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«La Educación para la Ciudadanía necesita un enfoque predominantemente filosófico» Entrevista a Miguel Santa Olalla

Miguel Santa Olalla está al frente, desde hace casi un lustro, de Boulesis una de las webs de referencia en el ámbito de la filosofía y su docencia, y organiza, ya en su cuarta edición, la Olimpiada filosófica. Cuando hace tres años se planteó la reforma de la LOE que, entre otras cosas, reducía la presencia de la filosofía en el Bachillerato, Boulesis se convirtió en el centro de recogida de apoyos virtuales, organizando una recogida de firmas y publicando numerosos artículos de divulgación cuestionando la reforma.
Marcos Taracido

Una de las primeras consecuencias de esa Reforma fue el anuncio y posterior implantación de la nueva asignatura Educación para la Ciudadanía (EplC); ya en otoño del 2006, ante el borrador de la asignatura, hiciste pública tu oposición, considerando la EplC una degradación de la asignatura de ética que se reducía a una “solidaridad de salón” y que, además, se quedaba en nada por la escasa carga horaria que se le asignaba. Ya con la asignatura en marcha, ¿mantienes esa opinión?

Viendo los desarrollos legislativos de la asignatura no se ofrecen motivos como para cambiar esta opinión. Los contenidos han quedado desperdigados y fragmentados en dos asignaturas de una hora semanal. En segundo de ESO hay objetivos como “conocer y valorar la igualdad esencial de los seres humanos” o contenidos como “la convivencia en la escuela” o la “solidaridad”. No se aboga por una discusión sobre cómo haya de entenderse esa “igualdad esencial” o por una reflexión en torno a la solidaridad. ¿Entendemos entonces que esta palabra implica enviar un SMS ante una desgracia humana? ¿O debemos potenciar el voluntariado como forma de solidaridad? ¿Cuáles son las consecuencias sociales o políticas de esto? No interesa profundizar, tan sólo dar un ligero barniz. Al margen de la asignación horaria, el desarrollo de los contenidos es muy insatisfactorio. Se ha dejado de lado buena parte de la tradición de pensamiento de la que somos herederos.

Sin embargo te has lanzado a la ardua labor de confeccionar un manual de EplC, Ética para el ciudadano del siglo XXI.

Desde que empecé a dar clase me pareció muy conveniente el ir elaborando unos materiales propios. Los libros de texto están muy bien, se puede aprender mucho de ellos, pero siempre hay aspectos que crees que pueden mejorar: ampliar un tema, recortar en otro, adoptar una perspectiva distinta… Ya tengo apuntes propios (un refrito, pero propio) para Historia de la filosofía y cuando empecé a trabajar en la Ética se planteó la reforma. En vez de abandonar, pensé que la mejor manera de reivindicar el carácter filosófico de la asignatura (¿Acaso la filosofía no forma ciudadanos?) era elaborar un texto desde el que se abordaran las raíces filosóficas de los temas que aparecen en la asignatura. No faltan las críticas: varios profesores me han dicho ya que consideran que es un lenguaje abstracto y elevado, pero considero que es tarea del profesor hacer que los alumnos de 4º de ESO (16 años, no lo olvidemos) sean capaces de conectar con el texto, cuya misión principal es subrayar que, por mucho que lo quieran maquillar, la EpC necesita un enfoque predominantemente filosófico.

Y entiendo que, además, entronca con una reivindicación de la Filosofía como asignatura, a la que poco a poco están dejando sin contenidos dentro de la degradación constante de las Humanidades que ya había comenzado la LOGSE.

Efectivamente. Una asignatura con el nombre nada discutible de Ética se ha visto sustituida por la polémica Educación para la ciudadanía, sometida a manipulaciones por parte de medios de comunicaciones, políticos y algunos sectores religiosos. Muchos de estos grupos han adoptado posturas extremistas y sensacionalistas, que no pretenden profundizar en las cuestiones que tratan. Por si esto fuera poco, la Filosofía de primero de bachillerato también se ve afectada, al convertirse en Filosofía y ciudadanía. Esto ha afectado gravemente a contenidos filosóficos (metafísica, lógica y teoría del conocimiento) que vertebran los contenidos prácticos de ética y filosofía política que presuntamente potencia la asignatura, que ha visto recortado su horario en varias comunidades autónomas. ¿Cómo no hablar de un ataque a la filosofía cuando desaparecen sus contenidos más propios y pierde presencia horaria?

¿Y por qué crees tú que se está expulsando lentamente a la filosofía (y reduciendo la presencia en general de las Humanidades) de la enseñanza?

En mi opinión hay dos grande enemigos de las humanidades. Desde fuera, vivimos en una sociedad en la que la utilidad práctica e inmediata impera. Se piensa que las humanidades no sirven para nada frente a otros conocimientos como los científicos o los técnicos que son considerados los verdaderamente útiles. Las sociedades marcadas por la globalización y el consumo no pueden valorar demasiado las humanidades. Pero también tenemos parte de culpa todos los que estamos de alguna manera relacionados con ellas: desde los grandes creadores a los docentes, a menudo pecamos de academicismo y de cierto desprecio hacia una realidad que es inmediatamente despreciada bajo el calificatico de “vulgar”. Si las humanidades no cuentan con buenos transmisores que muestren su necesidad, terminarán desdibujándose en el sistema educativo.

