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El receptor por Jónatan Sark

Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.

Décimo Doctor Tennant Iniciativo Estableciente

Lo bueno de que un actor avise con mucho tiempo de que se marcha es que permite ir pensando en un sustituto. Y en este caso incluso trabajar con él.

Salido de la Royal Shakespeare Company tras formarse durante años, David Tennant había conocido una reciente popularidad al encadenar no ya papeles en los escenarios protagonizando versiones de Romeo y Juilieta o Hamlet, sino una serie de proyectos para televisión de gran éxito, empezando por la serie negro-musical Blackpool, en la que competía con David Morrissey, y Casanova, en la que interpretaba al célebre conquistador, siendo el creador de esta última Russell T. Davies en persona. Durante la grabación de su siguiente trabajo —nada menos que un remake de The Quatermass Experiment— se acabó de cerrar su contratación. Tennant, que había sido fan de la serie desde pequeño, estaba entusiasmado.

Sin embargo, y tras esa breve coda a la temporada de Eccleston, no empezaría a interpretarle en la siguiente temporada sino en dos especiales anteriores. El primero de los cuales fue un nuevo ejemplo de los especiales cómicos, en esta ocasión para Children in Need sin nombre, por decisión expresa de RTD al que no le acababa de hacer mucha gracia realizar una pieza cómica, así que cuando le permitieron rodar un segmento que uniría el final de la anterior temporada ya emitida junto con su continuación decidió aceptar pero no darle un nombre oficial, extraoficialmente se dirigiría a él como Pudsey Cutaway por la mascota de Children in Need y el antiguo Dalek Cutaway que funcionó como título alternativo de Mission To The Unknown, sin embargo este especial acabaría tomando el nombre alternativo de Born Again, narrando los primeros minutos tras la regeneración:

Y, a continuación, en el primero de los especiales navideños que pasaría a tener la serie. The Christmas Invasion. Porque RTD había decidido que ya que se haría y emitiría el día de Navidad lo mejor era que también transcurriera en esa fecha. Además, la duración extra de una hora requería una amenaza globlal, aunque finalmente no se presentaran las imágenes del resto del globo sufriendo los efectos de la invasión de los Sycorax.

Pero Russell T. Davies también sabía que sería el primer capítulo completo con Tennant como Doctor y que había que dejar claro que el cambio de Eccleston a él no sería traumático de manera que en lugar del clásico Doctor Confuso post regeneración se optó por escribir el personaje de una manera similar a la del anterior Doctor de forma que fuera la interpretación de Tennant lo que fuese variando la forma de ver el personaje. Del mismo modo, y para demostrar que estábamos aún ante la misma serie, RTD decidió reutilizar elementos de la temporada anterior. En concreto la presencia de Harriet Jones, convertida ahora en Primer Ministro así como otras pequeñas referencias —el Big Ben en reconstrucción, por ejemplo— que demostraban claramente que se trataba de un universo compartido.

Pero el éxito de la serie no sólo se había manifestado para la BBC en la idea de hacer un capítulo especial navideño, querían más y más rápido así que le pidieron a RTD que pensara en algunas maneras de crear spin off de las series. Entre las ideas barajadas dos gustaron especialmente y se empezó a trabajar para llevarlas a cabo, comenzando por usar como gancho de esa temporada múltiples menciones al Instituto Torchwood.

Para el regreso de la serie repitieron la idea de recuperar personajes de la anterior temporada. En este caso a Cassandra y el Rostro de Boe, que tenía un secreto que compartir con el Doctor, solo que una renovación temprana de la serie hizo que RTD decidiera dejarlo para más adelante. Y, ya puestos, negociar con Billie Piper para que repitiera una temporada más como Rose. Pese a ampliar los registros de su personaje dándole posibilidades más cómicas, como en este mismo episodio, al final Piper decidiría abandonar la serie al final de temporada por lo que RTD empezó a tejer una trama que le permitiera salir. Lamentablemente la trama y los efectos especiales, que incluían a las muy preminentes Hermanas de la Plenitud empezaron a dar problemas causando retrasos en la producción que se extenderían al resto de capítulos. Empezando por el siguiente, Toth and claw, que seguía con la tradición de incorporar figuras históricas al menos una vez al año, esta vez con la Reina Victoria.

