Libro de notas

Edición LdN
Historias ocultas por Max Vergara Poeti

Nuestro mundo está lleno de paranoias colectivas, derivadas de los problemas de la información, cómo se obtiene y cómo se interpreta. El propósito de “Historias ocultas”, publicada cada día 4 del mes, no es promover la paranoia colectiva: ya hay suficiente alrededor de todos. Lo que busca con sus entregas es divertir, despertar conciencias y, sobre todo, en un mundo lleno de conspiraciones descabelladas y mentiras, presentar puntos de vista con el fin de siempre alentar en el lector la investigación equilibrada y objetiva.

¿11-S o 911?

Este año se cumplen diez años del atentado del 11 de septiembre y, como regalo de aniversario al mundo, el gobierno de Estados Unidos encuentra y asesina al Gran Satán de Occidente, Osama Bin Laden, un primero de mayo, día de los trabajadores, como también coincide con la muerte del otro monstruo, Adolfo Hitler. Sin duda unas coincidencias que, para muchos, parecen sacadas de una mala película.

Cuando las Torres Gemelas del World Trade Center colapsaron tras los ataques terroristas perpetrados en la fecha conocida hoy como 11-S (en inglés, 9-11), se cernió sobre Nueva York y Estados Unidos un impenetrable nubarrón de humo. Los edificios se habían reducido a polvo y cenizas, y los escombros cubrían todo el Lower Manhattan. Sin embargo, una capa de polvo más densa se propagó rápidamente cubriéndolo todo a su paso, un nubarrón con olor a conspiración y especulación, emanados ambos de una completa sensación de que algo nocivo, atroz y traumático podía sucederle a Estados Unidos.

Con la tragedia surgieron miles de teorías que, en su gran parte, eran francamente locuras. Algunas, adicionalmente, promovían peligrosos sinsentidos. Una rápida búsqueda en Google arroja (por citar los más sonados) los siguientes disparates:

  • Los cuatro aviones secuestrados no fueron guiados por terroristas sino por control remoto.
  • Las Torres Gemelas fueron demolidas al accionar bombas que habían sido puestas allí previamente o por medio de un láser secreto.
  • Ningún avión impactó el Pentágono: se trató de un misil o una bomba.

Para alguien interesado en profundizar entre los escombros de aquel día para rescatar la verdad, las numerosas teorías conspirativas de corte fantástico oscurecieron las investigaciones legítimas de verdaderas conspiraciones urdidas por el gobierno estadounidense, una de ellas que se hubiese remontado a los años de Ronald Reagan en la Casa Blanca, cuando incluso algunos ilusos se atrevieron a afirmar que la CIA financiaba a la KGB.

Resulta increíble el maremágnum de especulación en torno a los atentados del 11-S. ¿Por qué entonces? La respuesta más sencilla, que se verifica en nuestra historia cultural como raza humana, es que entre más grande es la tragedia, mayores son el escepticismo y la desconfianza general. Y jamás habíamos visto algo como el 11-S. Ahora, la respuesta que intrica más el asunto es que todas las descabelladas teorías no eran sino “propaganda”. El 11-S fue un evento que destruyó los paradigmas. Un grupo de estadounidenses se acoge al paradigma de que Estados Unidos jamás es víctima del mundo, solamente el mayor opresor y agresor. Claro que no se trata de un paradigma ajeno a la realidad, o a ciertos aspectos de ella, pero una vez que las posiciones se invierten, para aquel grupo que, de un momento a otro se ha hecho víctima y no victimario, las piezas del rompecabezas dejan de encajar; es decir, se ha perdido toda lógica. Cuando algo o alguien ataca un paradigma, los grupos humanos tienden a tomar uno de dos caminos: o invierten el paradigma, o invierten los hechos de tal modo que encajen en el paradigma. Es decir, se manipulan los hechos para hacerlos encajar en la verdad.

La mayoría de los fanáticos de las conspiraciones escogen casi siempre la segunda opción, lo cual explica todas las teorías en las que Estados Unidos terminó siendo cómplice de los ataques del 11-S o que, en el mejor de los casos, los ejecutó directamente o, como figuran en las teorías más exóticas, que los ataques jamás ocurrieron. Así, en todos los ejemplos anteriores, el público se encontró bombardeado no por teorías como se hacían llamar, sino por manipulaciones de los hechos o simples ardides.

En esta era del internet, especialmente desde el accidente del vuelo 800 de TWA frente a la costa de Long Island y la muerte de la princesa Diana, las teorías de la conspiración se materializan del éter, repentinamente, sin más. Sin mucho esfuerzo, apenas una semana después de los atentados la locura se desató. Imposible es debatir a quienes dicen tener todos los argumentos que validan sus disparates. Sus postulados son siempre los mismos: por un lado, se escudan en que el gobierno estadounidense ignoró deliberadamente las numerosas advertencias de que Osama Bin Laden estaba por atacar al país en su propio suelo. Por el otro lado, alegan (sin pruebas) que Bin Laden es inocente.

El escritor y académico canadiense Michael Chossudovsky (autor del libro War and Globalisation: The Truth Behind September 11), uno de los grandes promotores de la conspiración 11-S, afirmó que Osama era inocente al declarar textualmente “Unas pocas horas después de los ataques terroristas al World Trade Center y al Pentágono, el gobierno Bush concluyó, sin ninguna evidencia que así lo demostrase, que Osama Bin Laden y su organización Al-Qaeda eran los sospechosos principales.”

