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El último partido de George Best por Javi Martín

Genial con el balón en los pies, ocurrente ante los micrófonos, seductor dentro y fuera del campo, George Best sigue jugando cada mes su último partido en Libro de Notas. Javi Martín, autor de esta columna, solía fantasear con emular las andanzas del genio de Belfast. Enfrentado con la cruda realidad, ahora se conforma con escribir apasionadas historias sobre el mundo del deporte. Su hígado lo agradece.

Goles que valen Eurocopas

Faltaban solamente siete minutos para que la prórroga finalizase cuando Viktor Ponedelnik se elevó, a la altura del punto de penalti, con la mirada puesta en el balón que su compañero Mikhail Meskih le acababa de centrar con exquisita precisión desde la izquierda. Sin oposición, su cabeza impactó en la pelota y ésta se coló en la puerta ante la impotente mirada del meta yugoslavo Vidinic. El 2-1 subió al marcador del Parque de los Príncipes de París y poco después el colegiado inglés Arthur Edward Ellis señalaba el final del partido. Era el 10 de julio de 1960 y la Unión Soviética del legendario Lev Yashine ganaba la primera Eurocopa de la historia, derrotando a Yugoslavia en la final.

El de Ponedelnik fue el primer gol decisivo marcado en una final continental de selecciones. Este tipo de torneos pasan a la historia por actuaciones brillantes de tal equipo o cual jugador, por jugadas fantásticas, por partidos vibrantes y, sobre todo, por los goles, que al fin y al cabo son el objetivo del juego. Goles de jugada individual o colectiva, goles exquisitos o torpes, goles previsibles o inesperados, goles elaborados o directos. Y, sobre todo, goles decisivos que permanecerán para siempre en la memoria de protagonistas y aficionados. Como el de Ponedelnik.

El relevo del futbolista soviético fue tomado cuatro años después por Marcelino. En 1960 España debía haberse enfrentado a la selección de la comunista Unión Soviética en cuartos de final del Campeonato de Europa, pero la política se interpuso en el deporte y una orden de Franco, comunicada en una escueta nota de prensa, impidió el duelo. En 1964 la fase final se disputaba en Madrid y tanto españoles como soviéticos se clasificaron para la final tras derrotar a Hungría y Dinamarca respectivamente. Esta vez Franco no pudo oponerse y en el Estadio Santiago Bernabéu 80.000 espectadores asistieron al gol más importante en la historia de la selección española hasta hace cuatro años. El tanto de Marcelino en el minuto 84, que desniveló el empate a uno, fue similar al logrado cuatro años antes por Ponedelnik: centro desde la derecha de Pereda (aunque el No-Do hizo creer durante años a los españoles que el pase había sido obra de Amancio) y cabezazo inapelable del delantero del Real Zaragoza. En aquellos tiempos de delanteros potentes y extremos pegados a la raya de cal este tipo de goles eran bastante comunes.

Erbe

En 1968 Yugoslavia volvía a la final, esta vez contra la anfitriona Italia. Dzajic adelantó a los balcánicos en el minuto 39 en el Estadio Olímpico de Roma. Cuando el partido estaba agonizando ante la impotencia de la squadra azzurra, el delantero interista Angelo Domenghini empató en el minuto 80 en un lanzamiento de falta. Los 30 minutos de prórroga no sirvieron para mover el marcador y se tuvo que jugar un nuevo partido para dilucidar el campeón de Europa (aún no estaban contempladas entonces las rondas de penaltis). En el desempate los tempranos goles de Riva y Anastasi dieron una victoria relativamente cómoda a Italia. Una victoria que se empezó a cimentar en el gol de Domenghini.

Los cuatro goles que marcó Gerd Müller entre la semifinal y la final de la Eurocopa de 1972 fueron decisivos en la aplastante victoria de Alemania (3-0 ante la URSS en la final), pero cuatro años más tarde, en su intento de repetir título, los germanos se chocaron con la genialidad de un futbolista diferente. Un hombre que osó lanzar el penalti decisivo de la tanda que decidía la final con la sangre fría de los genios. Panenka impulsó el balón con un toque sutil y éste se coló por el centro de la portería, a media altura, mientras el meta alemán Maier se vencía a un costado, dando a Checoslovaquia la victoria en la Eurocopa. Había nacido una estrella y una nueva suerte en los lanzamientos de penaltis, que sería explotada, con mayor o menor fortuna, por muchos futbolistas hasta el día de hoy.

Erbe

La del 80 fue la Eurocopa en que un juvenil Schuster encandiló a toda Europa, pero también pasó a la historia por el gol del tanque alemán Hrubesch cuando la final ante Bélgica estaba a punto de expirar con empate a uno. El cabezazo de Hrubesch en el minuto 88, tras un saque de esquina de Rummenigge y una deficiente salida del guardameta belga Pfaff, otorgaba al equipo alemán el título que Panenka les había negado cuatro años antes.