A la mala suerte con los efectos especiales, incluso con los de este capítulo pese a que The Mill ya hubiera realizado un hombre lobo para las películas de Harry Potter, se une el del guión con RTD teniendo que hacerse cargo después de que el guionista originalmente asignado no fuera capaz de cumplir con lo que le habían pedido. Claro que lo que le habían pedido incluía hombres lobo, extraterrestres y monjes luchadores además de la Reina Victoria y el guionista había decidido que sólo con lo último era ya suficiente. Originalmente rechazado tras el fracaso del guionista, la renovación por una temporada más se completó con otro especial así que RTD decidió retomar personalmente el guión para así liberar una de las historias ya previstas — The runaway bride — para que actuara como especial y así poder recuperar el retraso que arrastraban. Dentro de los guiños aprovechó para recordar las temporadas clásicas al presentar al Doctor con el nombre de James Robert McCrimmon, es decir el nombre completo de su acompañante Jamie.

Esa referencia no sería nada comparado con lo que esperaba a continuación en School Reunion, un capítulo escrito por Toby Whithouse con la esperanza de poder desarrollar desde allí uno de los spin-off de la serie. Mickey, el novio de Rose, se une al grupo de acompañantes del Doctor —convirtiéndose así en el primer miembro de una minoría racial en unirse como acompañante, un ejemplo más de la multicultaridad de la etapa RTD y una vergüenza que no se hubiera producido antes— para que investiguen un colegio en el que pasan cosas extrañas. —Algo que permitía a RTD retomar ideas de su serie Dark Season — Pero no son los únicos que los estaban investigando, porque detrás del colegio también andaba una periodista, una chica curiosa llamada… Sarah Jane Smith.

El regreso de una de las más importantes acompañantes del Doctor suponía tanto un reconocimiento a la serie clásica como la posibilidad abierta de que si funcionaba le dieran su propia serie. La idea de RTD fue hacer lo mismo que JNT había intentado en su momento, pero haciéndolo todo al revés. Es decir, no habría un especial navideño que sirviera de piloto sino un capítulo en la serie regular, a partir de ahí se presentaría de nuevo a los personajes y se buscaría que el protagonismo recayera no sobre K-9 sino sobre Sarah. El resultado fue tan bien como era de esperar y pronto se anunció que ese spin-off tendría lugar.

El siguiente episodio tendría a un personaje histórico de nuevo, traído por el guionista que mejor forma había demostrado la anterior temporada: Steven Moffat. En The girl in the fireplace incorporaría además la existencia de un autómata real, El Turco. Solo que en lugar de hacer una pieza histórica Moffat decidió hacer que fuera sobre todo sentimental. Por lo que se aproximó al trabajo del gran sentimental de Doctor Who, Paul Cornell, para tomar ejemplos de cómo debían relacionarse los personajes.

Todo lo cuál conducía hacia el primer gran punto de inflexión de la temporada: el regreso de los Cybermen. En el episodio doble Rise Of The Cybermen / The Age Of Steel se presenta una dimensión alternativa en la que el padre de Rose sigue vivo y esto está facilitando la creación de unos nuevos Cybermen, permitiendo así cambiar la continuidad ya establecida de su creación. La idea de RTD fue hacer una historia similar a la que ya habíamos visto con Pertwee en Inferno, de manera que pudiéramos ver a algunos personajes actuando de una manera completamente distinta a la habitual. El estudio doble sirve para recuperar la TARDIS Dimensional, para profundizar en el desgaste de la relación entre Mickey y Rose y la de esta con el Doctor así como con sus padres. Es casi un estudio de personajes que permite, además, recuperar al segundo gran enemigo del Doctor.