¿Sin evidencia que así lo demostrase? Ciertamente si se ha tenido una miríada de alertas a lo largo de toda una década de que se atacará, y finalmente se ataca, ¿acaso no es suficiente para señalar a un sospechoso principal? Afirmaciones conspirativas de este calibre son meras tautologías, donde la evidencia que escuálidamente contradice la teoría se mira como “desinformación”, pero que se hace, para el público, en una “confirmación”. Una teoría que puede confirmarse por cualquier y todos los medios en realidad no puede confirmarse jamás. O Estados Unidos sabía de las advertencias o no lo sabía. Y como puede verse, ya sea en una hipótesis o en la otra, Bin Laden se exculpa.

Solo puede sacarse una conclusión de este razonamiento: quien hace el razonamiento ha predispuesto su mente con antelación. Si la realidad contradice la opinión, entonces pues, hay que negar la realidad. Al llamar la mayoría de disparates relacionados con el 11-S se les está dando un estatus que, en últimas, no tienen y no alcanzan. Son, en el fondo, negaciones, y no difieren mucho de aquéllas que invalidan el Holocausto.

Si nos fastidian estas supuestas teorías es porque estamos fastidiados de ellas. Hace un tiempo no muy lejano, las teorías de la conspiración representaban un reto para la llamada “opinión del establecimiento”, siempre tan ortodoxa. Pero en los últimos años hemos sido testigos de una nueva generación de teorías conspirativas que son ortodoxia por sí mismas, y que no admiten crítica o refutación.

Y si no supiésemos más, concluiríamos que el gobierno de Estados Unidos ayudó efectivamente a difundir la locura con el fin de deslegitimar a todo quien se atreviera a formular preguntas legítimas sobre la verdad detrás del 11-S. Cierto es que ni la administración de Bush o la de Obama hicieron algo para desacreditar los disparates. Cuando en noviembre de 2002 Bush nombró nada menos que a Henry Kissinger para encabezar la investigación independiente al ataque terrorista, las quejas de que se había montado una segunda comisión Warren se escucharon de todos los flancos. Estas voces no eran solo de los chalados o paranoicos, sino de los cuerdos. Pero no fue por esto que Kissinger renunció rápidamente a su encargo, sino para evitar que tuviera que hacer pública la lista de clientes y lobistas de su firma, Kissinger Associates. De haberse obstinado, el ex secretario de Estado habría tenido que hacer públicos los nombres de sus clientes que incluían gobiernos con fuertes conexiones con Al-Qaeda. Al final, Kissinger optó por proteger a sus clientes que a su propio país. Todavía sigue siendo un misterio el por qué George Bush, entre tantos norteamericanos de bien, escogió a Henry Kissinger para llegar al meollo del asunto.

Los mismos que declararon a Bin Laden inocente (como el académico antes mencionado), y que afirman que “no hay evidencia en su contra”, también hacen largas y retorcidas hipótesis en donde Bin Laden queda reducido a un instrumento de la CIA. Si Bin Laden era inocente, ¿para qué entonces relacionarlo con la CIA? Jared Israel, un teorizador, aseguró que la CIA pagaba a Bin Laden, proporcionaba armas a Al-Qaeda e incluso los había entrenado. E iba más allá: sus aseveraciones podían comprobarse en un artículo de The New York Times del 24 de agosto de 1998.

Convincente, solo que el artículo jamás aseveró aquello. Lo que sí detallaba, y lo que se documentó bastante en aquella década previa al 11-S, es que durante la guerra Afgano-soviética entre 1979 y 1989, la CIA procuró cuantiosos fondos a las guerrillas afganas que buscaban con desesperación derrotar la maquinaria soviética. En aquella época, Bin Laden, con millones de dólares a su disposición y la lealtad de miles de fanáticos dispuestos a vivir en recovecos de montaña para luchar contra el enemigo, era sin duda un líder muy reconocido entre las filas de la resistencia.

El silogismo: “La CIA provee con fondos a la resistencia afgana; Bin Laden hace parte de la resistencia afgana; por ende, la CIA provee con fondos a Bin Laden” se ha aceptado irresponsablemente como el pilar de toda la conspiración. ¿Algo así puede ser posible? ¿La CIA aliada al mayor enemigo de Estados Unidos para matar estadounidenses a sangre fría? Incluso autores de reputación han afirmado que la CIA “entrenó” a las fuerzas de Bin Laden, a las que se refieren, a veces, como “los mercenarios musulmanes de la CIA”. Un periódico local canadiense, el Vancouver Courier, publicó un artículo el 1 de octubre de 2001 en el que aseguraba que “Estados Unidos apoyó siempre al bando islámico más radical”. No pasó mucho para que aquel escrito terminara siendo la verdad revelada en muchas teorías y páginas web.

