Libro de notas

Edición LdN
Little Secret Film por V.V.A.A.

10 normas tan claras como volátiles, quince realizadores y una puerta abierta a otro tipo de cine. Little Secret Film es un “ejercicio de riesgo cinematográfico extremo” que ha comenzado el día 1 de febrero de 2013 con quince películas rodadas en 24 horas y estrenadas simultáneamente en la red. En Libro de Notas nos hemos propuesto hacer un ejercicio de crítica extrema y examinarlas todas con lupa en las próximas semanas. Empezando desde ya.

#6. 16th FOLK ROOM, de Victor Alonso

Por Deborah G. Sánchez-Marín

Rodado en Londres durante el Festival “London Folk & Roots” que se celebró el pasado mes de Octubre, el documental de Víctor Alonso recoge las actuaciones de dieciséis grupos de la escena británica folk. 24 horas de grabación ininterrumpida donde los grupos irán sucediéndose uno tras otro. Las actuaciones de los grupos van a ser las únicas protagonistas del documental, no hay otra cosa que vertebre los sesenta minutos que dura 16th folk room, y gracias, porque es todo un regalo poder disfrutar de la música y solo de la música. Una de las cosas que más llama la atención del documental de Víctor Alonso es la sencillez formal que presenta en su película. Durante las diferentes actuaciones de los grupos la cámara de Víctor no permanece estática, se mueve por la habitación y juega con los zooms, pero siempre cediendo todo el protagonismo a su objeto de interés, músicos e instrumentos. La naturalidad formal de la que hace gala la #littlesecretfilm de Víctor Alonso no está reñida con el trabajo tan riguroso que se ha realizado con la iluminación. Todas las actuaciones tienen un tono de color distinto debido a la pérdida de luz solar que se produce con el paso de las horas: si comparamos la primera de ellas con la última se puede observar como esa pérdida total de luz se intenta suplir con la iluminación procedente de unas velas. Lejos de ser un inconveniente, las diferentes tonalidades juegan a favor de la intromisión y el carácter intimista que caracterizan al documental.

Folk

Tengo que confesar que hay momentos en los que me he preguntado por qué seguía mirando las imágenes si podía prescindir de ellas y seguir escuchando la música. ¿Por qué no cerrar los ojos y solo escuchar? ¿Qué es lo que ha hecho que siga mirando actuación tras actuación? Decía Jacqueline Caux hace un año, en su taller en la Casa Encendida sobre cómo filmar la música, que el primer objetivo de los documentales musicales era “descubrir aquellos momentos de creación, de concentración, sensuales, momentos que no pueden ser captados sino desde la proximidad máxima con los compositores, los directores de orquesta, los intérpretes o los bailarines”, y por otra parte “intentar interpretar la música con imágenes igual que un músico lo puede hacer con un instrumento”. Víctor Alonso se sitúa en esta línea, y quizá de manera intuitiva transmite una especie de obsesión en los retratos que realiza de cada uno de los músicos. Es como si quisiera subrayar, mediante este énfasis que hace, la manera tan especial en la que surge y de donde surge, el sonido folk. En algunos músicos este subrayado se centra en las manos, en otros en el rostro… la cuestión fundamental es descubrirnos mediante la presencia de la cámara algo que es casi infilmable, y a lo que Víctor Alonso se acerca, algo que permanece invisible pero que acaba aflorando, y que no es otra cosa que el sentimiento desde el que se originan estos sonidos: el músico como puente entre sentimiento profundo e instrumento.

La presencia de la cámara de Alonso no es por tanto anecdótica, la cámara es siempre capaz de resaltar lo más característico y especial de los músicos que está capturando en ese instante. Pienso por ejemplo en la actuación de Lorraine Wood. En el caso de Wood, es su forma intimista de cantar la que va a ser resaltada, de ahí esos planos medios desde el estómago, lugar desde donde empuja el sentimiento, la voz, hacia fuera. O esa toma desde el centro del grupo Indigo Earth, en la que el objetivo de Alonso va pasando de unos a otros, acentuando que la fuerza que tiene el grupo reside en esa armoniosa conjunción de voces e instrumentos; o la voz de Jack Day, tan profunda que Víctor mete la cámara casi en el rostro del cantautor. A las 23:59, cuando da comienzo la última actuación, la de Joe Wilkis, y la habitación va quedando en penumbra, cuando ya es un hecho que con esa poca luz la cámara es más prescindible que en cualquier otro momento del documental, aún entonces hay sombras de cuerpos moviéndose en la pared. Vemos la sombra de un cuerpo que canta y la presencia invisible de un cuerpo que graba.

16th Folk Room de Victor Alonso en Vimeo.

LdN | 26 de febrero de 2013

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