A continuación, para mantener el tono adulto pero ofrecer un estilo distinto, esta vez más cercano a Twilight Zone, llegó el episodio de Mark Gattis The Idiot’s Lantern. Pensado originalmente para tratar de una canción, su ambientación en los años ’50 le permitió finalmente cambiarlo por la aún naciente televisión.

El siguiente colaborador sería Matt Jones con un doble episodio que permitiría una reflexión más moral y un nuevo reflejo del Doctor con su herencia postcolonial. En The Impossible Planet / The Satan Pit, aunque pasaría como en esos viejos relatos de aventuras y se centraría más en una trama pensada para recordar al espectador que junto a la tierra y las estaciones espaciales también se podía viajar a los propios planetas. Además de presentarnos a los Ood.

Love & Monsters es uno de los episodios más controvertidos de la etapa de RTD, se trata de uno de esos episodios con poca presencia del Doctor que suelen usarse para contar una cosa completamente diferente. El problema en este caso es que un tono notablemente cómico y las apariciones de algunos monstruos más grotescos pueden hacer no fijarse en la auténtica naturaleza del capítulo: En Love & Monsters se nos presenta a un chico que conoció de pequeño al Doctor, que quedó tan marcado por ese encuentro que siempre ha estado siguiéndolo, cuya obsesión le llevó a conocer a otros como él, a reunirse con ellos para hablar del Doctor y, pro supuesto, cómo ese conocimiento de gente con intereses comunes acaba creando un sentimiento de comunidad que lleva pronto a otro tipo de conexiones e intimidades. La creación de una sociedad entre esos entusiastas de diferentes procedencias y trasfondos, la evolución de sus relaciones e incluso la aparición del amor es mucho más importante que la —inevitable y casi paródica— aparición del extraterrestre disfrazado de humano de turno. Algo que termina siendo resuelto por el Doctor y coronado por una imagen que puede parecer ridícula pero que es un canto al amor más allá de las apariencias o circunstancias porque el amor no es lo de fuera sino lo de dentro, en una inversión de las ideas Disney habituales.

Así que… Love & Monsters habla sobre el tan traído fenómeno fan de un modo mucho más real y racional, aquí no tenemos a unos fanes obsesionados sino a unos fanes que gracias a esa obsesión aprenden a relacionarse, habla de la sensación de comunidad, sus intrigas, rupturas y expansiones, y de cómo da igual lo que hay detrás de la pantalla porque muchas veces el alma que se derrama, sobre todo en internet, no entiende de si al otro lado de la pantalla hay incluso un perro.

La verdad es que la historia en sí era bastante evidente —el protagonista conoció al Doctor de niño, luego el Doctor desapareció, él ha estado obsesionado pero al resto parece que le da un poco igual, hasta que gracias a internet conoce a otro… ¡sólo les faltó ponerle neones!— pero parece que la existencia del humor o las decisiones de un estilo deliberadamente grotesco interrumpieron algunas otras consideraciones.

Y si esta se había llevado palos la siguiente, Fear Her, sigue aún siendo el blanco de las críticas por el más que evidente aprovechamiento de un suceso concreto —los Juegos Olímpicos de Londres 2012— para un episodio casi-embotellado que permitiera reducir el presupuesto y así tener para, por ejemplo, el bicho del episodio doble anterior. En realidad Matthew Graham, guionista del capítulo, quiso en todo momento realizar una pequeña pieza que uniera el sensacionalismo de la desaparición de niños con una aproximación más cercana a la de una historia de terror dependiente de las actuaciones más que de los efectos especiales. Pero, sobre todo, estaba previsto para producirse con facilidad como historia de relleno en caso de que alguna otra historia se cayera. Que es lo que paso con The 1920s de Stephen Fry, su excesivo precio y el apretado calendario de Fry acabaron dejándolo indefinidamente suspendido.

