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Los anales perdidos por Jose Antonio del Valle

Jose Antonio del Valle escribe la bitácora Vidas Ajenas y ha colaborado en www.Stardustcf.com y www.Bibliopolis.org. Los anales perdidos se publica el día 22 de cada mes y trata de ser una mirada a personajes e historias medio olvidadas por el tiempo.

Los dictados de don José

El Parvulito
Hace poco, a raíz de las famosas declaraciones de nuestro querido expresidente y ahora empleado de Rupert Murdoch sobre el perdón que el Islam no pedía a los españoles por habernos tenido invadidos ocho siglos, me dio por pensar en todas esas cosas que nos metieron en la cabeza de pequeñitos y de las que luego resulta tan difícil librarse (para unos más que para otros) por mucho que la experiencia y la vida te vayan demostrando que son muchas veces simplificaciones a medida de las mentes infantiles a quienes están destinadas y otras simplemente mentiras con una clara finalidad domesticadora (de eso sabe mucho nuestra nunca suficientemente valorada Iglesia Católica). Decía Einstein que el sentido común es la colección de prejuicios adquiridos hasta los 18 años. Hay quien lucha día tras día a brazo partido con esos prejuicios para que no mediaticen sus decisiones ni su manera adulta de ver el mundo, y hay quien simplemente se deja llevar por ellos a veces hasta extremos ridículos. Y viene todo esto a cuento porque después del discursito de Aznar me pasé unos días pensando en la manera en la que me habían contado la historia de España en mi niñez y adolescencia y, a toro pasado, la verdad es que sí que hay algunas cosas que resultan al menos curiosas y que supongo que habrán ido dejando una impronta en nuestras mentes que muchas veces resulta difícil rechazar.

Mis primeros recuerdos son de un libro, “el Parvulito” “mezcla de catecismo y tebeo de Roberto Alcázar y Pedrín” según Luis M. Fuentes, plagado de flechas y yugos y ángeles con espadas llameantes y referencias a algo llamado “el glorioso alzamiento” que a saber lo que sería y que a mi padre le ponía de muy mala leche. Eso sí, yo creo que aquellos dibujos de soldaditos y banderitas y aquellos últimos coletazos de la educación franquista (debía ser 1979) despertaron mi imaginación. Aunque no tenía ni idea de qué era todo aquello, resultaba estimulante (hay que ver). El verdadero encuentro con la historia se produjo poco después, en segundo y tercero de EGB y gracias a los dictados de don José, primer maestro del que guardo recuerdos (muy gratos por cierto ) y que se encargó de enseñarnos todos los tópicos de la época: Viriato, Numancia, Sagunto, la Reconquista, el dos de Mayo, al tiempo que mejoraba nuestras incipientes ortografía y caligrafía. Recuerdo que un día nos explicó que los primeros españoles habían sido celtas e iberos, que se mezclaron para formar los celtíberos; gloriosa simplificación que poco después producía arduas discusiones en el recreo sobre la procedencia de cada uno. Yo tenía claro que era ibero porque siempre he sido más bien moreno y la verdad es que celta, celta, solo teníamos a cierto compañero de madre inglesa y pelo amarillo. De fenicios y griegos no nos contaba casi nada don José, o no lo recuerdo con tanta claridad. Por aquella época debió también de ser la primera vez que me encontré con una de esas paradojas de la historia que nos contaban: eso de que Viriato y los numantinos lucharan a brazo partido con los invasores romanos y que, una vez vencidos, resulta que nos convirtiésemos en más romanos que nadie y se nos glosaran todos los beneficios que nos trajo la cultura clásica y los emperadores que la vieja piel de toro aportó luego al imperio (los mejores, por supuesto). ¿Y si ser romano era tan bueno, por qué luchaba Viriato? ¿Los numantinos eran tontos? Yo creo que esas preguntas debieron surgir más o menos al mismo tiempo que aquella sobre Adán y Eva, que eran nuestros primeros padres a pesar de solo haber tenido hijos varones. Tampoco ayudó mucho cuando descubrí que Viriato era lusitano, lo que al parecer significaba portugués. Un lío que los tebeos de “El Jabato” tampoco contribuían mucho a solucionar. Años después descubriría que no era el único con dudas sobre aquello, quién no recuerda la famosa secuencia de “La vida de Brian”: “¿Qué nos han traído los romanos aparte de de las alcantarillas, las calzadas, las termas, la educación, la paz, la prosperidad… ?”