Sin embargo, las cosas son mucho más intricadas y oscuras de lo que imaginan ciertos teóricos de la conspiración. Había al menos seis facciones de combatientes afganos en la guerra contra la URSS. No eran todos “fanáticos musulmanes” o “terroristas”. Pero estaban también los que se conocían como los “árabes afganos”, comandados por Bin Laden. Lo de “afganos” solamente obedecía a su locación geográfica y su causa, nada más. Casi todos eran árabes y unos cuantos musulmanes, en su mayoría de Arabia Saudita, la patria de Bin Laden. Se sabe que los árabes afganos de Bin Laden eran auténticos fanáticos, y que casi todos fundaron después Al-Qaeda. Llegaron a Afganistán como mercenarios aunque su motivación no era económica sino el extremismo religioso. Libraban una cruzada para expulsar a los rusos de la tierra islámica de Afganistán.

Algunos guerrilleros afganos compartían el ardor religioso, aunque su meta era la de un país libre. Querían que terminara la carnicería y los rusos se retiraran. Esta suerte de afganos “moderados” no tenían valor para los afganos de Osama, que a su vez no aportaban nada a la causa de los afganos. Los agentes de Bin Laden asesinaron a Ahmad Shah Massoud, el general afgano que había sido más fuerte en la lucha con los soviéticos. Como héroe, el equipo de Massoud había puesto en jaque a nueve frentes enemigos, pero fue sorpresivamente asesinado por suicidas dos días antes del 11-S.

La CIA pudo haber dado todo su apoyo a Massoud en los años 80, pero no lo hizo. Massoud desdeñaba de Bin Laden y su visión fundamentalista. “No queremos que unos árabes armados se paseen por nuestro país”, le dijo a Richard Mackenzie en una entrevista. “Este no es lugar para ellos, deben marcharse.” Mientras que la CIA sometió a Massoud a que luchara por sus propios medios, la mayor parte del presupuesto de Estados Unidos para apoyar aquella guerra fue a parar a manos del socio de Bin Laden.

¿Por qué? Las operaciones de la CIA en Afganistán eran convulsas. La agencia había establecido su centro de operaciones en Pakistán, y canalizaba su presupuesto todo hacia la sombría agencia de seguridad, el ISI paquistaní. Así, irresponsablemente, los agentes de la CIA, bajo una orden presidencial de Ronald Reagan, y avalada por el Director de la agencia William Casey, confiaron la operación a su contraparte paquistaní. Al dar al ISI alrededor de tres mil millones de dólares, la CIA le dio a Pakistán la libertad de gastar el dinero como se le antojara. Los militares paquistaníes dieron su apoyo a un afgano llamado Gulbuddin Hekmatyar, un extremista islámico que apoyaba a Zia-ul-Haq, el dictador extremista que guiaba a Pakistán. Hekmatyar recibió 600 millones aproximadamente, que el periodista Peter Bergen consideró como “cifra moderada”.

La administración Reagan, obsesionada con derrotar a la URSS, ignoró completamente la amenaza que era Hekmatyar y sus hombres. De hecho, aquel afgano jamás luchó contra los rusos, sino que enfiló sus cañones contra sus propios compatriotas. Hekmatyar era un extremista convencido desde siempre: afirmar que necesitaba que la CIA lo estimulara es tan exagerado como afirmar que era un agente al servicio de la agencia. A través de su alianza estratégica con el ISI paquistaní, la CIA lo que hizo fue darle a Hekmatyar más importancia y poder de la que jamás hubiese logrado. En una guerra en la que la facción con más armas resistiría y ganaría al final, el ISI se aseguró que Hekmatyar recibiese todo lo que pedía. Tanto bajo Reagan como bajo el gobierno de Bush padre, la CIA jamás lanzó una voz de alerta.

Después de que los rusos se retiraron, una coalición de facciones afganas formó un gobierno en Kabul. Hekmatyar fue nombrado Primer Ministro, aunque su más memorable acto de gobierno fue el bombardeo de la capital. ¿De dónde salieron los cohetes? Del ISI paquistaní, adquiridos con dinero dado por la CIA que a su vez, pertenecía a los contribuyentes estadounidenses. Los ataques de Hekmatyar buscaban desterrar a Massoud de Kabul. En un punto de aquella guerra por el poder, Hekmatyar ordenó el asesinato de alrededor de 1,800 personas en un mismo pueblo en un solo día. Para 1996, Hekmatyar ya era responsable, según la cuenta de organismos internacionales, de la muerte de más de 50,000 afganos desde el final de la guerra con la URSS.

Hekmatyar se unió a los Talibanes cuando se tomó el poder en 1996, poco después se puso en contra de ellos y nuevamente se les unió cuando Estados Unidos invadió a Afganistán. Al final, fue la CIA, ya bajo el gobierno de George W. Bush, que rectificaría aquel error. En mayo de 2002, la agencia disparó uno de sus cohetes contra Hekmatyar, aunque falló. Casi de película, la CIA trataba ahora de asesinar al hombre al que le había dado poder. Hasta el día de hoy, Hekmatyar sigue eludiendo a Estados Unidos.

No obstante, la mayor ironía para la CIA en este caso es que, mientras el ISI paquistaní le entregaba cuantiosas sumas de dinero y armas a Hekmatyar, éste colaboraba activamente con la causa soviética. La Asociación Revolucionaria de Mujeres Afganas (RAWA) incluso ha llegado a afirmar que Hekmatyar trabajaba a sueldo de la KGB y que a una conspiración urdida por el extremista afgano y la agencia soviética se debe el asesinato del líder de RAWA en 1987. Algunos documentos desclasificados por los archivos de Rusia en 2002 no lograron probar la conexión Hekmatyar-KGB, pero sí el hecho que la KGB se había infiltrado en numerosas facciones, buscando que se atacaran unas a otras. Esta estrategia, de hecho, fue una de las mayores causas por la cual la guerra duró tanto, y cierto es que, de todos los guerreros afganos, Hekmatyar era el que más disfrutaba asesinando a sus compatriotas.

