Jules Pascin (Bulgaria, 1885 – París, 1930) vivió buscando los límites. Dibujaba compulsivamente, quizás porque era la única actividad en la que encontraba un sentido, o porque era el único momento en que no temblaba. El arte era para él, como para tantos, una terapia que, aunque lejos de curarle, paliaba sus daños internos. La memoria de Pascin era despojos, todo él agujeros y ausencias que intentaba taponar con fiestas y cuerpos que creaban la ilusión de plenitud, como abrazar un holograma. Ni el sexo, ni las distintas patrias, ni el amor ni finalmente los trazos le salvaron: cortó sus venas, utilizó la sangre para despedirse en las paredes y se colgó.

Dicen que Joann Sfar ideó Pascin (Ponent Mon, 2006) para reflejarse a sí mismo, sus obsesiones, el sexo y la creación artística, y su prolífica dedicación al dibujo. Y esta NO biografía del pintor búlgaro es tan irregular como apasionante porque su autor consigue que sintamos su inmersión en el personaje, su prisa y desleimiento en las figuras, confusas a veces, inacabadas, que incluso en ocasiones hacen difícil distinguir los distintos personajes, como si en realidad todos fuesen avatares de un mismo tipo. Una obra casi pornográfica en el sentido de que puede dañar la crudeza con la que se retrata una vida en la que el sexo y el vacío son pilares esenciales.

Pascin – Ampliar

La java bleue – Ampliar

La perfecta edición de Ponent Mon se completa con una especie de continuación, más bien capítulos añadidos a la vida de Pascin, La Java Bleue (Ponent Mon, 2006), en la que Sfar intensifica su libertad creadora utilizando el color y agrandando la viñeta hasta la página para formar cuadros, e incide en la búsqueda del sentido de la obsesión creadora.

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Pascin puede adquirirse en nuestra librería, y haciéndolo colaborarán al mantenimiento económico de Libro de notas. La java bleue está disponible en la página de Ponent Mon.