Pero lo más importante es que había logrado el dinero suficiente y algo de tiempo para rodar el gran final de temporada con el adiós a Rose y desarrollar hasta sus últimas consecuencias el concepto de Torchwood para poder terminar de darle la salida a su serie spin-off y para hacer todo esto usaron una confrontación entre realidades y monstruos ofreciendo por primera vez, tras muchos años de intentonas frustradas, un enfrentamiento entre los Daleks y los Cybermen con el Doctor en medio.

Sería Army Of Ghosts / Doomsday la que ofreciera un conjunto tan espectacular permitiendo explicar la salida de Rose de la serie. RTD había dado un tono de historia de amor a esta relación —y aquí podríamos discutir si era algo realmente necesario— y no quería matarla, al fin y al cabo estaba empezando a convertirse en una Mary Sue del productor y guionista pero había servido para enlazar las dos temporadas. De manera que decidió abrazar el Mary Sueismo en un final que la dejaba lejos del alcance del Doctor pero dándole un final razonablemente feliz.

Concluida la temporada quedaba aún encontrar un nuevo acompañante y realizar un especial navideño. Queriendo jugar con las expectativas sobre los acompañante, RTD colocó The Runaway Bride, el episodio desgajado, readaptado para que la presencia de Catherine Tate como Donna Noble. La reacción fue entusiasta, pero no era ella la sustituta. En realidad, de todo este episodio lo que quedaría para la tercera temporada de RTD fueron las menciones a un Mr. Saxon que ya se habían dejado caer en Love & Monsters.

Para el lanzamiento de esa nueva temporada, Smith And Jones, decide contar una historia de un hospital enviado al espacio, un cuerpo policial bastante brutal a la par que extraterrestre y una historia cercana al misterio policíaco. Y, de paso, presentar a Freema Agyeman como la doctora —o al menos estudiante de medicina— Martha Jones. Su intención no era —al menos no solo— continuar con la integración multiracial al incluir a la primera acompañante de raza negra de larga duración, aunque sí que era una de las ideas buscadas. También estaba oponer un personaje instruido y más cauto y reflexivo tras haber tenido durante dos años a Rose Tyler. De nuevo la historia familiar de la chica sería importante, aunque no tanto como con la anterior ya que Martha tendría una familia bastante más extensa.

El primer capítulo en el que las diferencias raciales quedan expuestas es, precisamente, el siguiente, The Shakespeare Code, una de esas piezas históricas con famoso que tanto le gustaban a RTD guionizada esta vez por Gareth Roberts, y en el que la posibilidad de viajar al pasado, a la inglaterra isabelina, hace que los protagonistas tengan este intercambio:




Martha Jones: ¿Estaré bien? ¿No voy a ser apresada como esclava o algo?

Doctor: ¿Por qué piensas si quiera en ello?

Martha Jones: Bueno… no soy exactamente blanca, en caso de que no te hayas dado cuenta…

Doctor: Bueno… Yo no soy exactamente humano. Simplemente compórtate como si fueras el dueño del lugar, eso siempre me funciona.






No es el único momento en el capítulo, se no muestra la variedad de gentes de la época, se habla de obras de Shakespeare o de los actores masculinos disfrazados de mujeres… La duda es si trata de idealizar la época o si realmente no son conscientes de ese racismo antiguo. Quizá el giro de la trama en el que Martha es tomada por bruja pudiera no estar influido por la raza pero sin duda lo parece.

El problema general aquí es que el Doctor se muestra ciego completamente al hecho de que él puede ser un extraterrestre, pero no sólo no lo parece sino que, además, es completamente blanco. No entremos ya en que es hombre. De manera que da por hecho una serie de cosas sin atender a que quizá si fuera de otra manera no lo tendría tan fácil. Sin contar con que sus visitas a momentos históricos del futuro y el pasado tienden a centrarse en esas civilizaciones de otros hombres blancos, pero ahí ya entraríamos en el terrenos de la elección de tramas. Al fin y al cabo con Hartnell y las decisiones educativas sí que hubo una mayor variedad.