La CIA, si las afirmaciones de RAWA son ciertas, pagaba para sabotear a la resistencia anti-soviética que a su vez apoyaba: he ahí uno de las mayores vicisitudes de toda acción encubierta. A menudo, las conspiraciones reales parecen más descabelladas que las teorías de la conspiración.

En cualquier caso, porque una teoría parezca demasiado paranoica no significa que sea un disparate. Si hay algo que he descubierto, es que una teoría puede estar equivocada sin necesidad de que sea alocada. Querer separar las teorías estúpidas del 11-S de los misterios legítimos del caso es difícil, ya que los disparates incluyen a menudo los misterios legítimos de aquella mañana luminosa del 11 de septiembre de 2001 cuando cuatro aviones comerciales impactaron las Torres Gemelas, el Pentágono y un campo en Pennsylvania.

La posición oficial inicial del gobierno estadounidense fue de haber sido tomado por sorpresa. Los dos hombres encargados de la seguridad nacional (el director del FBI Robert Mueller y George Tenet, director de la CIA) apoyaron a Bush y la teoría de la sorpresa. El mismo Tenet, durante las audiencias del Senado, alegó ignorancia sobre los ataques. De esta posición surgió el recelo de muchos dando origen a muchísimas conjeturas. Nadie en Estados Unidos creería aquella descarada patraña.

Desde 1998, Estados Unidos había recibido docenas de advertencias de que un ataque de gran envergadura se estaba horneando. El informe del Joint Inquiry Staff (comisión conjunta de investigación) del Congreso de septiembre de 2002 encontró varias:

  • Junio de 1998: inteligencia descubre que Bin Laden está planificando atacar Estados Unidos, siendo Washington y Nueva York los blancos principales.
  • Agosto de 1998: agencias de inteligencia envían información al FBI y la Administración Federal de Aviación de que un grupo terrorista del Medio Oriente tiene la intención de volar aviones cargados de explosivos desde el extranjero para chocarlos contra las Torres Gemelas.
  • Diciembre de 1998: un reporte de inteligencia sobre Bin Laden resalta que el terrorista “está excesivamente interesado en atacar a Estados Unidos desde su propio territorio”.
  • Marzo de 2001: fuentes de inteligencia aseguran que hombres de Bin Laden se preparan para atacar Estados Unidos en abril de ese año (un mes después).
  • Junio de 2001: el grupo de contraterrorismo de la CIA se entera que los hombres más leales a Bin Laden se preparan para convertirse en “mártires”.
  • Agosto de 2001: Oficiales de inmigración de Minneapolis detienen a Zacarias Moussaoui, cuya actitud sospechosa mientras estudiaba en una escuela de aviación de la ciudad había suscitado sospechas del FBI, que creía que Moussaoui preparaba un atentado terrorista.
  • 10 de Septiembre de 2001: la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) intercepta comunicaciones internacionales en el que se habla de ataques terroristas.
  • 12 de Septiembre de 2001: un día después del ataque, se traducen las interceptaciones hechas por la NSA el 10 de septiembre.

El mismo informe detalla numerosos reportes de inteligencia sobre cómo distintos terroristas habían pensado en utilizar aviones para atacar sus objetivos. De hecho, el atentado a la embajada estadounidense en Nairobi se pensó hacer con un avión. También está el “Memorando de Phoenix”, en el cual, la oficina del FBI, previno sobre un posible nexo entre terroristas y estudiantes de algunas escuelas de aviación de Estados Unidos.

Quizás una de las advertencias más escalofriantes fue la reportada por el diario inglés “The Independent”, el 7 de septiembre de 2002, en el cual se aseguró que Estados Unidos había sido prevenido incluso por los Talibanes. En julio de 2001, el ministro de relaciones exteriores del régimen se enteró que Bin Laden preparaba un ataque espectacular contra Estados Unidos, un ataque que los Talibanes sabían que los pondría como blanco de la retaliación. De acuerdo al periódico, los Talibanes enviaron un emisario para que advirtiese a la embajada estadounidense en Islamabad, y también notificaron a la ONU en Kabul. Al parecer, el emisario también propuso que se ejecutara una operación similar a la de Irak en 1991 para expulsar a Al-Qaeda de Afganistán. Esta advertencia fue desechada tanto por el Departamento de Estado como por la ONU, y nadie sabe hoy por qué.

Puede que Estados Unidos no hubiese estado preparado para el 11-S a pesar de todas las advertencias (como lo afirmó el gobierno de entonces), pero todavía más escalofriante es que la última línea de defensa del país estuviera también ausente. Aviones de combate del Comando de Defensa del Espacio Aéreo de Norteamérica (NORAD) rutinariamente aparecen en escena cada vez que hay un incidente sospechoso sobre los cielos de Canadá y Estados Unidos. De acuerdo a la propia versión de NORAD, recibieron información de la FAA a las 8:40AM de que el vuelo 11 de American Airlines (el primer avión que se estrelló en Nueva York) había sido secuestrado, pero solo autorizaron a sus aviones interceptar el vuelo 11 hasta las 8:46AM. Para aquel momento, el avión ya se había estrellado contra la primera torre.

