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Mondo Píxel PG por John Tones y Javi Sánchez

Mondo Píxel PG supone, como el Parental Guidance de su título indica, un punto de vista alternativo y guiado acerca de los videojuegos. Cada viernes, John Tones y Javi Sánchez, miembros del hervidero de visiones con seso sobre lo interactivo Mondo Píxel, contarán en LdN cómo se ha convertido el ocio electrónico en una volcánica explosión de inquietudes pop. Sus ramificaciones en cine, tebeos y música, su influencia en nuestra vida diaria, su futuro como forma de ocio y olla a presión cultural. Cada semana en Mondo Píxel PG.

Ni siquiera la estricnina nos divierte en esta mina

1. En una de nuestras recurrentes trifulcas en la lista illuminati de Mondo Píxel, donde se discute el futuro de la industria y, sobre todo, los contenidos venideros del blog, surgió la idea de que todos los miembros del equipo habláramos de la serie Zelda para conmemorar el lanzamiento de una nueva (en fin…) entrega para Nintendo 3DS. Herasmus lo calificó como lanzar un guante. Sánchez, aquí presente, lo calificó como lanzar un pañal lleno de mierda.

Nadie se ofendió en la reunión virtual, más bien al contrario. Primero, porque si hay algo que se aprecia en Mondo Píxel es una buena zafiedad en el momento justo. Segundo, porque a los jugadores nos encanta desmitificar nuestros propios iconos de la forma más expresiva y contundente posible.

2. En una pausa de la incansable acción del flamante Duke Nukem Forever, a Duke le ofrecen una armadura que le proteja de los impactos enemigos. Duke, cuyo uniforme habitual es la camiseta estilo imperio, la rechaza afirmando que las armaduras son para maricas. Cuando el jugador ve la armadura, comprueba que se trata del traje de Jefe Maestro de Halo, casco incluido. Estos puyazos son habituales en juegos con contenido humorístico: muy posiblemente, Duke Nukem Forever es perfectamente consciente de que Halo es un juego mucho más complejo y ostentoso que él, y que desde luego juega en otra liga. Pero con rebeldía gamberra e infantil, no se queda con las ganas de hacer un corte de mangas a uno de los shooters esenciales para entender el género, con una inmodestia muy propia del propio Duke Nukem, el héroe del juego.

3. Desde los tiempos de Pac-Man, los juegos han exhibido humor en sus contenidos. La tecnología imponía una urgencia expresiva que a menudo se compensaba con desmanes humorísticos en las sobreinterpretativas portadas de los juegos o en detalles aparentemente inocuos como las instrucciones (¿somos los únicos que ven un tono de sardónica urgencia en el mítico “Evita perder la bola para puntuar alto” de Pong?). Pero lo cierto es que desde que murieron las aventuras gráficas de LucasArts (los míticos Maniac Mansion, Monkey Island y demás clásicos), lo que podríamos llamar comedia de situación en formato interactivo prácticamente ha desaparecido, y cuando un juego opta por la vía humorística para expresarse, casi siempre el objetivo de sus burlas es… otro juego.

4. La semana que viene se celebra el E3. Ya lo contaremos con pelos y señales, si es que Tones logra volver vivo de aquella preview en 3D de los Círculos del Infierno, pero visualicen el tema, ya de buenas a primeras: todos los lanzamientos y noticias-bomba de los últimos y próximos meses se han adelantado o retrasado para coincidir en el tiempo con esa semana de exhibicionismo interactivo en Los Angeles. ¿Y se hace con despreocupación y gusto por la chorrada? ¡No! (No conscientemente, vamos). Durante esa semana, la industria del videojuego adquiere una gravedad inusitada durante el resto del año y se da, como dirían Blas y las Astrales, más importancia que una mona en un balcón. Desde un punto de vista económico y pecuniario, para las empresas debe tener su lógica lo de ponerse serios: lanzan piezas de carísimo hardware y muchas compañías presentan títulos con los que, realmente, se juegan su futuro a una sola carta. Las presentaciones, bajo un manto de aparente frivolidad, rebosan nerviosismo y tensión, y los fanboys disfrutan ridiculizando las conferencias de las compañías rivales. El jugador medio mientras, adopta un cinismo propio de Duke Nukem.

El año pasado, los firmantes de esta columna, ayudados por un buen número de followers, descuartizaron todas y cada una de las conferencias del último E3. Todo les era ajeno, precisamente porque todo era demasiado grande y ridículo: Sony y Microsoft presentaron Wiis que llegaban con años de retraso, y la conferencia de Nintendo, pese a las sorpresas, resultó tan afectada y moñas como de costumbre. El E3, con su seriedad y su ostentosa pulcritud, se convirtió en su propia comedia de situación: en una en la que las risas enlatadas son memes fabricados a partir de las gritonas cagadas de los próceres multimillonarios y las distintas compañías. Y cuando acaba el E3, desaparece la seriedad vuelve la intrascendencia, la ironía, la parodia y la chanza saludable.

La razón, según crece todo este tinglado, según nos hacemos viejos y según se le lee el pensamiento a los jefazos con más claridad, cada año está más diáfana. Cuando la industria se quita de enmedio, por algún motivo, todo resulta más saludable y bienhumorado. Incluso cuando los juegos se insultan entre sí.

John Tones y Javi Sánchez | 03 de junio de 2011

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