¿Como ves esta proliferación de asignaturas y la consecuente reducción de horas de materias de humanidades, como la filosofía o la literatura? Roland Barthe respondía a una pregunta sobre la importancia de la literatura en la Educación Secundaria con la boutade de que era tan importante que debería enseñarse sólo literatura.

Aunque sea una provocación, no deja de tener su sentido. Debajo de la literatura, por ejemplo, laten universales humanos que deberían resultar familiares a la mayor parte de la sociedad. No se trata ya de una cuestión de gusto o de pretender privilegiar las humanidades frente a las ciencias. Esta separación es absurda: por un lado, presupone que las ciencias no sean “humanas” o que no nos “humanicen” y por otro parece dar por sentado que las humanidades son inútiles y no aportan nada a la sociedad. Vivimos mejor gracias a la ciencia, pero soñamos, imaginamos y pensamos a través de los grandes personajes de las novelas o a través de la poesía y el arte. La literatura es tan valiosa como lo es la filosofía, las matemáticas o la física. Y una sociedad con un grado de conocimiento aceptable en estas materias es sin duda preferible a aquella que no lo tiene. Puede sonar a verdad de perogrullo, pero es así. Lo que falta es voluntad política para integrar todas estas materias, algo que debería hacerse al final de la secundaria obligatoria y en el bachillerato.

Detrás de esta reducción de las humanidades está la teoría de que el alumno de hoy en día tiene que enfrentarse a otros retos, tener otras capacidades, y por eso la multiplicidad de asignaturas específicas y prácticas, que por otro lado pierden su posible efectividad por la escasa carga horaria.

El argumento de los retos y las capacidades es una auténtica falacia. De ser así, no existiría más enseñanza que la formación profesional. Con sus defectos, que también los tiene, es la que mejor encamina a los estudiantes a lo que se esconde detrás de expresiones como “otros retos” u “otras capacidades”. No digo que no haya que remodelar los sistemas educativos y adaptar los currículums pero hay retos y desafíos que se vienen repitiendo desde que el hombre es hombre y no parecen estar en vías de solución. No por repetido queda vacío de contenido el “conócete a ti mismo” que resuena desde tiempos de los griegos. Y las denominadas asignaturas humanísticas proporcionan un fondo tan necesario como la ciencia cuando se trata de ese conocimiento personal. Si no entendemos a los griegos que alumbraron la ciencia y si no sabemos qué les impulsó a ello, ¿cómo vamos a entender a una cultura que se presenta a sí misma, no sin cierta arrogancia, como científica?

Apuntas a la falta de implicación del profesorado… supongo que tendrás la experiencia de las constantes quejas de la mayor parte de los docentes sobre el Sistema Educativo, pero la sensación es que se quedan en quejas, no hay protestas organizadas ni respuesta a las convocatorias… ¿cómo ves este aspecto desde tu experiencia en la gestión de Boulesis?

En el tiempo que llevo al frente de la página, me he dado cuenta de que el mundo virtual funciona, en muchos aspectos, igual que el real. Los profesores se quejan del sistema educativo, sí, pero no se mueven demasiado para intentar cambiarlo. A este respecto, creo que la condición de “funcionario” es algo que no ayuda demasiado a la docencia e impulsa una pasividad muy nociva para el sistema. Con las páginas web ocurre algo similar: muchos ven posibilidades a la red, pero no están dispuestos a emplear el tiempo necesario para investigarlas. O podemos pensar otro ejemplo: de la gran cantidad de visitantes que pasan por Boulesis al cabo de un año es menos de un 5% el profesorado que se pone en contacto con nosotros, sea para agradecer el trabajo que hay detrás o para colaborar. La gente acude a la red para que le saque de apuros. Los que frecuentamos las redes virtuales podemos estar más acostumbrados a colaborar entre nosotros (algo que también habría que matizar) pero somos un porcentaje irrisorio en comparación con la “legión” de profesores que pasan del asunto.

Volvamos sobre el Manual de EplC… En un momento en el que empieza a discutirse seriamente la posibilidad de, por un lado, ofrecer manuales alternativos a los de las grandes editoriales y, por otro, el de la adaptación de estos al mundo digital, sería interesante conocer un poco cuál fue el proceso de construcción del libro, las dificultades que puedas haber encontrado para seleccionar materiales libres para su uso, la distribución…

Como comentaba antes, el libro empezó a elaborarse sin saber que iba a ser publicado. Sin esperarlo si quiera, ya que mis contactos en el mundo editorial son nulos. Una editorial convencional se interesó por el texto, pero pretendía eliminar las imágenes y parte de los contenidos, ya que el número de páginas excedía el formato de la colección en que lo querían publicar. Aunque en cierta forma salía perdiendo con la decisión, preferí mantener los principios originales del libro y opté por Bubok, una editorial a través de Internet que imprime bajo demanda. Sabía que iba a vender menos y a lograr una repercusión casi nula, pero conservaba el carácter con el que echó a andar el proyecto. La búsqueda de materiales complementarios fue un tanto complicada. La mayoría de las fotos son mías, o de gente cercana que me las ha cedido amablemente. Es la mejor manera de no buscarse problemas con derechos de autor. En cuanto se quiere acceder a materiales que en cualquier editorial se considerarían básicos, te encuentras con dificultades con los derechos de autor. Por otro lado, el libro incluye un texto de Rafael Amor y una fotografía de Joan Fontcuberta. Afortunadamente pude contactar con ambos por correo electrónico y muy amablemente se mostraron dispuestos a colaborar.