Para las 8:52AM, los aviones F-15 (que vuelan en máxima potencia a más de 1,900 millas por hora) volaban finalmente. Despegaron de la Base de la Guardia Nacional Otis en Massachusetts y, según NORAD, se dirigieron hacia Nueva York, a más de 150 millas al sur. Incluso si hubiesen volado a la mitad de su velocidad máxima, habrían alcanzado Manhattan casi un minuto antes de que el vuelo 175 de United impactara la segunda torre. Sorprende que los aviones aparecieron entre el humo de Manhattan a las 9:10AM. Si la versión de NORAD es aceptada, indica que los F-15 volaron solo a 510 millas por hora, quemando inoficiosamente su combustible. En entrevistas, los pilotos alucinaban después de cómo hubiesen evitado la tragedia si hubieran llegado antes. Nadie les preguntó: “¿qué tal si hubiesen volado más rápido?” Posteriormente NORAD aseguró que sus F-15 habían volado entre 1,100 y 1,200 millas por hora. Matemáticamente, teniendo en cuenta factores como el clima de aquel día, eso los habría puesto sobre Manhattan casi dos minutos antes que el vuelo 175 diera la estocada final.

Por qué los F-15 no llegaron a tiempo es todavía un misterio. O despegaron para dar un paseo o la hora que manejó NORAD no coincidió con la hora real. Cualquier opción es desconcertante. Tampoco se salva la Administración Federal de Aviación, que tardó 18 minutos en notificar a NORAD desde que tuvo certeza del secuestro de los aviones. El vuelo 11 se convirtió en problema para la FAA a las 8:20AM. En el caso del vuelo 77 de United que se chocó contra el Pentágono, los F-15 de NORAD tenían menos posibilidades de derribarlo. A las 9:24AM, NORAD fue notificado del secuestro del vuelo 77, y envió sus cazas a interceptarlo seis minutos después. Siete minutos después el vuelo 77 se chocó contra el Pentágono. Los F-15 despegaron con órdenes de dirigirse hacia Nueva York, pero ya sobre la ciudad giraron y se dirigieron a Washington y aún así tardaron 12 minutos en llegar.

Claramente no solo las agencias de inteligencia fallaron en el 11-S, sino que se suman la incompetencia, negligencia e intransigencia burocrática de todas las instancias de Washington, incluyendo al ejército y a ese último escudo defensivo, las fuerzas del NORAD. Al final, lo cierto es que Osama Bin Laden era culpable de todos los atentados, aunque quede ese extraño sabor de escepticismo ante las circunstancias que rodearon su muerte, acaecida diez años después de la tragedia y en la misma fecha que, en 1945, otro criminal, Adolfo Hitler, se suicidó.

FUENTES SELECTAS:

Yonah Alexander y Michael S. Sweetnam, Usama bin Laden’s Al-Qaida: profile of a terrorist network, Transnational Publishers, 2001
Peter Bergen, Holy War, Inc.: inside the Secret World of Osama Bin Laden, The Free Press, 2001.
Yosef Bodansky, Bin Laden: the man who declared war on America, Prima Publishing, 2001.
John K. Cooley, Unholy Wars, Pluto Press, 1999.
Richard Labeviere, Dollars for Terror: The United States and Islam, Algora Publishing, 2000.
Simon Reeve, The New Jackals, Northwestern University Press, 1999.

Max Vergara Poeti | 04 de mayo de 2011

Comentarios

  1. J.T.
    2011-05-04 15:50

    Sin ánimo de polemizar ni de colocar más piedras en ese muro de las conspiraciones más o menos paranoides un servidor se sorprende un poco de que, después de un artículo de opinión bastante bien documentado y explicado, el autor dé por buena la versión oficial, ésa que dice que en el Pentágono se estrelló el vuelo 77 de la United. O las imágenes que usted ha visto y las que vi yo son distintas o quizá en EEUU existen aviones a los que uno nunca se ha subido. Aviones sin alas, vamos.

  2. El Autor
    2011-05-05 00:34

    J.T.: Estas columnas existen gracias a personas como usted. El comentario es válido y no polemiza. Desafortunadamente, en el caso del 11-S, partes de la versión oficial son válidas y no pueden desconocerse. Afirmar que hubo un complot del gobierno estadounidense es un exceso. ¿Por qué? Porque ejecutar un plan así, implicaría que muchas personas lo supieran, miles de empleados de las agencias y oficinas estatales. Y es un riesgo que ni siquiera la CIA correría. Ciertamente, la agencia cometió errores, hizo cosas terribles en el pasado contra estadounidenses, pero no llevaría a cabo un plan tan retorcido y descabellado con la complicidad de cientos de funcionarios.

    Ahora, merece que, como addenda al artículo, incluya una serie de detalles sobre las otras pruebas que, como menciona J.T en el caso del vuelo 77, desvirtúan todavía más las teorías disparatadas.

