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En Opinión & Divulgación se publican artículos de colaboradores esporádicos y de temática variada.

Democracia e histrión

Nunca antes unas elecciones en la historia reciente de España habían suscitado un debate tan intenso y masivo en torno al agotamiento de la democracia, sus vicios, su adocenamiento, los mecanismos de la corrupción, el alejamiento de los políticos, la falta de una relación más directa entre el poder y el ciudadano, el escaso cumplimiento real de la carta constitucional. Semeja que el sexto lustro de ejercicio de la democracia revele cada vez con mayor claridad un gobierno del pueblo pero sin el pueblo, un extrañamiento creciente de la ciudadanía respecto de sus representantes, una sensación cada vez más acuciante de que, por un lado, la política tiene como principal objetivo de su actividad lograr el poder, y mantenerse, y por otro, ese poder efectivo está mucho más allá de los parlamentos. El espectáculo de la política se parece hasta la demencia al wrestling, deporte profesional en el que dos tipos simulan pegarse en un ring y un público entusiasta simula creerse que se pegan. Lo preocupante es hasta que punto se extiende entre el electorado la asistencia pasiva a esa representación, la asunción de que la ficción, el teatro, entra al primer plano de la realidad para formar parte de ella, el convencimiento cómplice o pasivo de que un actor que dispara sobre el escenario puede alcanzar a algún espectador de la platea. y nadie se levante.

La consecuencia directa de ese hastío es la abstención, una inhibición creciente del derecho al voto que en algunos casos lleva a la conformación de un parlamento por la voluntad de menos de la mitad de los votantes. Y se hace elogio de esa abstención como una forma de protesta, y se argumenta algo con lo que no se puede estar más de acuerdo:

«Deberíamos liberarnos de la demagogia que asocia abstención con un ataque al sistema democrático. No se discute la democracia, se discute el papel de unos actores que han copado este sistema en su propio beneficio sin pensar en la ciudadanía (que a su vez, con sus acciones o dejaciones, han apoyado o, al menos permitido, este proceso).» Juan Freire

Sin embargo, las consecuencias de una abstención masiva no serían en absoluto un problema para el poder; tenemos el ejemplo de los Estados Unidos, donde el presidente del Gobierno viene siendo sistemáticamente elegido por menos de la mitad de los ciudadanos con derecho al voto. Y aquí achacamos la baja participación a que a la hora de comer emitían Fórmula 1 por la televisión, al tiempo (bueno o malo según se tercie) o a cualquier otra coyuntura inventada para la ocasión. No, la abstención no cambiaría nada, simplemente daría mayor libertad a los gobernantes. Quizás el voto en blanco fuese más efectivo si obtuviese un porcentaje significativo en las urnas: el hecho de molestarse en ir al colegio electoral evita las justificaciones que se aplican a la abstención: ¿qué haría la clase política ante un porcentaje de voto en blanco del 40%?

En cualquier caso, quizás estemos en un punto de inflexión a partir del cual el hartazgo comience a transformarse en iniciativas y presión real para cambiar las cosas. La red tiene mucho que ver con esta sensación de movimiento: son miles las voces que ahora utilizan el megáfono de internet para gritar con fuerza lo que piensan, y ya son muchos los proyectos que tanto en el ámbito municipal como en el estatal vienen haciendo de controladores y difusores de gobiernos y políticas, modestamente todavía, pero cada vez con mayor importancia. Y ante la anuencia de los Medios tradicionales o su desvergonzada alienación con uno u otro partido, surge también un murmullo continuado de medios independientes y alternativos que, todavía modestamente, empiezan a informar sobre (y cómo) lo que los otros no informan.

Para no quedarme en la protesta y el quejido, propongo dos cambios inmediatos en nuestro sistema electoral: acabar, primero, con las campañas, o evitar al menos su parte propagandística: sin carteles, sin mítines ante convencidos, sin espacios grabados en radios y televisiones: que caminen, que recorran pueblos y ciudades, que se expongan a las preguntas de la gente, que expliquen cara a cara sus pretensiones, y sobre todo que demuestren en el ejercicio del poder y de la oposición su valía. Después, algo más sencillo: que el ciudadano que vaya a depositar su voto en una urna sepa que ese voto se sumará a todos los demás votos de la geografía en apoyo a un determinado partido: se acabaría con el voto útil, y se le haría justicia a todos los partidos por igual. Sería, creo, un comienzo para acabar con el histrión para que empiecen a actuar en su sentido etimológico: que comience la acción.

Marcos Taracido | 30 de mayo de 2007

Comentarios

  1. demo
    2007-05-30 13:32

    Totalmente de acuerdo en cuanto a la abstención: mirad por donde se pasaron la escandalosa abstención del referendo de la constitución europea… ya nadie se acuerda, ni ha pasado nada, ni pasará. Con la abstención ganan los de siempre.

  2. Alberto
    2007-05-30 15:43

    O la del Estatuto de Andalucía. Que contentísimos andaban todos, y eso que no votó ni dios.

  3. Cayetano
    2007-05-30 16:20

    Güenas,

    Voy siguiendo la pista a un tema que me afecta: El TAV.

    Aquí hay muchos agentes implicados, pero hay un denominador común referido a la clase política: la obscuridad.

