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Mondo Píxel PG por John Tones y Javi Sánchez

Mondo Píxel PG supone, como el Parental Guidance de su título indica, un punto de vista alternativo y guiado acerca de los videojuegos. Cada viernes, John Tones y Javi Sánchez, miembros del hervidero de visiones con seso sobre lo interactivo Mondo Píxel, contarán en LdN cómo se ha convertido el ocio electrónico en una volcánica explosión de inquietudes pop. Sus ramificaciones en cine, tebeos y música, su influencia en nuestra vida diaria, su futuro como forma de ocio y olla a presión cultural. Cada semana en Mondo Píxel PG.

Gabe Newell, Love Machine

El Consumer Electronics Show de Las Vegas de esta semana ha inaugurado los fastos tecnológicos de 2013, el Año Chino del Jugador Confuso. Porque este año, si los cánones del hype se cumplen, del videojuego como lo hemos conocido en los últimos 20 años no va a quedar nada. Ahora bien tampoco se fíen mucho del CES: es la misma feria en la que se nos prometió los últimos dos años que las teles en tres dimensiones gobernarían los hogares, no los almacenes de productos invendibles.

La transformación que ha sufrido el sector es ligeramente similar a la que han pasado la música, los medios de comunicación o el cine: un puñado de empresas en situación de dominio que miran el avance de la tecnología y dicen “no pasa nada, cuando llegue el momento haremos nuestro movimiento en todos estos campos nuevos y todo seguirá como siempre”. Por eso, cuando Gabe Newell, fundador de Valve —el estudio de videojuegos que decidió hace una década que el futuro sería la distribución digital—, se plantó en la feria a hacer negocios y ayudar a los fabricantes a presentar los primeros prototipos de su nueva idea del futuro (un cacharro que nutra de contenido, no sólo videojuegos, a todas las pantallas de tu casa), algunos corrimos para ver cómo reaccionaban las llamadas “Tres Grandes”: Microsoft, Sony y Nintendo, las fabricantes de las consolas al viejo estilo.

La respuesta es un tanto desoladora. Microsoft, que ya ha sufrido en las carnes de Windows el paso del PC de toda la vida a un mundo en el que hasta las teles tienen procesadores multinúcleo, ha empezado el año con el aviso a navegantes de que en el E3 de junio van a presentar algo, su próxima consola seguramente. Una que podrá verte y extender los confines del mundo virtual más allá del televisor a las paredes del salón, bien, pero que no desvela que va a pasar con su Xbox Live, plataforma que en un mundo ultraconectado todavía pide una cuota mensual por acceder a las capacidades online de su consola.

Sony, que no está pasando sus mejores años (precisamente porque las teles 3D NO eran el futuro), pero que ahora mismo tiene uno de los servicios más monos del universo con PlayStation Plus (una suscripción a un catálogo virtual de juegos), ha dedicado la feria —como casi todos sus rivales— a presentar las teles 4K: ¡resolución brutal! ¡Más píxeles de los que pueden digerir tus ojos! ¡Ochenta pulgadas! ¡Ninguna red doméstica actual puede transmitir contenido con esa calidad! Y, de paso, han dejado caer que serán sus teles, sus formatos, sus tipos de archivo, siguiendo esa política de la compañía de que es mejor tener algo propio, cerrado y mucho más caro. Y luego se sorprenden de que Vita, una consola portátil que se alimenta con tarjetas de memoria que son iguales que las Micro SD, sólo que más caras y que sólo funcionan en máquinas Sony, no venda mucho. Ay.

Nintendo miró a Occidente, vio lo de Las Vegas y se limitó a anunciar un nuevo Pokémon para su portátil 3DS.

Lo divertido es que Nintendo ha sido la única, de momento, que ha visto venir el futuro: su consola, Wii U, de momento es una máquina confusa y algo decepcionante (ojo, que para los jugadores también lo fue Wii en su momento), pero que ofrece la posibilidad de no ocupar la tele: si tu pareja quiere ver una serie, existe la posibilidad de seguir jugando en su tableta asociada. Lo que Newell propone con Steam Box —y que un montón de fabricantes han visto con buenos ojos, presentando una gama de máquinas que cumplen el estándar— va por ahí, pero prescindiendo del cacharro como centro del mundo. Si Wii U sólo puede jugarse en la tableta que viene con la consola, la idea de Steam Box es que cualquier pantalla de tu casa admita un mando y la futura conola/servidor/repetidor streaming se encargue del resto. Dejando a los usuarios la posibilidad de que metan mano a los cacharros, creen contenido propio y, básicamente, hagan lo que les salga del nacle con algo que es más una arquitectura, un concepto, que una máquina inmutable en la que cualquier intento de trasteo se salde con la expulsión de su ecosistema.

De aquí a junio nos espera una carretilla de juegazos, pero el verano traerá consigo al menos una consola nueva (puede que Sony también se atreva con la próxima PlayStation). Por primera vez, importará menos saber qué gráfico ofrece y cuántos muñequitos puede mover en pantalla, el único motor de cada nueva máquina de juegos desde el siglo pasado, que descubrir qué nos permitirá hacer. Hasta hoy, jugar en la tele del salón dependía de pasar por el aro de los fabricantes: no, no puedes reproducir ese formato de vídeo; no, no puedes actualizar tu navegador o ver un triste Youtube; no, no puedes jugar a este modo de juego sin pagar un extra; y sobre todo no, pequeño desarrollador independiente, no puedes publicar en nuestro catálogo sin aflojar 30.000 dólares.

En la revista GamesTM los que suscriben han contribuido a la habitual lista de los mejores juegos del año. Y durante la corrección Sánchez se dio cuenta de un pequeño detalle: de los diez títulos, apenas la mitad obedecen al formato “sesenta pavos por un juego que compras en la tienda”. Y, de esos, casi todos han podido comprarse en Steam estas Navidades por un tercio de ese precio. En el mundo del periodismo actual, existe un hashtag muy habitual en Twitter, cada vez que los moribundos medios españoles siguen insistiendo en imponerle a un público conectado que la columna de opinión o la noticia manipulada o la defensa de intereses ajenos al lector son los únicos faros en un mundo “contaminado” por la libertad de que cualquiera pueda razonar, escribir y publicar con la misma audiencia potencial: #porestoquierescobrar.

La aparición de un montón de maquinitas y entornos donde casi cualquiera (quedan barreras muy preocupantes cuando hablamos de ecosistemas digitales) puede saltarse a los editores y juntar con la ayuda del público los dólares necesarios para llevar a cabo su juego ha destrozado un modelo con décadas en vigor. En 2013 veremos si las únicas defensores del juego tradicional han captado el mensaje y ofrecen una máquina, unos periféricos y un catálogo que justifiquen sus precios, o si dentro de tres años todos adoraremos al dios Newell mediante los lectores biométricos que quiere poner sobre nuestro cuerpo.

John Tones y Javi Sánchez | 11 de enero de 2013

Comentarios

  1. Quitus
    2013-01-13 19:59

    “Por primera vez, importará menos saber qué gráfico ofrece y cuántos muñequitos puede mover en pantalla, el único motor de cada nueva máquina de juegos desde el siglo pasado, que descubrir qué nos permitirá hacer.”
    Que el Dios del pixel-arte les escuche.

  2. Javi Sánchez
    2013-01-14 15:45

    Recemos juntos, esta semana estoy mucho más pesimista con el tema, con las filtraciones pos-CES de PS4 y la nueva Xbox, que suenan a mucho más de lo mismo. :(


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