    Primero hay que recordar la primera de esas teorías, que se difundió desde el Líbano, se reprodujo en Pakistán y luego en Rusia por Pravda, y que acusaba a Israel de orquestar los atentados. De inmediato, en internet se difundió el mito urbano que 4,000 israelíes que trabajaban en las Torres Gemelas no habían ido a trabajar ese día porque habían sido prevenidos. ¿Cuál fue la verdad? Una llamada del consulado de Israel al 911 de emergencias en el que se manifestó preocupación por los 4,000 israelíes que trabajan “en toda la ciudad de Nueva York”. Luego, que dos israelíes habían sido arrestados en el puente George Washington, pero se demostró que fue una equivocación. ¿Por qué Israel? Para algunos, Israel tiene pretextos siempre para involucrar a Estados Unidos en los conflictos del Medio Oriente, por lo que tiene sentido. Es poco creíble que Israel, aliado incondicional de Washington, ejecute un plan tan diabólico para salvaguardar sus propios intereses, cuando históricamente ha tenido el apoyo incondicional de la Casa Blanca.

    La otra teoría: los aviones fueron piloteados por control remoto. Esta teoría provino del “Waco Holocaust Electronic Museum”. Aunque es cierto que existen aviones espías de ese tipo, es poco creíble que la administración de George W. Bush instalara un sistema así en todas las flotas aéreas estadounidenses, a un costo de tecnología de más de 300 mil millones de dólares. El Northrop Grumman Global Hawk es un avión a control remoto, sí, pero es costosísimo.

    Luego tenemos la teoría del láser, difundida por Christopher Bollyn en America Free Press. Según un físico alemán consultado por Bollyn, el arma láser con tecnología infrarroja había sido desarrollada en la URSS. Si quizás Bollyn hubiese dicho que el láser provenía del botín incautado a la Alemania Nazi le habríamos creído: documentos desclasificados en los Archivos de Estados Unidos y Alemania nos permiten hoy saber que el Tercer Reich estaba, para 1945, 50 años más adelante, tecnológicamente, que el resto del mundo.

    Luego la hipótesis de la bomba: según el paranoide de Peter Meyer, su teoría se basa en que las Torres Gemelas fueron hechas para soportar el choque de un Boeing 707, que es, según él, muy parecido a un Boeing 767 como el usado en el atentado. Por tanto, los choques por sí mismos no hubiesen podido derrumbar las torres. Parece convincente, por supuesto, sin información técnica suficiente. De hecho, un Boeing 767 es mucho más grande y pesado que un 707 – pesa 50,000 libras más. Y nadie puede decir que las Torres hubiesen resistido el choque de un 707, ya que jamás un avión de estos las impactó. La tecnología con la que se construyeron las Torres, hace cuatro décadas, no podía predecir qué resistirían y qué no. Ingenieros que ayudaron a construir el WTC y que aún viven han reiterado que, de haber sabido la tecnología actual en los años 60, hubiesen podido haber prevenido estructuralmente el colapso de los edificios. Ahora, si la intención era asesinar a todos, ¿por qué los terroristas no detonaron las bombas con los aviones? Si el objetivo era asesinar al mayor número de personas, ¿para qué darles a las autoridades más de una hora y permitir la evacuación de las torres? Los muertos fueron 3,000 y con bombas, hubiesen ascendido a 30,000. Esto no encuadra en la mentalidad de los extremistas de Al-Qaeda.

    Y luego tenemos el vuelo 77 de United, que choca contra el Pentágono. Thierry Meyssan, autor del libro “L’Effroyable Imposture” (conocido en Estados Unidos como “911 The Big Lie”) fue el encargado de darle relevancia a la presunta teoría de que el Pentágono, sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos, fue atacado por un misil. Cómo este libro llegó a ser besteseller es un misterio mayor que el del choque del Pentágono. Cierto es que fue un Boeing 757-200, con más de 40 mil kilos de combustible y volando a más de 700 kilómetros por hora, lo que impactó el edificio. Esto no es especulación, está en el testimonio de miles de testigos que pasaban cerca al Pentágono, que trabajaban en los alrededores y que vieron al avión de 255,000 libras chocarse contra uno de los edificios más emblemáticos del mundo. La CIA podía ciertamente reclutar a una centena de testigos para acomodar su versión, pero no a más de mil personas del común y hacerlas a toda coincidir en repetidos interrogatorios. Tarde o temprano, un disparate así se hubiera sabido.
    Así que Meyssan, en su libro, agrega un componente a su ya retorcida versión de los hechos: muestra fotografías. En una de ellas, se ve el exterior del Pentágono dañado y, de pie de página, se lee: “¿Puede explicarse que un Boeing 757-200 […] solo haya dañado el exterior del Pentágono?” Bueno, la respuesta es sencilla: no solamente dañó el exterior. El daño fue tal que el avión penetró la estructura casi hasta llegar al centro del polígono. Se asegura que no pudo ser un avión a a causa de que en los jardines no se veían escombros del fuselaje – algo que es la mayor evidencia para quienes apoyan esta versión, del mismo modo que ciertos videos, aunque no se muestran los demás. El problema es que, se ven restos del fuselaje en muchas fotografías, pero no en las que publican los paranoides de esta teoría. Con este mismo argumento podría decirse que ningún avión impactó las Torres Gemelas, ya que en la Zona Cero no se encontraron restos de alas o turbinas, y lo que el mundo vio en vivo y en directo, fue un espectáculo de efectos especiales al estilo de la película “Día de la Independencia”.