Luego ya, lo de los godos fue el despiporre. Resulta que pasaban de ser los bárbaros que invadían a sangre y fuego el imperio a ser los pobres “nosotros” invadidos a su vez por los moros (con perdón) en un pispás. Demasiado para nuestras pobres mentes infantiles, y eso que ya no se estilaba lo de aprenderse la lista de reyes, o quizás precisamente por ello. La verdad es que nunca me quedó muy claro por qué debía identificarme más con estos germanos que, según parecía, habían estado tan poco tiempo aquí pero eran los primeros “nosotros”. Sigo sin entenderlo ahora que sé un poquito más y que nos bombardean con la importancia de la España visigoda en contraposición de lo que vino después, que no es sino el nuevo Satán que amenaza el mundo una vez destruido el comunismo. En fin. Seguían los dictados de don José con la pérdida de España, don Rodrigo, la batalla del Guadalete (lo de “Ya me comen, ya me comen, por do más pecado había” vendría mucho después) y de ahí pasábamos a don Pelayo, Covadonga, el Cid, las Navas de Tolosa y los Reyes Católicos sin demasiadas explicaciones. Eso sí, ya se nos insistía en los 800 años que habían estado los musulmanes en España, las palabras de origen árabe, la cultura, la Alhambra, la Giralda; que a veces te daban ganas de pensar otra vez aquello de ¿entonces para qué luchaba el Viriato de turno? Aunque esta vez lo pillabas antes: coño, es que los otros eran moros. Ah, bueno, siendo así… (pero en España no hay, ni ha habido, ni habrá racismo. Eso no va con nosotros, no señor).

Y no sigo, porque lo del Imperio resultó más traumático aún y todavía me estoy recuperando de ello. Me parece que nadie o casi nadie incidió en eliminar todo este bagaje de tópicos patrióticos hasta 3º de BUP (Gracias, Blanca) donde por primera vez escuche algo que se pudiese considerar una crítica por parte de una profesora a unos pesos pesados de nuestra “conciencia nacional” como son los Reyes Católicos (aunque, como decía Cassen, en España todos los reyes han sido católicos). La verdad es que si algo tenían todos aquellos dictados de don José era que te hacían preguntarte cosas, y supongo que son el origen del gusto por la lectura en general y la historia en particular que hayamos podido desarrollar algunos de sus alumnos, en mi caso junto a los dibujos animados de “Erase una vez el hombre”, faltaría más (gracias, monsieur Barillé). También son la impronta de prejuicios históricos que luego me ha costado años ir eliminando (siguen ahí, agazapados en el inconsciente, dispuestos a aparecer en cualquier momento cuando menos te lo esperas ante un marroquí o un inglés). Supongo que habrá quien no haya pasado de ahí, en mi época no era obligatorio seguir en la escuela hasta los 16 (de hecho había quien no llegaba a 8º de EGB) y supongo que habrá que perdonarles si alguno de ellos no ha sido capaz de deshacerse de todo aquello. Más difícil de comprender es que esos mismos prejuicios mediaticen a todo un expresidente de la nación cuyo concepto de la historia de España parece sacado del Guerrero del Antifaz. Y ya digo que no es que los demás no tengamos por ahí un fondillo lleno de viejos fantasmas ideológicos, pero a los hombres públicos se les debe suponer la reflexión, igual que a los soldaditos españoles de reemplazo se nos suponía el valor. No son de recibo según qué tipo de “eructos” mentales incontrolados por más que el mundo siempre fue y será una porquería, que decía el tango y, a veces, tengamos la tentación de refugiarnos en la melancolía de tiempos mejores, donde todo era cálido y tan sencillo como los dictados de don José.

Jose Antonio del Valle | 11 de noviembre de 2006

Comentarios

  1. Marcos
    2006-11-11 14:01

    Qué tiempos aquellos en que los niños discutían por si eran más o menos iberos; yo recuerdo que hubo un año que me vistieron en casa con unos pantalones bombachos, y yo era el único de todo el cole que los llevaba, y me llamaban “Aladino” porque recientemente habíamos leído la historia en clase, y yo lloraba desconsoladamente (hoy sería acoso escolar, qué cosas).

    Gracias por los recuerdos.

    Saludos.

  2. Jose Antonio del Valle
    2006-11-11 14:15

    Era curioso, yo no sé de qué discurtirán hoy en día los niños en el recreo, pero me temo lo peor. Me parece que aunque en un momento un poco raro, o quizás por eso, tuvimos suerte con la educación recibida, viendo lo que sale a diario por TV.

  3. Cristina
    2006-11-13 21:34

    Yo estudié un puñado de años más tarde, pero no te creas que había mucha diferencia, los mismos tópicos, pero algo menos “patriotizados”. Recuerdo lo pesados que se ponían con Tartessos y el palo que muchos compañeros se llevaron en la Universidad, cuando uno de los profesores comenzó la clase con un “Tartessos nunca existió, señores”.
    Un placer leerte ;)


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