Platini fue el hombre del campeonato de 1984. Sus nueve goles y su liderazgo condujeron a Francia al título, pero en la final se encontró con un aliado inesperado. Un lanzamiento directo de falta botado por el francés en el minuto 12 de la segunda parte se le escapó a Arconada cuando parecía tener el balón atajado. Era el 1-0. A partir de ahí, un infructuoso quiero y no puedo de una España diezmada por las sanciones y el 2-0 de Bellone con el tiempo ya cumplido. Aún hoy se recuerda al portero vasco por su fallo en la final, sin caer en en la cuenta de que antes había evitado con sus excepcionales paradas la derrota de España en las semifinales ante Dinamarca.

Si Platini había sido el héroe en 1984, Marco Van Basten lo fue en 1988. Por sus cinco goles, por su juego y por liderar a su selección junto a sus inseparables Rijkaard y Gullit. Su inverosímil gol, batiendo a Dassaev en un remate sin apenas ángulo, en la final contra la Unión Soviética forma parte de la historia del fútbol.

En 1992 tuvo lugar una de las mayores sorpresas de la historia del fútbol. Los integrantes de la selección danesa estaban de vacaciones, repartidos por medio mundo, cuando fueron llamados urgentemente para sustituir a Yugoslavia, que había sido excluida de la competición a causa de la Guerra de los Balcanes. Dinamarca ya no era la potente dinamita roja que había sorprendido al mundo sólo 6 años antes en México, hasta que se cruzaron con Butragueño en Querétaro. Contaban además con la baja de su estrella, Michael Laudrup, enfrentado con el seleccionador Richard Moller Nielsen. Sin expectativas y sin presión, fueron a Suecia y, ronda tras ronda, se plantaron en la final, donde derrotaron por 2-0 a los alemanes, vigentes campeones del mundo. El decisivo 2-0, obra de Kim Viltford, encierra una historia agridulce. Vilfort volvía después de cada partido a Dinamarca, donde su hija de 7 años se encontraba hospitalizada, muy enferma, víctima de la leucemia. A la final acudió prácticamente desde el hospital y, aun así, Moller Nielsen no dudó en alinearlo. Poco después de que Dinamarca ganara aquella Eurocopa gracias al gol de Vilfort, su hija falleció.

Una Alemania venida a menos y una pujante República Checa, llena de jóvenes talentos aún desconocidos (Nevdev, Poborsky, Smicer, Berger, Bjbel), disputaron la final de 1996 en el estadio de Wembley londinense. Allí tuvo lugar un desenlace emocionante y dramático. El empate a uno al cabo de los 90 minutos abocó al encuentro a la prórroga y, cuando se llevaban disputados 5 minutos de la misma, Bierhoff marcó el inamovible 2-1 que puso punto final al partido. El tanto del delantero alemán era el primer gol de oro de la historia, por lo que Chequia no tuvo opción a réplica.

Similar fue el desenlace del torneo de 2000. David Trezeguet, cuya aportación dos años antes en el Mundial que coronó a Zidane había sido secundaria, fue en la Eurocopa de Holanda y Bélgica protagonista decisivo, sobre todo en la final contra Italia. Con el tiempo de la prórroga prácticamente cumplido y los penaltis ya en la mente de todos, Trezeguet recibió un centro de Pirès y enganchó un zurdazo que se coló por la escuadra ante la mirada impotente de Toldo.

Erbe

En 2004 la UEFA había sustituido el gol de oro por el gol de plata, modalidad light que apenas cambiaba la esencia. Pese a haber desplegado el mejor juego del campeonato, los checos fueron de nuevo víctimas, al caer contra Grecia en semifinales por mor del gol de plata del griego Dellas a la salida de un córner. En la final, la anfitirona Portugal, el equipo de Figo, Rui Costa, Carvalho, Deco y un jovencísmo Cristiano Ronaldo, fue incapaz de superar la barrera defensiva de Grecia, que terminó dando la sorpresa merced a un cabezazo de Charisteas. En Grecia no olvidarán fácilmente ambos tantos.

Nuestro último protagonista tiene nombre español. De más está recordar el pase de Xavi para la carrera de Fernando Torres, la pugna de éste con el lateral Lahm, el balón picado del delantero madrileño ante la salida de Lehmann y el estallido de júbilo en un país acostumbrado a fracaso tras fracaso.

Goles y más goles. La actual Eurocopa que se está disputando en Polonia y Ucrania aguarda a su héroe. Al club de Ponedelnik, Marcelino, Platini, Van Basten, Bierhoff, Trezeguet y compañía se unirá en breve un nuevo socio, llámese Benzema, Ribery, Özil, Mario Gómez, Van Persie, Ronaldo, Silva, Iniesta o Cassano. El único en condiciones de repetir (sería el primero en la historia) es el español Fernando Torres. El 1 de julio, pasadas las diez y media de la noche (media hora larga después si hay prórroga y algo más si hay penaltis), saldremos de dudas.

Javi Martín | 15 de junio de 2012

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