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Textos del cuervo por Marcos Taracido

TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.

Borges y el verso

Borges hubiera querido ser inglés. Esto, creería él, le hubiera liberado de la pesada carga del gauchismo, al tiempo que alcanzaría una mayor naturalidad en su acercamiento al sajón y sus sagas, a la filosofía y poética alemana e, incluso, al acero islandés y la mitología escandinava. Creo, además, que él hubiese preferido que el inglés fuese la lengua de sus genes y poder así acercarse desde fuera al estudio del castellano, y leer a Quevedo como se lee a un poeta extranjero. Creería el también que entre el frío de las islas no chocaría su intelectualismo, su tamizado y elegante modo de instalarse en las pasiones, más como un entomólogo provisto de escalpelos que como un insecto al que arrancaran las entrañas en el cuerpo a cuerpo. Hubo de haber creído, y con razón, que así le hubiesen dado el Nobel.

Leo los tres tomos en que Alianza Editorial reunió la poesía de Jorge Luis Borges; trece poemarios, de 1923 a 1985. Habiendo leído antes su obra ensayística y sus cuentos, no hay sorpresa, y creo que esto es, en general, peyorativo. No hay en Borges una radical separación de sus inquietudes o formas en géneros distintos: su fabulación en torno al tiempo, los libros y la identidad están en su poesía, como está el interés por la literaturas sajonas, orientales y escandinavas, el pasado argentino o la filosofía presentes en sus ensayos, y están en sus cuentos. Y, para mí el mayor problema, no hay grandes diferencias en el modo en que su poesía afronta todos esos temas; esto, claro, convierte su poética en única en el ámbito hispano, como lo es el resto de su obra. Pero en mi lectura he disfrutado más con los prólogos y epílogos de cada poemario que con los poemas: los cuentos de Borges crean un universo único e innovador e inauguran en castellano todo un modo, más adelante mil (y mal) veces repetido, en que se compendian y modernizan toda la tradición fabulística europea y oriental, la ciencia ficción, la literatura fantástica y el ensayo filosófico; sus artículos son una delicia prosística para el paladar, y aunque una lectura actual no lo aprecie, supusieron en su momento el descubrimiento de literaturas y autores (algunos, sí, muy menores) extraños a nuestra lengua. Su poesía, sin embargo, es una repetición de todo eso aportando muy poco, pues salvo algunos pocas excepciones nada de lo que en ella dice mejora o iguala a lo mismo dicho en prosa. Quizás sea interesante una lectura de su obra poética desde un punto de vista que, creo, él no dejó entrever: me parece que sobresale un intento de crear un nuevo romancero, de adaptar al siglo XX el Romancero, Nuevo y Viejo, del siglo de Oro y del Medievo; entiendo que la apreciación es cursiosa, pues Borges, entre la vasta pila de temas a los que dedicó su atención, apenas dijo nada de esa forma literaria.

Inventario intuitivo de las palabras con mayor presencia en su poesía:

Crepúsculo, sajón, Islandia, griego; Junín, Heráclito, arquetipo; espada, tigre, laberinto, yo; otro, romano, Borges y Virgilio; y todas las variantes posibles de la palabra tiempo.

El Laberinto

Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui; sigo el odiado
camino de monótonas paredes
que es mi destino. Rectas galerías
que se curvan en círculos secretos
al cabo de los años. Parapetos
que ha agrietado la usura de los días.
En el pálido polvo he descrifrado
rastros que temo. El aire me ha traído
en las cóncavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolado.
Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen este Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte.
Nos buscamos los dos. Ojalá fuera
éste el último día de la espera.
Jorge Luis Borges

Marcos Taracido | 24 de julio de 2008

Comentarios

  1. Paco
    2008-07-24 12:43

    No puedo evitar cierta visión de Borges como matemático, como contructor en sus cuentos de sistemas formales, axiomáticos, a los que luego somete a pruebas por reducción al absurdo. Su prosa clara y directa también me refuerza esta sensación. Y si quiso ser sajón, matemático y amante de las contradicciones seguro que quiso ser Bertrand Russell.

    Aunque el Borges poeta no me va mucho, está bien elegido el poema… También muestra la geometría del laberinto y la estructura de una demostración matemática, y la incompletitud… Es curioso que Cortázar, como Borges, también se obsesionase con el Minorauro y también lo reinterpretara como una criatura “humana” sometida al destino y perseguida por un cruel Teseo.

  2. supesalvajuan
    2008-07-24 17:55

    Su obra poética está, creo yo, muy por debajo de cuentos y ensayos. Aunque todo en él rozaba lo imaginablemente perfecto.