Esa ceguera ante los problemas ajenos deja una oportunidad perdida de que el Doctor confronte el racismo, aunque quizá la idea del equipo de producción era que convertir a Martha en la Dark Lady de los poemas de Shakespeare y el episodio de la bruja era ya suficiente.

Para la siguiente aventura, Gridlock, siguen el esquema de viajar por contraste, del pasado vamos al futuro, a la New Earth de nuevo, para facilitar la sensación de continuidad entre los espectadores. Además de esto servía como homenaje a la ciencia ficción futurista y distópica que 2000 AD solía servir a sus lectores, con especial atención hacia las megacities de Juez Dredd y algún personaje del Halo Jones, entre otras. De paso aprovechaba para que no fuera solo la continuidad moderna y recuperaba a los Macra directamente desde la etapa Troughton. Y, finalmente el Rostro de Boe aparece una última vez para revelar su secreto al Doctor: No estás solo.

Sin embargo la investigación de estas palabras queda interrumpida cuando un viaje al Nueva York de la depresión les lleva a encontrarse con hombres cerdo que resultan estar al servicio de los Daleks. Quizá por variar de raza dominada, que no todo van a ser Ogrons. Daleks In Manhattan / Evolution Of The Daleks servía también para responder a los fans que desde Estados Unidos estaban recuperando el gusto por la serie. Como ya había sucedido en el pasado, la base estadounidense de seguidores era amplia y bien organizada por lo que las ocasionales referencias a su pasado servían como guiño amable ante un mercado con amplias posibilidades para hacer negocio.

The Lazarus Experiment aprovechaba la familia de Martha para entrar en una historia de ciencia ficción y científicos locos, una idea más clásica guionizada por Stephen Greenhorn y que permitía a Mark Gattis trabajar como actor en lugar de guionista. Greenhorn y Davies decidieron que tenía que ser un científico loco al estilo Marvel con el Doctor Octopus y el Duende Verde como prncipales referentes modernos, también los villanos clásicos —como los doctores Jekyll y Delambre— , y, por supuesto, tratando de no coincidir con el entonces cercano estreno de Spider-Man 3. Ya puestos a ello, se incrementa la cantidad de referencias a Mr. Harold Saxon.

Chris Chibnall, que había estado trabajando en Torchwood, tuvo su primera oportunidad de escribir un guión con 42 y lo que decidió fue hacer un murder mystery, una historia de localización aislada en la que alguien está matando al resto de habitantes, algo que el Doctor había hecho antes y que a RTD parecía gustarle. El episodio en sí es correcto, pero no logró capturar la atención del público que había logrado que Eurovisión retrasara una semana el capítulo y creara una pequeña brecha en las entregas que RTD pudiera utilizar, así como la noticia de que Martha Jones abandonaría la serie a final de año —aunque RTD se guardara mucho de explicar a dónde tenía pensado mandarla, o por qué— de modo que la aparición de una nueva acompañante parecía inminente. En el momento que Kylie Minogue confirmó que estaría en el ya confirmado siguiente especial navideño —una vez más el especial y la serie había sido renovado sin problemas y con rapidez— las expectativas se dispararon.

El serial —doble— que sí se benefició de esta publicidad fue uno de los proyectos más esperados de Davies, la adaptación de su libro favorito de The New Adventures por parte de su autor, Paul Cornell. Con Human Nature / The Family Of Blood se regresaba a la vena sentimental a la que Cornell era tan aicionado, aunque para eso tuviera que presentarse una poco probable circustancia en la que el Doctor decide disfrazarse de humano y esconder sus recuerdos. Además, la era eduardiana sí que es recogida con un racismo creíble, con Martha teniendo que fingir ser la criada de John Smith. La historia, con los elementos oscuros habituales pero impregnada de sentimientos y situaciones poco habituales para la serie, logró una gran repercusión.