    Sin duda, Meyssan y sus colegas confían aparentemente en que cuando un jet impacta una edificación de concreto y acero reforzado a gran velocidad y lleno de combustible, grandes partes del avión permanecerán siempre intactas. Es decir, el avión más fuerte que el edificio. Fotografías de colisiones aéreas demuestran que casi siempre nada queda de los aviones involucrados en ellas. Ahora, si mezclamos esos pocos restos con escombros de un edificio tendremos más confusión. Por ejemplo, cuando al conspirador Peter Meyer alguna vez alguien le enseñó una fotografía del Pentágono donde se veían los restos del avión en el jardín, Meyer dio la respuesta que se esperaba: “Claramente hay algo sospechoso en esta nueva evidencia.. no puede deshecharse la posibilidad de que estos metales y partes hayan sido plantados en la escena del crimen para hacernos creer que fue, en realidad, un avión de American Airlines”. Como ocurre con los coches hoy en día, las partes de los aviones vienen numeradas, codificadas, de modo que no podría ni adulterarse una evidencia así; por otro lado, esta posición niega las víctimas, de paso acusa a American Airlines de inventarse un avión cuya pérdida sí restó a su flotilla. La teoría del misil en el Pentágono es una versión que niega aquella tragedia. ¿Dónde quedan entonces las llamadas hechas por los pasajeros del vuelo 77 a sus familias, a la línea de emergencias, en donde reportan que el avión ha sido secuestrado? ¿Fueron efectos especiales de George A. Romero, como hiciera en sus películas de zombies? ¿Un misil? ¿Un avión que funciona con inteligencia artificial?

    Como lector e investigador, disfruto de las buenas teorías de la conspiración. Pero en mi labor, la objetividad está ante nada, y el propósito de “Historias Ocultas” es la búsqueda de la verdad para inspirar a todos aquellos que no están convencidos de la versión oficial e impedir que caigan, precisamente, en las maquinaciones del absurdo. Lo cual no implica que, una versión oficial, a veces no tenga la razón, o como casi siempre, en parte la tenga. Cuando se evalúa una teoría, hay que mirar sus implicaciones en todos los aspectos posibles. Asegurar que un láser fue disparado o que un misil chocó contra el Pentágono o las Torres Gemelas es negar testigos, fotografías, videos y sobre todo las víctimas. Es como decir, que el 11-M no fue tal, sino un caso de combustión espontánea masiva que, adicionalmente, descarriló los trenes y desencadenó una tragedia.

    Si bien es cierto que el lema de esta columna podría resumirse: “¿En realidad cree que sabe lo que está pasando en el mundo? ¡Piénselo de nuevo!”, lo importante es nunca ser demasiado paranoicos ante la paranoia a nuestro alrededor. Porque de lo contrario, al igual que ocurre con las teorías del 11-S, estaríamos creando dogma en vez de desentreñar la verdad perdida, solo para confundirla más. ~ MVP

  3. J.T.
    2011-05-05 03:57

    He vuelto a recuperar imágenes del vuelo 77 y pese a todo, incluyendo en ese todo a mi sentido común, sigo sin ver claro que el avión se estrellase contra el edificio. Desconozco como se comporta un fuselaje aunque intuyo que perfectamente puede deshacerse como si fuese papel a esas velocidades y con tanto combustible en los depósitos pero, me llama poderosamente la atención el, relativamente, pequeño orificio por el que supuestamente entró un avión de casi 40 metros de envergadura. Ni tengo conocimientos ni experiencia al respecto, únicamente me hago preguntas desde mi pequeña ventana.
    Gracias por su atención. Un placer leer su opinión.

  4. Antonio
    2011-05-05 23:16

    Hola señor Vergara:

    Mis felicitaciones por su columna, un placer leerle, de verdad.

    Mi experiencia con las teorías conspiratorias es pequeña, he visto algunos documentales fetiche(zeitgeist, por ejemplo) y me han producido el impacto que suele tener una buena presentación y ambientación, aderezada con datos que a primera vista parecen irrefutables, no obstante, como dijo un sabio cuyo nombre no recuerdo, el escepticismo es la virginidad de la Razón, y en esas estoy.

    Me gustaría pedirle asesoramiento en dos temas principales que me intrigan en relación al 11-S, primeramente quisiera que me indicara alguna referencia en internet u otro medio donde se describa la secuencia física que propició la caida de las torres en la manera en que cayeron, puesto que he de admitir que me parece muy extraño que colapsaran de manera tan similar a la de una demolición por explosivos. En segundo lugar (y perdone mi escasa información) ¿Es cierto que un tercer edificio, anexo a las torres, colapsó sin haber recibido impacto de avión alguno?

    Reciba un saludo y mi agradecimiento por este blog que recién he descubierto.

  5. El Autor
    2011-05-07 04:21

    Gracias, Antonio, por su comentario. Hay numerosas fuentes impresas, pero en linea esta es la mejor, dedicada exclusivamente al colapso del WTC en sus torres 1, 2 y 7:

    http://wtc.nist.gov/ = esta pagina, del National Institute of Standards and Technology de Estados Unidos, es fundamental para comprender los aspectos relacionados con la ingenieria estructural del colapso de las torres. Desafortunadamente esta en ingles, pero cuenta con documentos, graficas y videos que explican bastante bien los aspectos tecnicos del por que el WTC colapso, y de una manera tan particular. Recuerde que, como mencione en mi articulo, algunas personas todavia vivas que construyeron o participaron en la construccion de las Torres Gemelas en los 1960 han dicho que si estas se hubiesen construido hoy, la tecnologia actual hubiese prevenido que se cayeran como usted lo ha observado, como si hubiera sido producto de una demolicion.