  3. germán
    2008-07-25 21:24

    Marcos, creo que tu problema fue el orden de lectura. Primero leíste la prosa y luego la poesía. Pero Borges escribió primero poesía. Antes que nada, fue poeta. Luego, esa poesía se volcó en su prosa y le permitió allí otras maravillas. Es interesante que sobre el final de su vida, tras abandonar la publicación de poesía por casi dos décadas, vuelve a ella. ¿Por qué habrá sido? ¿Sólo por su avanzada ceguera?
    En Borges hay por lo menos dos grandes preocupaciones: una, la fundación de una mitología criolla. Otra, la metafísica. Esas dos preocupaciones articulan toda su obra: la poética y la prosística. No creo que en poesía haya sido un autor menor que en prosa. Sí me parece que la poesía le rindió más para desarrollar su mitología, mientras que la prosa le ofreció ventajas para avanzar en el plano metafísico. Y Borges fue primero mitólogo y luego metafísico. Como la especie humana, digámoslo.

  4. María José
    2008-07-26 22:34

    Germán, no digo que no tengas razón en el análisis de la poesía de Borges que haces, pero es mucho peor poeta que prosista. Es más, creo que si no fuera por su prosa, la poesía de Borges no habría tenido mucho recorrido.

    Marcos, el poema muy bien elegido.

  5. germán
    2008-07-27 17:17

    María José, si sacamos a Borges del mapa de la ficción del siglo XX, seguro quedará un hueco imposible de llenar. Si lo sacamos del mapa de la poesía, podría ser sustituido, aún a riesgo de una importante pérdida. Eso podría querer decir que Borges es mejor prosista que poeta. De acuerdo. No discuto es idea. Con mi comentario sólo quería decir que la poesía de Borges tiene un valor importante en el contexto de su obra. Quería decir que su prosa le debe mucho a su poesía. No importa que el reconocimiento social se le otorgue por las ficciones y que luego, a partir de ese reconocimiento, podamos resaltar su poesía. En su obra, en el hacer de su obra, la poesía estuvo primera. Y no es parasitaria de las ficciones. Es más, su poesía tiene valores propios y está muy por encima de la media poética hispanoamericana. Borges, cuando desecha el vanguardismo (quizás sea el primero en volver al orden de las formas), elabora una poesía primero épica, luego elegíaca, y en toda su extensión densamente metafísica. Acude a las formas clásicas (quizás por comodidad) para darle a su perpleja visión del mundo una posibilidad literaria muy elaborada. Construye versos riquísimos: en imágenes y eufonías. Logra, en el último tramo de su vida, una poesía elegíaca que le permite el lirismo (cosa que no existe en su poesía anterior ni en su prosa: a partir de 1964 vuelve sobre su intimidad) y que no obstante, tiene una peculiar forma épica. Es una elegía épica: algo no muy común en la poesía. Forma en la que el escritor manifiesta su fracaso heroico (como humano) tras haber entregado su vida a la escritura. Lo hace, básicamente, para subrayar la vanidad de su ser como escritor. Lo hace como el centinela de su propia infelicidad:

    El centinela

    Entra la luz y me recuerdo; ahí está.
    Empieza por decirme su nombre, que es (ya se entiende) el mío.
    Vuelvo a la esclavitud que ha durado siete veces diez años.
    Me impone su memoria.
    Me impone las miserias de cada día, la condición humana.
    Soy su viejo enfermero; me obliga a que le lave los pies.
    Me acecha en los espejos, en la caoba, en los cristales de las tiendas.
    Una u otra mujer lo ha rechazado y debo compartir su congoja.
    Me dicta ahora este poema, que no me gusta.
    Me exige el nebuloso aprendizaje del terco anglosajón.
    Me ha convertido al culto idolátrico de militares muertos, con los que acaso no podría intercambiar una sola palabra.
    En el último tramo de la escalera siento que está a mi lado.
    Está en mis pasos, en mi voz.
    Minuciosamente lo odio.
    Advierto con fruición que casi no ve.
    Estoy en una celda circular y el infinito mundo me estrecha.
    Ninguno de los dos engaña al otro, pero los dos mentimos.
    Nos conocemos demasiado, inseparable hermano.
    Bebes el agua de mi copa y devoras mi pan.
    La puerta del suicida está abierta, pero los teólogos afirman que en la sombra ulterior del otro reino, estaré yo, esperándome.

    Si comenté la nota de Marcos fue porque temí que pudiera desalentar la lectura de un poeta cuya obra, en el contexto de la poesía hispanohablante, es muy rica. Dicho esto sin desmedro de que su prosa pueda ser más rica aún. Y dicho sin entrar en consideraciones sobre la “persona” de Borges, sus enormes y penosos errores políticos.
    Saludos.

  6. Marcos
    2008-07-28 17:44

    Pero Germán, sus dos obras poéticas iniciales (que son lo que primero escribe, antes que prosa) son obras muy menores, incluso dentro de su obra poética; son significativas, pero no buenas, y en absoluto representan su poesía; él mismo las reduce a eso. Y después… en el mejor de los cosas escribe a un tiempo prosa y poesía, pero por sus prólogos parece que es él el que pone a su poesía como algo no secundario, pero sí lateral. En cualquier caso, ya apunté en el artículo que su obra poética es única en el panorama castellano, y por lo tanto importante: pero me parece que lo que quiere decir, lo que él realmente dice bien y aporta a la historia de la literatura, lo hace con su prosa.

    Saludos


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