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Matando terrícolas por La Pequeña Febe

Érase una niña marciana que gustaba de salir con su nave espacial a matar terrícolas con sus amigos. Volaban en formación, atacaban por turnos, controlaban los mandos. Si uno moría, no importaba: tenía otra vida. Arrasaban ciudades, masacraban naciones, devastaban el mundo. Era un juego divertido… La niña se llamaba Febe. También le gustaba escribir. Lo hace cada día 13 en este sitio.

La muerte cotidiana del arte (digital)

Para empezar mi artículo de este mes y por si alguno no se ha enterado todavía entre mazapanes, uvas, festejos y similares, es mi deber comunicaros con cierta indiferencia que vuestro planeta ha dado una vuelta más alrededor del Sol. Esto es, estáis en un nuevo año. ¿Qué significa eso? Muchas cosas. Propósitos que no se cumplirán, deseos y ansias de mejorar que nadie sabe si llegarán a culminarse en realidad, millares de calendarios que se tirarán al contenedor azul más cercano y que no servirán para nada nunca más… Muchas cosas. También nuevas leyes.

Estoy indignada. MUY indignada. Normalmente en este espacio no suelo hablar de cosas que os están pasando actualmente, sino que soy más dada a contaros curiosidades o aspectos poco conocidos relacionados con los videojuegos. Pues bien. En esta ocasión me he visto obligada a cambiar esa tónica. Me he visto obligada porque parece haber unos señores que se han propuesto matar el arte. Sí, como suena. No de repente, sino hollando poco a poco su libre acceso, privatizándolo como si no fuera un derecho público, sacándose de la manga un engendro, un parásito que a partir de ahora irá pegado a cada medio que pueda distribuir el arte digital. Lo han llamado, en nombre de la misma música que quieren eviscerar, como la pieza clásica más versionada de la historia: “Canon”.

Como ya he explicado anteriormente, los videojuegos son el octavo arte, así que esto me toca de cerca. No me podía quedar callada. Marte entera está dispuesta a rebelarse si es necesario, a mandar una nave a ciertos puntos de la geografía española (Fernando VI esquina Pelayo en Madrid; Passeig de Colom número 6 en Barcelona, etcétera) y volarlos con su cañón (con sendas tildes en la ene y en la o, para no confundir con algo que pueda hacer daño de verdad al mundo). Sin embargo, por muy Dios de la Guerra Romano que fuese, en Marte somos un país pacífico. Sólo los niños a veces salimos inocentemente a jugar a matar terrícolas. El resto, creen que la pluma es más poderosa que la espada. Y es por eso que escribo esto. Allá voy.

Aunque se podría decir mucho de cada uno de los distintos campos a los que afecta esta nueva ley, yo me referiré exclusivamente al mío, sin dejar de lado los otros. En el caso de los videojuegos, un arte digital donde los haya y cuyo soporte es meramente informático y electrónico, donde no hay más medio que las mismos instrumentos de almacenamiento que serán recotizados por el canon, ¿dónde está la ventaja? Esto es, para jugar a determinado título tengo que comprar una videoconsola o un ordenador. Después adquiero el videojuego en la tienda, con su disco, cajita e instrucciones. Hasta aquí bien. No hay quejas, pese a que pague canon por el DVD del juego, para “compensar las pérdidas económicas por copia privada no autorizada”. Esto es, por aquellos que lo adquieren de otra manera, de índole ilícita.

Pero examinemos ahora otro caso completamente diferente. El mundo de los videojuegos hoy día se orienta cada vez más a la experiencia multijugador por Internet. Este fenómeno ha aportado una nueva forma de ver los videojuegos que poco a poco se está comiendo todo el terreno. Ya no se trata de jugar en casa solo o con un amigo (y eso si comprabas otro mando, que no venía incluido más que uno en la caja). Ahora entras dentro de una comunidad de miles (millones en algunos casos) de jugadores simultáneos en todo el mundo. Aunque esta revolución social merecería un artículo completo (que escribiré próximamente), baste aquí esta breve introducción para justificar el siguiente caso.

Debido a lo anterior, muchas empresas de desarrollo de videojuegos han cambiado sus políticas de mercado y sus estrategias de captación de jugadores. En lugar de cobrar por un juego expuesto en los estantes de las tiendas, crean servidores diversos donde puedan interactuar unos con otros por medio de programas cliente gratuitos bajo una cuenta personal única. Las formas de obtener dinero son diversas, desde el pago de una cuota mensual para acceder mediante esa cuenta a los servidores de juego ( Lineage II ) hasta mejoras en los personajes ( Albatross18 ), o incluso obtener un mayor rango que permita realizar ciertas funciones especiales ( Ogame ). Por ejemplo.