    Leyendo el artículo La batalla secreta de la Constitución he recordado ciertas reuniones politico empresariales desde el año 1998 (sin luz ni taquigrafos) para repartirse el pastel de las ayudas europeas relativas al TAV (AVE, etc). En cierto sentido y para las cosas realmente importantes es irrelevante a que partido o programa voten los ciudadanos. En el caso que nos ocupa (municipales) basta con apuntar el nulo poder de los ayuntamientos en temas “importantes”. Aun más grave si consideramos el diseño de Europa al margen de sus ciudadanos que acaparará cada vez más poder en detrimento de los estados miembros y aún menos poder de decisión para los ayuntamientos …

  4. Marcos
    2007-05-30 17:42

    Buenos ejemplos, ambos; a eso me refiero: ¿se habla ahora del tema? ¿ha pasado algo? Nada, la abstención es un cheque en blanco para los políticos, y se puede justificar de mil formas.

    Saludos

  5. Cayetano
    2007-05-30 17:58

    Solo una precisión Marcos. Yo no justifico la abstención sin más, sencillamente creo que la alternativa es la acción directa fuera del marco definido por los partidos políticos. A los amantes de las catalogaciones: Movimiento y organización de los ciudadanos para resolver sus problemas. Ahí si que no me abstengo, en mi opinión votar una vez cada cuatro años y delegar se ha demostrado ineficaz. Más frases: Hay otras formas de hacer política.

  6. Marcos
    2007-05-30 18:04

    Por supuesto, Cayetano, y creo que también aludo a eso en el artículo; pero, como dije, ¿qué pasaría si el porcentaje de voto en blanco en las próximas elecciones generales fuese del 40%?
    No son cosas excluyentes, sino complementarias.

    Saludos

  7. Cayetano
    2007-05-30 19:07

    Supongamos que esto sea cierto. Por otro lado las interpretaciones que se hacen de la abstención son de lo más variopintas, yo se de la mía y desconozco las razones de los demás. Por otro lado hacer del voto en blanco un partido o una tendencia me reafirma en mi decisión de abstenerme. Es imposible constituir un partido con quienes nos abstenemos. Las razones por las que alguien se abstiene son múltiples y resulta muy complicado crear un grupo político. Es decir imposible entrar en el juego.

    Yo tengo una idea más o menos precisa de lo que significa la manada y el papel que juega cada uno de sus miembros. No me interesa. El éxito de una productora como Endemol me hace sospechar que clase de enemigo tengo enfrente, (ahora rifan un riñon). En todo caso para poder pasar de público o votante a ciudadano no es una tarea sencilla y no creo que en lo que me resta de vida pueda ver una sociedad de ciudadanos. Las estadísticas son lo que son, la evidencia tambien.

  8. Cayetano
    2007-05-30 20:10

    Contexto

    Hasta Basagoiti reconoce que «El discurso del PP debe ser más inteligente de Miranda hacia arriba» y Eduardo Javier Ruiz Vieytez apunta la complejidad de la sociedad vasca donde señala que Si algo se evidencia es que el voto tiene mucho de identificación personal y grupal, y relativamente poco de raciocinio.

    Apunto esto por contextualizar mis opiniones. No sea que alguien piense que vivo en Madrid. Tampoco es casualidad que Otis B. Driftwood pase de analizar los resultados en el Pais Vasco en su analís ;)

  9. Otis B. Driftwood
    2007-05-30 21:12

    Amigo Cayetano, acertaste: Pasé. Es lo que suelo hacer con los resultados electorales en Euskadi, pues la fragmentación es tal que es muy difícil sacar conclusiones de ningún tipo. Una cosa, sólo una, me queda clara a lo largo de los años: la llamada “izquierda abertzale” (identifiquémosla por simplicidad, y sólo en este comentario, con lo que representa Batasuna) ha ido perdiendo apoyos conforme endurecía su discurso y ETA recrudecía su violencia. Sin embargo, los ha recuperado, a veces de manera espectacular, cuando mostraba signos de moderación y ETA mantenía las pistolas calladas. No obstante, la aplicación de la Ley de Partidos y la virtual eliminación de las candidaturas Batasunas han propiciado un apuntalamiento de esos apoyos. Aunque no se reflejen “legalmente” en las urnas, el incremento de los votos nulos en la pasada convocatoria y el trasvase de muchos de ellos a las candidaturas no anuladas es bien patente. Ergo, tienen una base social nada desdeñable, que podría haberse incluso convencido de que hay otra forma de hacer las cosas, pero a la que, como buenos españoles (;-), les jode mucho que les digan a quién pueden y no pueden votar. Nos puede gustar más o menos, pero es asín.
    Del resto de partidos en la CAV no tengo mucho que decir; fluctúan de tal manera de una elección a otra y pactan con combinaciones tan curiosas que cualquier especulación que se haga tiene visos de fracasar.

    Un saludo.

  10. joseluis
    2007-05-30 21:13

    Bien Marcos, por las propuestas, aunque pocas son. Añado. Veamoss. Que si hay un dado % de abstención, su exacto correlato en escaños quede vacíos (que otros políticos no okupen tales escaños, digo). Que se comprometan estrictamente, esto es, que sus programas sean como los menús de restaurantes, el cliente elige y eso elige, no otra cosa ni otras interpretaciones. Lo que no esté, son libertinajes que se nos toman los políticos. Y que no se los tomen: referéndum. Y una tercera por ahora: que legalmente dejen de ser tan, tan, tan intocables, inencontrables e inviolables. Y más educados y mejor preparados, si se puede. Y … bueno, me voy a merendar.


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