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Textos del cuervo por Marcos Taracido

TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.

Up

Up (Pete Docter, 2009) coincide con Wall-e en que sus veinte primeros minutos son lo mejor de la película, y son magistrales, una lección de cine y, además, una lección de cine (casi) mudo, el más cercano a los orígenes.

En ambas películas ese comienzo narra una historia de amor. Quizás Pixar debiera dedicarse única y exclusivamente a la elaboración de cortos románticos.

Por fin muere alguien. Pertenezco a una generación impactada por la muerte de la madre de Bambi. Después la muerte se banalizó, y ahora se oculta. No es que en Up las muertes, dos, sean traumantes o descarnadas, pero son. En los últimos años ni el mayor de los malos sangraba ni un poco.

¿Es una película para niños? Supongo que es un problema de mercado, pero las películas Disney de los diez últimos años, al menos, están hechas para adultos. Up, como Wall-E, refrena en la segunda parte de su metraje esa tendencia, pero esos primeros veinte minutos son seguidos con dificultad por un niño.

La complejidad de las estructuras narrativas y de los guiones caracterizan a las nuevas películas infantiles tanto como la dulcificación de sus contenidos. Se le oculta al menor todo tema potencialmente dañino relacionado con la violencia y con el sexo, se le envuelve en una burbuja ilusoria. Antaño, sin embargo, las narraciones infantiles apenas diferían de las dedicadas a los adultos salvo precisamente por el tema: brutal, aterrador, didáctico: hay muerte en el mundo, hay monstruos de carne y hueso que te dañarán en cuanto te descuides, hay engaño, miseria, y amor y bondad, claro.

Los protagonistas son un viejo decrépito y un niño gordo, torpe y feo. Lo segundo no tiene demasiada importancia: ya Nemo ensalzaba lo diferente, incluso Wall-E valora la igualdad de la bella y la bestia. Pero la revalorización de la vejez, ¿marca una tendencia? ¿Marca una reacción frente a la progresiva invasión de lo provecto?

Hay un problema en Up que quizás sea sólo mío. Se trata del difícil equilibrio que supone la introducción del elemento fantástico. La estética de Pixar es el realismo: realismo casi fotográfico del dibujo y realismo en la mímesis de los movimientos de la naturaleza. Los dibujos suelen romper todo atadura con la verosimilitud: piensen en lo poco que afectaban las explosiones al Coyote o la elasticidad de Bob Esponja. El que una casa vuele arrastrada por centenares de globos de helio se acepta en un pacto entre emisor (Pixar) y receptor (espectadores) creo que sencillo, pues se respetan ciertas leyes de la física y de nuestro conocimiento del mundo y el tono en que se envuelve ese efecto es verosimil, realista, cercano. Sin embargo, la aparición de los perros que hablan gracias a un collar especial creo que es una torpeza del guión, un recurso que da juego fácil al creador de la trama, pero que lastra la calidad de la narración.

El cortometraje, Partly Cloudy previo a la emisión de la película confirma la maestría de Pixar para el corto y las historias tiernas. Y sin diálogos.

Marcos Taracido | 06 de agosto de 2009

Comentarios

  1. Ana Lorenzo
    2009-08-06 12:49

    Me ha encantado tu crítitca de Up. Precisamente fuimos a verla el otro día en familia: fui la única de los cuatro que lloré con las dos muertes (difícil con las gafas 3D, por cierto, que, además, nada añade a la película y sí muy molesto el que algunas no funcionen bien). Otro momento que me impactó mucho fue cuando el protagonista, el señor mayor, golpea de últimas al que trata de llevarse su buzón para arreglarlo tras haberlo roto (sin saber el joven la cantidad de recuerdos que almacena): entonces él, el viejo, se empequeñece y se ve perdido y se esconde en su casa mientras los trajeados hombres que se la quieren comprar ponen la mano sobre la valla. Es miedo lo que se percibe.
    Sí, mucha desilusión en las voces de los perros: solo lo salvaba, casi por los pelos, el niño con el consabido «¿Nos lo quedamos? Anda, porfa, porfa, porfa…» y el «¡Ardilla!» o «¡Pelota!» :-)
    Un beso.

  2. gatavagabunda
    2009-08-06 13:23

    No, no, ¡alguna de las mejores frases de “Up” salen de la boca de ese impagable perro!:

    “He dormido debajo del porche porque te quiero”.

    (Espero que diga eso en la versión española).

    Pero nuestra favorita sale de la conversación entre los dos niños (el futuro matrimonio) durante el arranque de la película, mientras intentan ubicar las famosas Paradise Falls:

    -South America? What´s that?
    -It is like America… BUT SOOOOOOOUTH!!!

    Una de las cosas más bonitas de “Wall-E” y “Up” es su interminable lista de referencias al cine clásico. Ah, Ana, te diré una cosa: yo también lloré. ¡En los mismos puntos que tú! Será que me hago gata vieja…

  3. Marcos
    2009-08-06 13:43

    Pero ojo, yo no digo que los diálogos de los perros sean malos, digo que el efecto, el recurso a que los perros hablen provoca un difícil equilibrio entre lo aceptable verosimilmente y lo que no lo es. Es decir, que creo que los guionistas vieron una solución fácil, y que genera buenos momentos, pero que estructural y narrativamente es débil.

    Y sí, cada fotograma del inicio es fantástico y delicado.

    Saludos

  4. Miguel A. Román
    2009-08-15 13:29

    Pues no me ha gustado. A Ángela (12 años), tampoco. En su aún diminuto archivo fílmico, la relación viejo cascarrabias/niño adorable está mucho mejor arropada en Gran Torino, donde por cierto el chaval también es de etnia oriental. Esta pareja Abuelo-Heidi ya ha sido explotada en infinidad de ocasiones, desde “La pequeña coronela” (Butler, con Shirley Temple, 1935), “Un rayo de luz” (Luis Lucía, con Marisol, 1960) e incluso Karate Kid (J.G.Avildsen, 1984).

    El caso es que, al igual que en Ratatouille y Wall-e, los guionistas de Pixar, tras un excelente planteamiento inicial, se atascan en el desarrollo y son incapaces de ir más allá de una muy previsible persecución gato-ratón.

    Y empiezo a tener la impresión de que, complacidos en sus propios logros tecnológicos, se olvidan de que el cine consiste en hacer creibles historias increibles.

    No digo yo que la película sea mala, pero la veo normalita, nada que justifique el bombo mediático (la he visto comentada como “mejor película del año”) y me pregunto por qué a una película de animación se le perdonan cosas que no se le perdonarían a una hecha con actores biológicos.

  5. Marcos
    2009-08-15 13:48

    Sí, es que como dije, pasa lo mismo que en Wall-e. Por eso propongo que se dediquen a hacer cortos.

    Y claro, dos ejemplos no son muestra de nada, pero pensaba yo que el que no le gustase (digamos no le entusiasmase) a una niña de 8 era porque su público potencial era de más edad, pero veo que tampoco a los de doce. Es que insisto en que las películas de dibujos actuales buscan un perfil de público imposible, y en cualquier caso tirando hacia el adulto.

    Aunque sí creo que la pareja aporta cosas nuevas, o al menos poco habituales: fíjate que en los ejemplos que pones (no conozco todos) el niño/a siempre es guapo o encantador o hábil… este niño no tiene naa de eso. Y mi ejmplo lo ubico dentro de la tradición disney, que es la que viene educando a nuestros hijos.

    Saludos


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