En una palabra, que yo puedo en muchos de estos casos descargarme un programa cliente desde la página oficial de la compañía desarrolladora y, por tanto, bajo su permiso y consentimiento expreso. Que puedo (puesto que la misma así lo quiere) también hacer mil millones de copias si me da la gana y distribuirlas gratuitamente por todo el mundo (con mi nave espacial haría eso en un par de horas, no es para tanto). Pues bien, siendo que por cada DVD que distribuyo tendría que pagar un coste añadido por el canon de cuarenta y cuatro céntimos de euro, más los tres euros con cuarenta de la grabadora de DVD, hablamos de cuatrocientos cuarenta millones tres de euros con cuarenta céntimos de los que, la empresa desarrolladora vería exactamente… Hagamos el cálculo, a ver… Ni un céntimo.

Ni un céntimo porque son copias autorizadas, no vendidas, porque se trata de un producto (en este caso software) cuyo coste determinado por la propia empresa, es nulo. La copia privada es lícita y libre, no tienen que compensar pérdida económica alguna por copia privada no autorizada porque no es el caso. Y si no tienen nada que compensar… Señores del Gobierno y de la SGAE, díganme: ¿Qué sentido tiene para este tipo de compañías este canon, cuya raison d’etre parece ser precisamente esa compensación? En cambio, para ustedes, que se embolsan íntegramente mis cuatrocientos cuarenta millones tres de euros con cuarenta céntimos, tiene mucho sentido.

Quizá este sea un caso concreto, pero manejando las arrolladoramente crecientes cifras y los actuales volúmenes de usuarios conectados a servidores de juegos on-line, es lo suficientemente significativo como para tenerlo en cuenta y esgrimirlo contra el canon. Pero no es el único. Ya sé que en vuestro capitalista sistema de producción basado en términos de rendimiento y productividad, sólo importan las gráficas, los números, el dinero. ¡No hablamos de los ilustres y respetables negocios de las camisas, las bombillas de filamento incandescente o las patatas, cebollas y ajos! ¡Hablamos de Arte, señores míos! ¿Y ustedes se hacen llamar “autores” y “escritores”? Les pega más “administrativos” o “economistas”, por ejemplo, para no tener que cambiar sus siglas.

El Greco y Velázquez, al igual que muchos otros antes en Italia, ya pidieron que se les liberase de ciertos impuestos propios de los gremios artesanales, dado que ellos ejercían una labor más creativa, más “intelectual”. Claro que estaremos de acuerdo en que un artista, un creador, no vive del aire. Ha de alimentarse a sí mismo tanto como a su Musa. Pero si su obra llega, si puede hacerse con buena cantidad de adeptos, de admiradores, de seguidores devotos, éstos estarán dispuestos a pagar por más y más de su genialidad. La clave está ahí, no en los intermediarios (o en los medios, digamos soportes físicos) a través de los cuales llegan, o se comunican, los unos con los otros.

En la actualidad, en el videojuego más pequeño, tenemos que tener, además del márketing posterior (pero que de eso no voy a hablar, me centraré exclusivamente en los artistas y creadores), al menos un diseñador (a veces guionista), un programador, un grafista (o modelador y animador) y un músico. Pueden ser la misma (cosa bien rara pero hay casos) o distintas personas. En cualquier caso tenemos una cantidad de horas de trabajo y genio creativo en algunos casos considerable. Tenemos partituras musicales (en algunos casos con letra de canción incluida), storyboards, bocetos y dibujos, animaciones, guiones y por último, un software que lo integra todo. Todo eso hay que registrarlo, protegerlo bajo las licencias adecuadas (un apasionante mundo este de las licencias de software y la Propiedad Intelectual, donde no me voy a meter aquí ni ahora), etcétera.

Y la manera de, una vez realizado todo ese proceso de creación-registro-comercialización (ampliable a todos los otros sectores afectados, no sólo a los videojuegos), evitar esa supuesta muerte del arte por ser un arte “que no se vende”, que se pasa de mano en mano a bajo coste, en las calles, en las esquinas, sobre las mantas, de máquina en máquina tan gratuitamente como el perejil, sin mesura ni control, sin que los mismos creadores sepan cuán lejos ha llegado su obra… es ésta. La respuesta mejor que se les ocurre para abordar el problema.

No. No es la más correcta. En su día ya se debió pensar en esto. No se hizo. Bien. Ahora, en lugar de habilitar mecanismos de control que se ajusten a cada uno de los agentes implicados, teniendo en cuenta el tipo de actividad así como de sus medios de difusión, se coge este impuesto de cajón de sastre, se favorece nuevamente a discográficas, editoriales y demás distribuidores. Al final, vamos a lo que vamos. Esto es, en el sentido contrario: a la muerte del arte “que se vende”, digamos, “a su precio”.

