al oído y a los labios.

El libro conlleva un concepto cerrado, entendiendo esta palabra sin sentido peyorativo alguno. Cerrado porque supone limitar el contenido, fijar una versión. Los primeros libros impresos fueron antologías, selecciones (además de la Biblia, que no deja de ser otra antología), florestas. La novela moderna nace cuando ese libro impreso ya lleva siglo y medio de vida y ya está fijada su identidad: y su existencia se entiende sólo para ser aprisionada en un libro, pues se pasa de la saga, de la acumulación de anécdotas y episodios sumativos (y por lo tanto teóricamente infinitos) al crecimiento por transformación de la trama y los personajes, a una estructura basada en el causa-efecto que supone un fin.

Parece que ya no hay dudas sobre el cambio de formato del libro con la irrupción del ebook, pero ¿no está ya cambiando el concepto de libro más allá de su aspecto formal? Si pensamos en la cibersociedad como en productora de la cultura que viene, ¿tendrá sentido seguir pensando en libros? ¿Seguir encerrando los contenidos en libros? Tal y como viene funcionando la internet (sobre todo la conocida como web 2.0) hay muchos motivos para concebir la producción literaria (en un amplio sentido) como una especie de vuelta a la época de la transmisión oral, de la agrafía cultural, en la que las obras eran un continuum con múltiples variantes, continuaciones y versiones, un desleimiento, una indefinición, una falta de límites más propia quizás de una sociedad cuyas indentidades se deshacen, se deconstruyen e interrogan sobre su futuro. Estamos indagando sobre nuevos formatos, aplicación de técnicas novedosas, búsqueda de fórmulas para incorporar elementos multimedia al libro, cuando quizás ese libro venidero ya esté entre nosotros y lo visitemos cada día en bitácoras, feeds y redes sociales, buscadores y wikis.

Marcos Taracido | 03 de diciembre de 2009

Comentarios

  1. Carlos Alonso Romero
    2009-12-03 10:28

    A ver si me aclaro y digo lo que quiero decir, que no siempre lo logro:

    1. Si pasamos al “libro digital”, bajará el consumo de “libros”, entendidos como tocho novelesco o ensayístico. No quiero decir que baje la producción. Sólo hablo de consumo. De hecho, ahora mismo, en la industria editorial no hay ninguna correlación entre producción y consumo. Está claro que internet y los formatos digitales han hecho reducir la capacidad de atención de la chavalería. La infoesfera y nuestra capacidad de aprehensión llevan tempos diferentes. Como consecuencia, el cerebro se desenchufa o busca comunicanción más simple e infralenguajes. No hay más que ver cómo, con la excusa de la urgencia y la síntesis, las redes sociales y los formatos tipo twitter, han reducido los contenidos de la comunicación. Se comunica mucho más sobre mucho menos. El libro electrónico será una prolongación de todo esto.

    2. Claro que os podriáis poner vosotros, librodenotas, como ejemplo que rebate mi punto 1. Creáis contenidos y reseñáis contenidos en la red… Pero collons, sed conscientes de que sois un rara avis. La red se nutre de metacontenido: de foros y comentarios, de chismorreo y rumor. La gran mayoría quiere los cacharros digitales para cacharrear, para ver sus prestaciones y homologarse a sus coetáneos, también digitófilos. El libro digital no escapa a esta lógica. Pronto la gente irá en metro leyendo el “aquí hay tomate” electrónico.

    3. Está claro que en librodenotas habéis tomado partido. Yo también, sólo que yo lo he hecho por los luditas. Lo que no me termina de cuadrar es el tono que empleáis para hablar sobre ello entre apologético (“me he comprado el kindle 930E”) y periodístico (“Parece que ya no hay dudas sobre el cambio de formato del libro con la irrupción del ebook”). Claro que librodenotas sois unos cuantos y no quiero ofender.

    En fin, que como siempre, y ya paro, estoy en contra.

  2. Alberto
    2009-12-03 11:17

    Hombre Carlos, pero date cuenta de que das por sentado que aquella gente que leerá el “aquí hay tomate” electrónico no es que estuviese leyendo antes Crimen y Castigo y resulta que como llegó el reader no tuvieron más remedio que comprar el Que me Dices-on line. Es que es lo que parece que dices con el punto número 2.

