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Quiero una segunda opinión por Santiago Viteri

La salud, la enfermedad y sus tratamientos son una fuente inagotable de noticias, suplementos especiales y comentarios con la vecina. Una gran cantidad de entendidos de salón y “expertos” en salud opinan sin criterio mientras que la clase médica suele responder con tecnicismos incomprensibles que solo aumentan la confusión. Por eso, Santiago Viteri (médico especialista en Oncología), escribirá una columna sencilla sobre medicina el 29 de cada mes. Porque él siempre tiene una segunda opinión y si hace falta, muchas más.

¿Qué clase de médico quieres ser?

Con mucha frecuencia me paro a pensar un momento e intento decidir que clase de médico quiero ser. Siempre he pensado que el ejercicio de la medicina tenía tres pilares fundamentales. Docencia-Investigación-Asistencia.

Estas tres áreas están presentes en mayor o menor medida en el trabajo diario de un médico, y según el perfil que uno quiera desarrollar debe orientar sus pasos en uno u otro sentido.

La Docencia se desarrolla principalmente al amparo de las universidades, aunque para la mayoría de los profesionales se convierte en un trabajo extra que realiza por obligación y que les aporta pocas compensaciones. Sin embargo, la medicina tiene una virtud extraña y es la de que aún siendo una ciencia, tiene un fuerte componente de enseñanza según el modelo “Maestro-discípulo”

En este particular sistema el residente pequeño aprende todo lo que su residente mayor puede enseñarle, y el adjunto joven sigue los pasos de algún mentor que quiera tomarse la molestia de cogerlo bajo su tutela. La base de los conocimientos necesarios para ser médico se puede estudiar en los libros y en las revistas médicas pero existe una dimensión técnica-práctica que sólo se aprende de la observación de otros más experimentados que tú. Aprendes a comunicar malas noticias, a explorar en busca de síntomas o a realizar biopsias con el ejemplo de tus mayores. Esto ya se reflejaba en el juramento hipocrático, donde los médicos del mundo clásico se comprometían a enseñar a los hijos de sus maestros. Pero el médico no sólo tiene la misión de formar a otros médico: en el desempeño de cada día te enfrentas al reto de enseñar e implicar a todo el personal sanitario (enfermería, técnicos, administrativos) al paciente y a sus propios familiares. En última instancia el médico debe tener entre sus prioridades el fomento de la salud mediante la educación de toda la sociedad.

En el segundo pilar, la Investigación, está el motor de una ciencia en constante desarrollo. Las áreas de desconocimiento sobre el funcionamiento del cuerpo humano y los procesos de la enfermedad son tan amplios que es necesario que el médico acepte el reto de explorar y descubrir cada día nuevos hitos en pro de la salud. Sin embargo, la especialización necesaria para dedicarse a la investigación aleja en muchas ocasiones al medico-investigador de sus otras dos vertientes. Lo malo de alejarse de la asistencia de los pacientes es que a veces se pierde la perspectiva directa de la enfermedad.

La Asistencia a los pacientes quizá es la vocación más genuina del médico pero también puede ser la más frustrante. Si uno están tan agobiado de carga asistencial que no tiene tiempo para estudiar, para dedicar algún tiempo al desarrollo noble de su ciencia, se puede acabar convirtiendo en una especie de robot que ve un paciente tras otro como si se tratara de una cadena de montaje. Se pierde la ilusión cuando uno no puede aspirar a hacerlo mejor.

También existen otros desempeños a gran escala como son la gestión, la administración y la politica sanitaria, que a menudo son llevados a cabo por médicos que nunca o casi nunca han visto pacientes, lo que me hace plantearme si verdaderamente conocen la realidad sanitaria del día a día y si son los más indicados para esa función.

Así me imagino a veces en distintos “trajes”: oncólogo de cabecera, médico paliativista, superespecialista en un tipo de cáncer en concreto, investigador de laboratorio, tutor de residentes en un centro universitario, comisionado de la Organización Mundial de la Salud…

Algunos días hasta me imagino que no soy ni oncólogo ni médico y que vivo una vida completamente distinta. ¿Pero entonces, sobre qué escribiría mi columna de “Libro de Notas”?

Santiago Viteri | 29 de agosto de 2010

Comentarios

  1. santiago viteri
    2010-08-29 14:05

    Aviso para madrugadores:

    Si alguien leyó la columna de agosto esta mañana antes de las 12, comprobará que el texto ha cambiado. El texto que aparecía en este espacio no era el correcto debido a un error humano (concretamente de este humano que les escribe ahora)

    Disculpen las molestias y lean, ahora sí, el artículo de este mes

  2. Cayetano
    2010-08-29 14:21

    El texto anterior era tremendo y se me han quitado las ganas de fumar

    d e f i n i t i v a m e n te

    (cosas de un ex-fumador) :-)

  3. Marcos
    2010-08-29 15:04

    Entonces, Cayetano, daremos el error por bien hecho :)

    Saludos

  4. Faemino
    2010-08-30 11:48

    Es en la investigación donde un médico puede realizar “un mayor” aporte al mundo de la salud. Podría atender a miles o incluso millones de pacientes, podría también formar a miles de médicos, y con estas dos opciones se verían recompensados muchos, muchísimos pacientes. Pero en un laboratorio, si consigue descifrar algo que permanece oculto en el funcionamiento de una enfermedad, la consecuencia de su descubrimiento, en término de número de pacientes que se beneficien de la misma, es enorme.

    Mucho más “grande” que la de las dos opciones restantes.

    Un saludo.

  5. Cayetano
    2010-08-30 17:53

    Hablaré como paciente :-)

    En estos últimos años he tratado con muchos médicos. A todos ellos les supongo capacitados “técnicamente” sin embargo tengo que señalar un aspecto que valoro por encima de todo: la capacidad de transmitir confianza más allá del discurso científico. Destaco a tres de ellos, uno al que supongo conocerás Jesús Prieto , otro un alumno suyo Iñaki Lekuona, y por último una doctora de medicina familiar que, a pesar de toda la mierda que suelen tragar, me ayudó muchísimo con su actitud personal.

    Con esto quiero decir que no me inspiran mucha confiaza los científicos puros ni los tipos bordes (Estilo Dr. House) … hay médicos que con solo su sola presencia tambien curan.

    Saludos

  6. santiago viteri
    2010-09-01 00:56

    Hola a todos y gracias por vuestros comentarios.

    @Faemino:
    Desde luego un avance científico puede revolucionar toda la práctica de la medicina y de ese modo influir en millones de pacientes, incluso en toda la humanidad. Aquel que quiera que sus esfuerzos lleguen a un máximo posible de gente debe entregarse en cuerpo y alma a la investigación.

    Sin embargo, en todos los ejércitos tiene que haber generales, paracaidista, cocineros y soldados rasos. Se necesitan muchos médicos que se dediquen a la atención sanitaria, poniendo en práctica los avances de la “clase investigadora”.

    Lo que pasa es que la carrera de medicina en las universidades de nuestro país no está muy orientada hacia la investigación. De hecho la investigación básica está dominada, y es lógico, por biologos y bioquímicos.

    De todas formas el médico que hace asistencia y también investiga es quien puede conseguir esa piedra filosofal que hoy en día llaman “investigación traslacional”. Es decir, que lo que se investiga en los laboratorios tenga consecuencias directas y rápidas en el tratamiento de los pacientes


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