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Pura Coincidencia por Santi Pagés

Un telefilm sin historia ni interés. Un culebrón con actores atroces y maquillaje pésimo. Una serie cancelada por falta de audiencia. Una novela gastada por los bordes. Una canción en repeat desde el lunes. Una pared cubierta con fotos de estrellas. Cada sábado, verán descomponerse una vida cuyo parecido con la ficción es pura coincidencia.

De entre los muertos

Cuando terminamos, R corretea hacia el baño, eléctrica, entusiasmada, liberada, esquivando nuestras ropas, que cubren el suelo como si hubiera llegado El Arrebatamiento, o mejor aún, como si nos hubiera alcanzado el rayo marciano de Spielberg y hubiéramos volado por los aires convertidos en cenizas iridiscentes.

Ahora vuelvo, no te vayas, ¿eh?, y cierra la puerta.

Me tumbo sonriendo, respirando hondo para poder dejar espacio en mi pecho a lo que venga.

Demasiado bueno para ser verdad. Eso me dice ella con frecuencia.

Jugueteo con la idea. ¿Y si no fuera verdad? ¿Y si en realidad ella no fuera ella? Quizá sea The woman who fell to Earth , la mujer venida de un planeta moribundo y que se mezcla entre nosotros bajo apariencia humana. Quizá cuando regrese del baño se muestre verdadera, como Bowie, sin disfraz, calva, con ojos de serpiente y piel infinitamente lisa.

Bah, tonterías de súcubos.

Su teléfono móvil suena brevemente. Ha recibido un mensaje. Recuerdo otros, otros mensajes de un pasado ya remoto, propuestas de atrevimiento, amenazas de quebranto, líneas que llegaban también de madrugada y que nunca fueron nada hasta que terminaron siéndolo. Veo su bolso verde y enorme, desinflado, abandonado con prisa en el rincón, y me resulta idéntico a aquel otro, rojo, que guardaba de mi vista cepos y billetes de barco. Y recuerdo sus pezones mínimos, las piernas altas e interminables. El abdomen que se endurecía cuando me amparaba. Tantos parecidos. Demasiados parecidos. Demasiado bueno para ser verdad.

Oigo la cisterna. El rumor del grifo abierto. Veo la silueta de R a través del cristal blanquecino. Gira el picaporte. Cierro los ojos. No quiero verla convertida en Madeleine.

Santi Pagés | 11 de julio de 2009

Comentarios

  1. BeatriZita
    2009-07-11 14:11

    Cierra los ojos y aparecen enigmáticas y enloquecedoras espirales que giran y giran ante usted.
    Interesante, realmente interesante….
    No se mucho de nada, pero si yo fuese usted, intentaría evitar subir con ella a lo alto de un campanario. Uno nunca sabe lo que puede suceder.

  2. Scottie
    2009-07-12 20:21

    Tranquilícese, muchacho. Calm down. Le paso mi mano espectral (aunque no sé si esto le tranquilizará mucho) por la espalda, en un verdadero gesto de amistad cómplice (mi mano saliendo de una brumosa luz de neón verde similar a la de mi encuentro en el hotel con ella, etc). Esto para decirle que no tiene por qué preocuparse, he estudiado como buen detective, desde mi más allá cinematográfico, su caso, y una mujer con los pezones mínimos (no digamos ya las tetas mínimas) no puede tratarse de Madeleine. De todos modos, le felicito, es usted todo un caballero guionista al fijarse
    tanto en el argumento olvidando por completo otros aspectos más carnales. Ah, Madeleine.


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