    Con respecto al punto 1… ¿bajar el consumo? Ya estamos con el dichoso “pues es que yo”, pero claro, sólo puedo hablar de las sensaciones que me dan a mí con mi cacharro: desde que tengo el Reader leo como cuatro veces más. Leo en cualquier parte, principalmente en el tren, porque lo llevo siempre encima y luego hay chorradas que, qué se yo, han mejorado mis ganas de leer: tener muchos libros en el aparato me ha hecho alternar lecturas, terminar un libro y empezar inmediatamente otro porque me puse a navegar “a ver qué más tenía dentro”, etc.

    Es que, no sé, es como decir que con la Televisión bajó el consumo de películas y no, con la tele uno ve muchísimas más películas que antes de que existiera. O fíjate en las series, que antes veía uno dos o tres y ahora ve dieciocho con Internet.

    Es que no logro comprender esa “bajada de consumo” de libros de la que hablas… yo creo que sólo puede subir el consumo, no bajar…

  3. Carlos Alonso Romero
    2009-12-03 12:30

    Yo creo que subirá el abandono de libros a la mitad (“porque tengo 80 que me he bajado en cola, y puede que alguno sea más divertido y los tengo exactamente aquí, y no en la estantería de casa”), y crecerá el déficit de atención del personal. Como Pennac, creo que hay que fomentar los interludios de aburrimiento. Hacer que la gente desee leer y desee entretenerse. Y más aún: que haya momentos de vida sin mediación de chacharritos, es decir: que haya algo que explicar. Estamos llenando tanto todos los tiempos muertos con cacharritos y utilidades que al final, así sea de forma inconsciente, nos saturamos. Sé que mi opinión no es muy científica, pero creo que, igual que la gente se descargará más libros, leer, lo que se dice leer, leerá menos…

  4. Alberto
    2009-12-03 12:44

    En lo de la saturación no puedo estar más de acuerdo, y me encanta lo de los “interludios de aburrimiento” que citas de Pennac.

    Pero no logro comprender esa sensación tuya de que se leerá menos. Por lógica se leerá más, digo yo, ¿no? Lo que es posible es que se lea “peor”, pero el tener más posibilidad de acceder a libros no disminuirá el índice de lectura, es casi… perogrullesco. La descarga de música y películas por Internet ha hecho que se escuche más música que nunca, y más variada, y que se vean más películas que nunca, y de todo pelaje. No entro a valorar lo bueno o malo de eso, no voy por el lado de la “industria cultural” y tal, hablo de hechos que intuyo, como siempre observando el poco representativo universo que me rodea. Yo mismo, ¿escucho más música ahora o antes? Pues en volumen creo que más, pero en variedad muchísima más.

    ¿Y veo más pelis ahora o antes? Veo diez, veinte veces más. Antes veía lo que había en el cine, lo que había en la tele o lo que tuviese grabado en vídeo, con suerte. Ahora me busco todas las películas de John Huston porque quiero ver todo lo que hizo antes de filmar una peli de la leche como Dublineses.

    Pues supongo —digo yo— que con los libros será igual.

  5. Carlos Alonso Romero
    2009-12-03 13:42

    No, no: yo ahora escucho mucha más música pero la escucho mucho menos. El mismo tiempo de antes se redistribuye entre más lanzamientos. Me doy cuenta de que profundizo mucho menos en las cosas.

  6. Marcos
    2009-12-03 17:27

    Pero Carlos, es que yo aquí he venido a hablar de mi libro :) Quiero decir que no entiendo tu comentario en el contexto de mi artículo. Lo que yo vine a decir es que es muy probable que el libro, tal y como hoy lo entendemos, en lo que se refiere a su contenido, esté cambiando radicalmente.

    En cuanto al tono apologético… no lo creo: ten en cuenta que esto es una columna, lo que implica que muchas veces doy por sabido cosas que he escrito antes: y creo haber argumentado con datos, no suposiciones ni brindis al viento: no aseguro nada, pero todo indica que estamos ante un cambio de formato tan importante como lo fue Gutenberg.

    Y sí, puedo coincidir contigo en que la sensación es la de que se lee más superficialmente. La sensación.

    Saludos

    P.D.: Te había perdido la pista, pero ahora que encuentro tu sitio estaré atento.

