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La guillotina-piano por Josep Izquierdo

La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.

Ulises en Buenos Aires

Podemos volver, pero el lugar, nuestro lugar, ya no existe, mutado por el tiempo, por la física del movimiento de partículas (nada está ya en el lugar mas que probablemente, según la mecánica cuántica) y por la mera observación de un sujeto que modifica con su acto el objeto. El lugar al que volvemos es ya otro, un no-lugar, o, si se quiere, sólo el recipiente de signos que operan en el sujeto, y que el objeto, extraño y ajeno, nunca tuvo la posibilidad de retener, porque ni siquiera permanece. “No puedo pensar en mí mismo como un viejo, pero mi mundo se había convertido en el relato de un viajero”. In fine erat verbum. Un logos, un significado que sólo la partida primigenia pudo originar, al tiempo que destruye el lugar al que supuestamente se vuelve. Ítaca sólo es Ítaca porque dejó de ser un nosotros y devino un ellos, mientras perseguíamos una sabiduría y una identidad, un sentido, a través del viaje. Un viaje que permite la desacralización del lugar de retorno, que ya no es sino el relato de un viajero. Dice el poeta: ahora ya sabes qué significan las Ítacas. Lo más grande que nos da la patria es la posibilidad de partir, porque, en realidad, nada más puede darnos. Y así, aunque descubramos que el viaje no nos hará mejores, ni más sabios, que no dará significado a nuestras vidas, que nos desligará y corromperá en lugar de integrarnos, su más alto rendimiento será sin duda el del fracaso y la pérdida. El viaje nos enseña a sucumbir. Como la Ilíada, es un rito de paso hacia la nada: la victoria es la derrota, y tras Troya desaparece la era de los héroes.

Ulises en Buenos Aires

Y Ulises? Primero dudé si Ulises no seria un equipo de fútbol de la serie B argentina, un nuevo grupo musical, un político corrupto. Después, Roger ofreció el descubrimiento a mi mujer, feliz tras la compra de su Joyce para principiantes. Pero la pregunta me interpelaba extrañamente, como extraña era en sí misma en una ciudad plagada de pintadas sobre política, fútbol y autopromociones musicales. No preguntaba por mí, me preguntaba a mí dónde estaba Ulises, o más bien dónde había abandonado a Ulises, como un hermano mayor que pierde de vista al menor, como un Caín a quien un taumaturgo cualquiera pregunta por Abel, a sabiendas de lo ocurrido. ¿Ulises el embaucador, el astuto, el protegido de Atenea, el ingrato, el retórico, el zalamero, el que viene de la ciudad, el despiadado? Por mi mente circulaban cuantos epítetos recordaba sobre él mientras un indecible sentimiento de culpa fratricida me abatía. Días más tarde, mientras transitaba del purgatorio al cielo en el Palacio Barolo (un edificio de oficinas que es al mismo tiempo un monumento a Dante y la Commedia: puro delirio burgués), un vago recuerdo del Inferno me asaltó. ¿Qué decía Dante sobre el final de Ulises?:

“E volta nostra poppa nel matino
De’ remi facemmo ali al folle volo
Sempre acquistando dal lato mancino.

Tutte le estelle già de l’altro polo
vedea la notte (…)” *

Ulises naufraga en el mar austral, por no querer negarse a la experiencia del conocimiento:

“Fatti non foste a viver come bruti,
Ma per seguir virtute e conoscenza.” **

¿Era ese Ulises un desaparecido en un “folle volo” sobre el rio de la Plata? ¿Tan austeramente se me requería la debida solidaridad con quien busca la virtud y el conocimiento, aún siendo consciente de su necesario fracaso?

Barolo quería enterrar los restos de Dante en su Palacio para preservar la memoria del “sommo poeta” cuando la Europa de entreguerras se abocó a “viver come bruti”. Tal vez debió enterrar a Ulises, a cualquier Ulises.

* ”y, vuelta nuestra popa a la mañana,
/ de los remos hicimos alas para el loco vuelo,
 / avanzando siempre por el lado izquierdo.
 // Todas las estrellas ya del otro polo
 / veía la noche, (…)”, Commedia, Inferno XXVI, 124-128.

** ”hechos no fuisteis para vivir como brutos,
/ sino para perseguir virtud y conocimiento”. Commedia, Inferno XXVI, 119-120.

Josep Izquierdo | 09 de septiembre de 2011

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