Que lo que llaman “piratería” como una forma de ahorrarse el dinero del producto “original” (que en algunos casos, dadas las modas y convencionalismos comerciales, el producto de original tiene bien poco), no desaparecerá ni mucho menos. Por dos razones: la primera, porque realmente es la forma más rápida de difundir cualquier obra, por muy ilegal que sea; la segunda, porque esta especie de “medida punitiva” en lugar de preventiva o paliativa no será eficaz. Seguiremos copiando, descargando, compartiendo, puesto que dado que lo que aquí importa es sólo el dinero, la diferencia de precio entre la copia ilegal y legal seguirá siendo sustancial. ¿Qué harán entonces? ¿Ir añadiendo cánones hasta que un CD virgen cueste más caro que uno grabado?

Cerrando el tema, os dejo un par de referencias relacionadas que creo de máximo interés:

http://www.todoscontraelcanon.es/
http://meneame.net/search.php?p=tag&q=canon

Y a modo de bibliografía, citaré el primer artículo (basado en una conferencia en realidad) del ensayo “El aprendizaje de la decepción” de Félix de Azúa, al que le he robado vilmente el título, esperando no se moleste.

Además añado que, a sabiendas de que no soy ninguna experta y que probablemente haya dicho alguna que otra barbaridad, lo que pretendía tan sólo era comentarlo, expresarme en opinión en un tema del que ya han corrido ríos de tinta y océanos de bits en Internet, aportando simplemente mi granito de arena desde este enfoque que es el mío, el de los videojuegos. Sé que a la posible molestia por “copia ilegal” de su título a Azúa, se sumará que muchos me corregirán, me avasallarán, me condenarán.

Aunque la verdad es que a mí, en el fondo, los terrícolas me importáis un comino. Sin embargo, sois tan mortales y asesinos al mismo tiempo… Simplemente, me encantáis.


“Gracias al arte, el hombre se separa de la naturaleza, la niega, y deja de ser un animal destinado a la muerte como los otros animales.”
Azúa, Félix de

“En la vida hay cosas más importantes que el dinero. ¡Pero cuestan tanto!”
Marx, Groucho

La Pequeña Febe | 13 de enero de 2008

Comentarios

  1. Rómulo Soto Díaz
    2008-01-13 14:07

    Pues no se si deba sentirme deprimido o esperanzado, ya que tú artículo me parece que toca una arista interesante y muy a considerar. Yo toco piano clásico desde que soy un crío y la verdad, aunque no soy pianista profesional y no lo seré jamás me temo muy a mi pesar más oculto, creo que el arte en general sigue evolucionando.

    Soy de los que aún confian en las personas me temo y no me avergüenso.

    Un saludo desde Lima, Perú

  2. Alex
    2008-01-14 12:21

    Aún siendo el país más piratilla del mundo, a mí lo que me saca de quicio es que se presuponga que cualquier persona que compra uno de esos artículos gravados con el canon es un delincuente (puesto que va a hacer algo ilegal). Luego van con toda la cara del mundo diciendo esta remuneración compensatoria por copia privada, como está denominada, lo que hace es concretar el derecho de copia privada de uno, pero ya veremos como después de todo dirán que la copia privada no está justificada por la existencia del canon.
    De todas formas, nos alarmamos ahora porque los precios han subido considerablemente este año, pero esto ya existía en España desde 1987 y el concepto del canon surgió hace mucho más tiempo. Así que el problema de fondo, que es lo importante, lleva realmente mucho tiempo vigente.
    Para resumir, desde los 60 en E.E.U.U. y después en Europa, existe un derecho de copia privada que tiene ciertos límites de uso sobre el material que se copia, y a cambio debe existir unos mecanismos compensatorios para los licenciatarios del copyright.
    Lo que es dudoso en muchos casos y escandaloso en el caso de España es que estos mecanismos son oscuros como el chapapote. Se le da un dinero a la SGAE que, en primer lugar no representa a todos los autores que se ven afectados por la copia privada, y en segundo lugar, ¡*la SGAE ni siquiera tiene la obligación* – y por eso pasa de hacerlo – de dar cuentas sobre cómo reparte el dinero!
    En definitiva, se trata de que ciertas personas con influencias quieren hacerse más ricas aún con el principio de la lotería: que todo el mundo pone un poquito para que uno se lleve un montón. Y no son los autores de la creación, sino los intermediarios. Que esa es otra: mienten vilmente relacionando todo esto con la piratería, cuando en realidad es una compensación por copia privada, la cual es legal y no es piratería puesto que la cantidad y el uso de esta copias privadas están limitados. Vender discos de Chenoa o videojuegos copiados es una cosa diferente y no se ve afectado por el canon.
    Perdonden la expresión, pero nos la meten doblada, como siempre.

  3. Alex
    2008-01-14 18:12

    Acabo de darme cuenta de que me equivocado nada menos que en la primera frase y me contradigo a mí mismo. como digo más adelante, el concepto de canon no es una compensación por piratería, sino por copia privada, la cual es legal. Sin embargo van asociando esto con el daño que hace la piratería a los autores, confundiendo al personal.

  4. Paco
    2008-01-31 23:13

    Aquí tienes a otro tipo que odia el “canon”.


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