¿Y crees que esta es una alternativa con futuro? No me refiero sólo a tu manual, sino a los proyectos de manuales y programaciones didácticas colaborativas que están empezando a surgir como una alternativa al mundo de las editoriales tradicionales que controlan el mercado y dirigen en gran medida el modo de practicar la docencia.

Responder a esto es muy difícil, ya que hay que hacer un poco de “pitoniso”. A partir de mi experiencia entiendo que las editoriales son un “mal necesario”. La gran desventaja es su orientación por criterios que están más cercanos a la economía y a la política que a la calidad. Pero también hacen una tarea de selección y criba, que tampoco siempre es acertada. Sin embargo, la aventura de crear materiales en solitario es compleja. Es ahí cuando te das cuenta de la falta de un maquetador, de un banco de imágenes, de correctores… En fin, de servicios que pueden suplirse con buena voluntad pero que no pueden llegar a la calidad de los profesionales del sector. Por otro lado, los manuales y recursos colaborativos pueden ser verdaderamente valiosos, pero cuando se opta por las vías “alternativas” apenas existe la difusión del trabajo. Tu trabajo puede ser muy bueno y sin embargo pasar prácticamente inadvertido. Necesitamos una nueva cultura de los recursos y materiales, sabiendo valorar en su justa medida a todos los que están implicados activamente en la construcción de contenidos educativos y culturales de calidad. Que esta vía alternativa llegue a sustituir a las grandes editoriales me parece una hipótesis poco realizable. Eso no impide que sólo la posibilidad de que así sea resulta estimulante incluso para las propias editoriales, que “disfrazan” de contenidos tecnológicos (con páginas web, portales educativos, CD, etc) sus contenidos traidicionales.

LdN | 24 de octubre de 2008

Comentarios

  1. xavier alsina
    2008-10-25 13:35

    En primer lugar quiero agradecer la difusión de una entrevista como esta en la red con la intención que llegue a un máximo número de personas. Soy profesor de filosofia y desde hace dos años estoy impartiendo la materia de educación para la ciudadania. En estos momentos realizo un curso de competencia digital con el profesor Rafael Robles y con la profesora Nuria Fuertes. Estoy totalmente de acuerdo en dar la importancia que se merece la educación para la ciudadanía. Yo en estos momentos realizo un intercambio con la materia de Ciencias para el mundo contemporaneo para intentar trabajar interdisciplinarmente. Sin embargo pienso que una materia como esta debe adquirir una categoria profesional que sólo se conseguirá cuando sea “defendida” desde un colectivo profesional. Hoy por hoy los valores y la ciudadania son el referente de una necesidad social que implica tal como en la entrevista se comenta la participación a todos los niveles. Ahora bien el descontento social más que profesional pienso que responde a varios motivos entre ellos a una falta de coherencia del propio currículum, a una defensa desde los propios equipos directivos de esta materia , a un descrédito desde el ministerio de educación que fomentan los medios de comunicación, …Coincido en la falta de materiales coherentes y válidos para impartir una materia como esta. La filosofia debería volver a recuperar un espacio profesional propio. En nuestro pais pienso que hay mucha gente que virtualmente habla de filosofia sin embargo nos falta confianza en nosotros mismos tal como la poseen la comunidad científica que en se organiza mucho mejor creo.
    Un saludo
    xavier alsina

  2. Luis González Santamaría
    2008-10-26 08:39

    Tres cosas: Mi acuerdo con el entrevistado en lo que se dice es casi pleno. Quizás donde él ve malignidad en los legisladores-pedagogos yo vea tontuna: me cuesta entender que tras muchos desaguisados pueda ocultarse un alma diabólica. En segundo lugar: si hay que gritar mil veces que BOULESIS es una de la mejores referencias en la red para los enseñantes de la filosofía lo haremos con gusto para suplir al 95% de visitantes que nada dicen.Y tres: respecto a los libros de text, estoy de acuerdo con la idea de Miguel sobre la importancia de elaborar materiales propios e, incluso, de abrirlos a la red para su contraste y difusión. Sin embargo creo que el manual tienen una función de “uniformización útil” . Me explico: los profesores en general (y los de filosofía en particular) tendemos a dejarnos llevar por el particular genio y sin un texto de apuntes común puede incluso parecer que hablamos de cosas distintas.

    Enhorabuena por la entrevista.

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