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Estilo familiar por Arístides Segarra

Arístides Segarra es escritor. Anteriormente ya fue construyendo Estilo familiar en Almacén. Estilo familiar dejó de actualizarse en octubre del 2006.

Monoteísmo, politeísmo y control social

En la entrega de la semana pasada deslicé una pequeña provocación que no esperaba que fuese atendida, como tantas otras veces. Me equivoqué en esta, y mi querido Marcos en su comentario entró al toro con arrojo y pertinencia. Va por él, pues.

Ante todo el lector amable debe saber que el presente artículo no es una defensa del monoteísmo frente a otras formas religiosas contemporáneas: soy ateo, pero no me importa que cada cual tenga su dios. Defiendo su papel en la historia cultural y social de oriente y occidente, es decir, defiendo el monoteísmo en su contexto. Ni mayor ni menor defensa de la que merece la guillotina como método humanitario de ejecución. Que lo fue, en su contexto.

¿Es un ataque al politeísmo? Tampoco: su realidad queda demasiado lejana como para que merezca un esfuerzo relevante. Si estas notas atacan algo, es el utopismo social e individual, las edades doradas, los mundos soñados que acaban en catástrofe, parafraseando a Susan Buck-Morss.

Las razones del éxito histórico del monoteísmo deben menos a su correlación antropológica con las sociedades agrícolas (pues las hubo politeístas) que a su virtualidad como correlato intelectual de un sistema de control social eficaz: la idea de que lo único se impone al caos viene de lejos y atraviesa distintos momentos de la civilización occidental. Al final del libro 12 de su Metafísica Aristóteles afirma, citando a Agamenón en la Ilíada: “Pero los seres no quieren verse mal gobernados, el mando de muchos no es bueno, basta un solo jefe”. Incluso la supuesta edad dorada del politeísmo, la Roma clásica, derivará hacia el monoteísmo cuando el respeto integrador por las religiones de los pueblos conquistados cede el paso a la necesidad de control social: cuando una sola lengua y una sola ley (¿no son esos sus legados, lengua y derecho?) se muestran insuficientes para sostener la unidad del Imperio, la unidad del poder. Roma puede que fuese el paraíso del homo religiosus, siempre y cuando no cuestionase los fundamentos de la estructura social: los cristianos arrojados a los leones, o el desprecio romano por la religión judía no los inventó Hollywood.

El monoteísmo y sus formas previas aparecen históricamente en sociedades complejas con formas muy elaboradas de control social, desde Babilonia hasta nuestros días, y no por casualidad suele ir de la mano de la aparición de la escritura como instrumento de gestión de dicha complejidad social: recuérdense los orígenes de la escritura cuneiforme (y otras) como sistema de contabilidad para el comercio. Las formas complejas de organización social y sus instrumentos, entiéndase ejército, policía, administración burocrática, y otros, tienen hoy en día mala prensa, pero dudo que ninguno de sus críticos pretenda en serio volver a formas simples de organización social, ni siquiera ese cáncer del monoteísmo que es el salafismo yihadista.

¿Hay algo que le debamos al politeísmo? Es una pregunta sincera: rebusco con ahínco y no lo encuentro, pero tal vez se deba a mi debilidad intelectual. Algo debe haber.

De hecho, hoy en día el politeísmo no pasa, como digo, de la nostalgia de la edad dorada. El contraste actual al monoteísmo proviene, más bien, de esa suerte de multiteísmo social que es la tolerancia religiosa. Ni siquiera, pobre de mi, del ateísmo, minoritario hoy como ayer. Me parece bien, aunque no dejo de pensar que la libertad de culto, como signo de los tiempos, no es sino la traslación al individuo de los sistemas de control social a través de la religión: en nuestro tiempo y en nuestro mundo occidental, la religión ha dejado de tener virtualidad comunitaria contra los terrores sociales, ahora atendidos por el poder político y sus formas mediáticas, y deviene el remedio de nuestros temores individuales. De ahí que cada uno necesite su propia religión.

Las valoraciones positivas del politeísmo histórico, que sí existen, adornadas de amanerada y falsa nostalgia cultista, se tiñen así de principios y valores “modernos”, nada que ver con su realidad histórica: en nuestro mundo, en que lo cool es la libertad, la diversidad, la subjetividad, el multiculturalismo, el individualismo económico y, por ende, social, el aprecio por el politeísmo enraíza mejor con la ética democrática que el monoteísmo, ahora teñido de referencias dictatoriales, monopolistas, de represión de supuestas tendencias naturales del hombre.

Que los modelos sociales y las formas religiosas interactúan entre si es un lugar comun desde que Max Weber publicara La ética protestante y el espíritu del capitalismo, allá por 1904. Discutir si primero fue el huevo o la gallina, primero la ética o el capitalismo, me parece perfectamente inútil: lo relevante es que interactúan. Si debo dar mi opinión, creo que las sociedades desarrollan religiones a su imagen y semejanza, que las formas sociales determinan las formas religiosas, como me ha enseñado el conocimiento preciso de la historia del cristianismo. Sigo e insisto con ello: la religión es el sueño de una sociedad, la ritualización de sus miedos y sus anhelos. Lo cual no es óbice para que, si el sueño de la razón produce monstruos, el de la religión produzca demonios.

Arístides Segarra | 22 de julio de 2005

Comentarios

  1. Beowulf
    2005-07-24 13:45 La “edad dorada” es una imagen bíblica, y por tanto monoteísta, sobre el mito del Jardín del Edén, asi que esos mundos soñados pudieran ser ensoñaciones cristianas secularizadas que devienen en catástrofe distópica.

    Encuentro una nación al menos, la India con sus más de 800 millones de habitantes, mayoritariamente politeísta y con una forma de organización social bastante compleja. Siendo por cierto la democracia más grande del mundo.

    Cuando afirmas que “las sociedades desarrollan religiones a su imagen y semejanza, que las formas sociales determinan las formas religiosas”, me recordó a las tesis de Carl Schmitt, quien en su Teología Política sostiene que las nociones claves de la teoría moderna del Estado no son sino concepciones teológicas secularizadas. Parece que cambia el huevo por la gallina o al revés.

    La pregunta entonces es si la racionalidad que afirma el “desencantamiento” del mundo descansa en realidad sobre fundamentos metafísicos que pasan desapercibidos para la mayoría, pero que supondrían una transferencia de esquemas judeo-cristianos al plano de organización social.

    Como también afirmas, la religión ha dejado de tener virtualidad comunitaria, se ha individualizado.Asi que la discusión sobre la “teología política” puede haber quedado obsoleta desde que política y religión se disocian, ya que esta última no constituye hoy en día el cuadro normativo de la sociedad en general.

    La religión no es ya más que una opinión entre otras. Nuestra sociedad no es cristiana ni anti-cristiana, por mucho que traten de avivar las ascuas el gobierno y los obispos, es simplemente pos-cristiana. Las polémicas ateos-cristianos quedan ya bastante obsoletas, este tipo de discusiones tampoco interesan, porque en general la tendencia es a que la Iglesia pierda su hegemonía normativa y la religión se transforme en simple creencia individual. En este contexto el ateísmo militante da paso a la indiferencia religiosa, igual que el cristianismo militante da paso a la religión “a la carta”.
  2. melisa benavides
    2009-04-28 01:25

    muy interesante la lectura sobre el monoterismo ,politerismo ycontrol social


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