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Porque me quité del vicio por Elia Martínez-Rodarte

Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.

El esqueleto de un burdel

La casa ocupa una cuadra entera en una de las áreas más viejas de la ciudad, en medio de la zona trendy y de la miserable.

Desde su proyección, antes de ser construida hace más de un siglo, se pensó como una casa con un acceso rápido para que el señor que patrocinaba su edificación, pudiese entrar por el frente y salir por atrás en su carruaje.

Madame Carolina se había encaprichado con su nuevo millonario amante de que quería una casa para ella sola. Todo hubiera sido darle unos azotes, de no ser porque le encantaban a Carito, pero sí podía negarse en la cama a don Diego Vasconcelos, cosa que tampoco funcionaba porque Madame Carolina era de temperamento ardiente. Manipuló tan bien a su amante que pronto inició la construcción de la casa, que tardó más de dos años en ser levantada. La mansión de la señora pasó a ser nombrada como “La cabaña de Carolina Arizpe”. ¿Y por qué la cabaña si está hecha toda en el frente de mármol?”, “Es que está hecha a base de puros palos”, era el vulgar lugar común al referirse a una de las construcciones más ambiciosas en medio de una calle en la que todavía había mercados populares y una que otra cantina y quizás algún restaurante. La construcción de la casa activó el comercio de la zona y pronto se diversificaron sus comederos, echaderos, cantinas, tiendas, lavanderías, parques, tabaquerías.

Carolina Arizpe sembró árboles de jacarandas alrededor de la propiedad, llamándola como la planta para que de esa forma todo mundo olvidara el vulgar epíteto, de que ella había gestionado con las nalgas esa casa. Lo cual era no era cierto. Al menos no en esa época.
Al morir la señora Arizpe La Jacaranda quedó a merced de los revolucionarios, quienes la convirtieron en su echadero personal.

La Jacaranda nació para ser una casa de putas desde su piedra fundacional. En la subasta de propiedades, fue comprada por una conocida matriarca, quien apenas la tuvo y la ha convertido en el céntrico burdel de unas putas bastante extravagantes. Además es un sitio misterioso, una casa rodeada de árboles que nunca devela su verdadera personalidad ya que la barda y el enorme jardín que da a la salida central, la hacen algo oscura: sólo hay luz y movimiento en la parte trasera, a donde entran carros, camionetas, un taxi tras otro. Bienvenido sea al barrio el nuevo putero.

Elia Martínez-Rodarte | 06 de enero de 2013

Comentarios

  1. Monica de Lenceria-sexy
    2013-01-10 11:19

    Estas cosas han funcionado siempre así y por mucho que creamos que avanzamos seguimos igual que siempre!!


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