    Asumo que en su segunda pregunta se refiere a la torre 7. De hecho, en la pagina antes mencionada, encontrara amplia documentacion sobre esta torre, tanto oficial como tecnica, incluyendo un excelente video, “The Colapse of World Trade 7: Why the building fell” (el colapso del World Trade Center #7: por que el edificio se derrumbo).

    Le deseo suerte en sus investigaciones, Antonio. Y perdone la falta de tildes de esta respuesta, que no ha sido deliberada.

  6. José Eburi Palé
    2011-05-09 20:23

    La verdad, es siempre la verdad, la diga Agamenón o su porquero.

    Tengo mucho que ver con la construcción y el diseño estructural, y la verdad es que, lo que he visto y leido sobre el tema, me otorga una duda más que razonable a cerca de la existencia de cuestiones poco claras en torno a los sucesos del 11S en general y la caidas de las torres gemelas, muy en particular.
    La historia es tozuda y nos enseña que, no todas las teorías conspiratorias son falsas y también que la realidad supera con creces a la ficción la mayoria de las veces.

  7. John
    2011-10-04 17:00

    Mis felicitaciones por el artículo y las respuestas. Ciertamente que en muchos estaba en mente la figura de Bin Laden en la responsabilidad de los atentados, pero las diferentes conexiones no son tan conocidas.

  8. Ulises
    2012-03-09 05:10

    Le recomiendo estos links para que se convenza…
    www.youtube.com La mentira del Atentado a Las torres gemelas y el edificio 7
    http://es.wikipedia.org/wiki/World Trade_Center
    -www.youtube.com La verdad sobre las Torres Gemelas de Nueva York (parte II).
    -www.youtube.com Zero parte 1 de 11 documental sobre la verdad 11 S
    www.youtube.com 11 de Setiembre 2001. La verdad-1 de 8
    www.youtube.com La Verdad sobre el 11/9 [Parte 1/9]
    www.bibliotecapleyades.net/esp_sociopol_911.htm
    www.youtube.911 La farsa de las torres gemelas 1 de 10 investigacion masterdetikal

  9. Trever McV
    2012-07-22 00:33

    Pues, sí. Me sorprende que apoye la versión oficial. Pero, pues, cada quién es libre de vivir en su pequeño mundo e ignorar el real. Lo digo para todos, incluyéndome. Tengo unas preguntas: ¿Porque mataron a Bin Laden diez años después, no era mejor llevarlo a Estados Unidos y presentarlo ante el pueblo estadounidense para que rindiera cuentas? ¿Qué estaba haciendo la CIA, la NSA, la NRO (Oficina Nacional de Reconocimiento), etc. con sus poderosas empresas de telecomunicaciones y radio escucha satelital previo al 11 de septiembre de 2001? No sé, son tantas preguntas, éstas son las más ingenuas. Pero supongo que tendrá alguna razón para decirme que soy un teorizador conspiranoico. Mejor la dejo así. Y lo de que los aviones comerciales de AA y UA que se usaron ese día, ese 11 de septiembre, fueron reemplazados por aviones de empresas fantasma (ilegales, clandestinas), al menos dos siendo de carga militar “operados por telecomando”; lo de que en el vuelo 77 había muchos militares y científicos que habían sido llamados por sus empresas, mezclados con civiles, como por ejemplo, los niños de una escuela que iban abordo con sus maestros para ir a una excursión educativa, en California, patrocinada por National Geografic; lo de que se hizo uno o dos ejercicios militares de gran envergadura llamados Vigilante Guardian y Global Guardian, ese 11 de septiembre, y que se coordinaban desde la base Offutt, en Nebraska, donde, por cierto, Warren Buffet (el hombre más rico del mundo, que está en tercer lugar en la lista de los mas ricos actualmente) y empresarios de alto nivel, que tenían sus empresas en las torres gemelas, habían hecho una especie de reunión de caridad en la base Offutt ese día, por la mañana; lo de los videos de youtube donde se muestra claramente que WTC fue dinamitado; etc., etc., etc., son puras fantasías o malipulaciones de personas malintencionadas u ociosas… Que mal. Vivo en una fantasía. Vivo creyendo que un grupo de políticos estadounidenses, vinculados a empresarios militares y multimillonarios, con toda la tecnología y recursos económicos disponibles, incluso recursos que proporcionan los mismos contribuyentes, sin saberlo, destruyeron las Torres Gemelas y no Osama Bin Laden con su organización internacional que utilizó a 19 terroristas, verdaderos pilotos y expertos en electrónica capaces de desprogramar el tablero de control de vuelo de Boeing 767 y 757 para reprogramarlos y usarlos a su antojo. ¡Pero claro que fue Osama Bin Laden desde una cueva de afganistán, con una televisión con cable y un celular, no que digo, con su equipo de alta tecnología al estilo de James Bond comprado a rusos y chinos!


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