  7. Carlos Alonso Romero
    2009-12-03 18:53

    No: si tienes razón. Ha sido un poco “de rasquis” mi comentario.

    En lo otro, sí, tengo un nuevo blog muy desatendido y, aparte, estoy trabajando en un fanzine de crítica social y cultural llamado ¡Acabáramos! Estamos maquetándolo y preveo que nos va a quedar una cosa bonita bonita…. ¡Y en formato siglo XX, absolutamente impreso!

    Lo colgaré en pdf para que los tecnófilos lo leáis en vuestros ingenios luminosos.

    Para que te des cuenta de la magnitud del proyecto, sólo te digo que colabora un famoso periodista, colaborador de LdN, cofundador de la revista Playboy… Si hombre… uno que fue director de The New York Times entre 1987 y 1992… No doy más pistas.

  8. Miguel A. Román
    2009-12-03 22:28

    ¿no está ya cambiando el concepto de libro más allá de su aspecto formal?

    Puede o no.

    Vamos a ver. El libro electrónico está concebido encuentra mejor aprovechamiento en las obras “de consulta” que en las narrativas o líricas.

    En aquellas permite el paradigma, siempre anhelado, de saltar y extraer la información buscada sin tener que hojear adelante y atrás en busca de la cita precisa.

    Pero la narración requiere de un autor plenipotenciario que ordene los acontecimientos, cierre los flecos y lleve al lector a un mundo donde será testigo pero no parte.

    Cierto que la novela, tal como la entendemos, nació con la novela italiana y se conformó con el Quijote, pero ¿no son novela la Iliada, el Asno de Oro o el Ramayana? En estas —y otras—, en mayor o menor concreción, hay plantemiento, desarrollo y desenlace, tienen principio y fin y, sobre todo, pertenecen al autor en su totalidad.

    Yo, lector, no quiero la historia interminable, quiero un viaje que tenga un destino, que desconozco cuál, pero exijo al autor que me garantice, antes de emprender la travesía del desierto, que existe esa tierra prometida.

    Y luego me despediré de esos compañeros de viaje, personajes que nunca se dieron cuenta de que yo estaba allí, y a otra cosa, mariposa.

    La novela infinita o el amor infinito no sólo es probable que no existan, sino que además aumenta el riesgo de que terminemos a hostia limpia; y bueno, a Poirot igual le puedo, pero a Alatriste me temo que no.

    Y luego quiero una versión fija, inmutable y no optativa. ¿Por qué? Pues porque he llegado a entender que los libros son hitos, mojones fijos ante las crecidas y menguadas de la vida. Cuando lees un libro dos veces, el libro ha cambiado; pero como es evidente que el libro no ha cambiado, una simple aplicación de relatividad te lleva a entender que tú has cambiado. Si me cambian el libro ya no me vale. Es otro libro pero yo ya no se si es cosa mía.

    Luego, que el formato sea una superficie de microcristales torcidos, un rollo de pergamino o tablillas de barro hendido, me la trae indiferente.

    Lo del multilibro, el polilibro, el wikilibro o el hiperlibro me parece muy bien para consulta. Siempre actualizado, corregido y aumentado. Pero la narrativa que no me la toquen. No tengo ganas de que ahora Alonso Quixada o Quesada suelte un “¡Elemental, querido Sancho!”.

  9. Marcos
    2009-12-03 22:43

    En primer lugar, como sabes yo más que afirmar me pregunto si no estará cambiando, y apunto indicios. No lo sé.

    Cuando hablo de novela me refiero a lo que consideramos novela moderna, la primera el Quijote. Lo que hay antes de eso tiene una característica más o menos común y es que puede ser tan estirable como quieras: y de hecho lo era: las distintas versiones que tenemos de las epopeyas añaden episodios o los quitan sin que la historia general cambie sustancialmente. A eso me refería.

    Y lo que apuntas de para qué es más apropiado el formato electrónico, estoy de acuerdo contigo… por ahora. No hay que perder de vista que no estamos más que empezando y cada día salen nuevos dispositivos que mejoran un poco los anteriores: la lógica dice que dentro de 5 años serán muy distintos a los de hoy y ofrecerán mejoras espectaculares.

    Saludos


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