Libro de notas

Edición LdN
Opiniones misceláneas por Pablo Muñoz

Prefacios juveniles, reseñas de media tarde, lecturas a tiempo parcial… Un intento meridiano de soñarse columnista, por supuesto. Aquí vienen a leerse libros, a recomendarse unos cuantos y a discutir(los).

Limpieza de sable

Philip Roth The Dying Animal
Jonathan Cape, Londres, 2001.

Uno tiene que atender a las advertencias que hace Dave Kepesh al principio de esta novela, advertencias por otra parte sinceras y definitivas:

And pleasure is our subject.

El placer y no otra cosa. Bueno, la otra cosa sería el noble arte de las mamadas, aunque sospecho que eso también se trata del placer. Pero Kepesh, profesor y crítico cultural con súbito estrellazgo televisivo de unos sesenta y un años, define así su visión del sexo, un triunfo cultural, atestigua:

The decades since the sixties have done a remarkable job of completing sexual revolution. This is a generation of astonishing fellators. There’s been nothing like them ever before.

Ay madre. Porque esta novela no va solamente de que te la chupen muy bien, no. Philip Roth tiene algo que Bret Easton Ellis no aprendió todavía: el sexo no es provocación.

El sexo lo es todo. Todo para este infeliz y ya viejo homo universitario. ¿Qué será de este intelectual lúbrico en su odisea de amor apasionado con Consuela Castillo, esa cubana inmigrante? Lo interesante de Roth es que no esquiva ningún recoveco en su comedia. Consuela Castillo, los cubanos resentidos….Todo está en esta novela, pero no se hace una invocación política. Más bien se nos recuerda que el deseo lo habita todo, incluso esos señores que vemos ahí, elegantes, perteneciendo a la Derecha, perteneciendo a otro orden diferente, creyendo en lo limpio y puro.

Age-old American story: save the young from sex. Yet it’s always too late. Too late because they’ve already been born.

¡La tragedia tras la pulcritud! ¿Y qué mejor mezcla que el exotismo de una inmigrante respetable? Uno sospecha que Roth ha encontrado con el dibujo perfecto para Castillo: una inmigrante pequeñoburguesa, un exotismo que quiere encajar en su establishment.

Para Roth es todo un viejo modelo de autoridad. Aturdido como está, Kepesh no remite, ni tampoco Roth, a la histeria del Herzog de Saul Bellow en el que un intelectual judío escribía cartas a grandes personajes de la cultura al tiempo que desnudaba su alma. No, estamos en un mundo distinto, un mundo de respetabilidad universitaria. Mentira otra vez: para Roth la revolución última acontece en la felación y eso no es otra cosa que una prueba de lo desoladoramente divertido que resulta él.

No, this is not seduction. This is comedy. It is the comedy of creating a connection that is not the connection.

La segunda mitad de la novela es, en cambio, desoladora. La confesión del hijo, que sirve para examinar las consecuencias de una vida en soledad, una soledad solamente acompañada por amantes y solamente con la fidelidad de una, también sirve para explorar el verdadero tema: la muerte. La segunda mitad de la novela responde con una ironía feroz, difícilmente imaginable, al lazo de amor y muerte: lejos de las implicaciones puramente políticas que guían las estupendas novelas de Houellebecq, la muerte aparece con el cáncer, con el súbito morir de células que destroza una vida, sin más.

La novela de Roth no es perfecta, aunque su brevedad facilita los halagos, tales como la concreción o el uso de diálogos directos, casi arrancados en vez de narrados con un orden demasiado ajeno a las intenciones de su autor. A veces, Roth desvela lo que pudiera ser uno de los temas de su novela:

Relinquising one’s freedom voluntarily – that is the definition of ridiulousness

Otras, da una bella metáfora del matrimonio con la que puede dar de un plumazo todo lo que necesitamos saber de Kepesh:

Marriage at its best is a sure-fire stimulant to the thrills of a licentious subeterfurge

Lo que aprendemos al final es poco, aunque no insuficiente:

Because only when you fuck is everything that you dislike and everything by which you are defeated in life, purely, if momentarily, revenged. Only then are you most cleanly alive and most clearly yourself. It’s not the sex that’s the corruption. It’s the rest.

Habrá que apechugar.

Pablo Muñoz | 19 de diciembre de 2011

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