Aunque no sería nada comparada con lo que vendría justo a continuación. Nada menos que el mejor de los episodios de las temporadas revividas, y uno de los mejores de toda la historia del personaje. De nuevo Steven Moffat traía el que se podría considerar plato fuerte de la temporada. Salvo que en esta ocasión era algo más. Mucho más. Algo que convenía no perderse. Ni un parpadeo.

Blink ha sido extensamente elogiado. Suele ser el capítulo que se le pone a la gente para que se enganche a la serie. Y con toda la razón del mundo. Es un capítulo con poca participación directa del Doctor, como pasó en la anterior temporada con Love & Monsters, aprovechando que la trama más personal de Human Nature le iba a tener ocupado. Así que aquí tenemos un cuento de terror, gente desconocida y viajes temporales como los principales motivos, algo que, además, permite usar las características de viajero del tiempo para algo más que cambiar los decorados y, por supuesto, dar un pequeño monónologo y explicar su punto de vista sobre el tiempo…



La gente asume que el Tiempo es una estricta progresión de causa – efecto, pero en realidad desde un punto de vista no lineal y no subjetivo es más como una gran bola de wibbly-wobbly timey-wimey… cosa.


Con este capítulo en la cartera, los aficionados a la serie pudieron multiplicar el número de interesados. —Y si estás leyendo esto y nunca has visto nada de la serie, ya sabes por dónde puedes empezar.— logrando dar un nuevo salto. Algo especialmente útil al entrar en la recta final de la serie. Pues los siguientes tres capítulos bien podrían pasar por una historia unitaria aunque la primera funcione a la vez como historia autoconclusiva y prólogo.

Utopía comienza con el Doctor llegando a gales y la aparición del Capitán Jack Harkness para liar a la TARDIS y mandarles al futuro, uno tan lejano que parece el final del propio Universo, allí conocerían al Professor Yana —magníficamente interpretado por Derek Jacobi— que estaba tratando de facilitar que la gente del planeta pudiera escapar. Pronto se va bien do que hay más que eso en Yana. Y la situación de alguien con lapsos de memoria y una criada hace que el Doctor piense que se trata de una futura encarnación suya, sin embargo la recuperación de memoria hace que las palabras del Rostro de Boe se expliquen, otro Time Lord había escapado de las Time Wars. Las voces de Delgado y Ainley se vuelven a oír en la serie porque estamos de nuevo ante The Master, decidido a regresar a nuestro planeta para seguir con sus malvados planes.

Y de ahí a The Sound Of Drums / Last Of The Time Lords con la revelación de que Mr Harold Saxon no es sino la regeneración —esta vez en la piel del enormeísimo John Simm— del Master quien, a su vez, no duda en utilizar a la familia de Martha de nuevo para sus propósitos. Pero más que eso, el Master está ahora casado, con su mujer, Lucy Saxon, convertida en un punto central. No sólo por su posición en la trama, o por el recuerdo de una relación similar a la de los Condes Scarlioni de City of Death, solo que aquí la perversión y parodia queda multiplicado. En aquella ocasión era un extraterrestre frente a dos Time Lord, el Doctor y Romana; en esta es una inversión en espejo, una deformación que tiene al Doctor y su acompañante humana, una chica obviamente enamorada de él pese a que su mente siga con Rose, en frente tenemos a otro Time Lord cuya presencia tiene subyugada a una chica humana en apariencia tan inteligente y capaz como Martha. Precisamente esto —y la presencia de Jack Harkness— es el revulsivo necesario para que martha decida por cuenta propia abandonar al Doctor. Puede que ella estuviera disfrutándolo y que no había más problemas entre ellos, pero como dueña de su destino ella decide cuándo dejarle, y ese momento es al desbaratar —una vez más— los planes del master.

Un enemigo que se pretendía inesperado —aunque era aún más improbable que las palabras del Rostro de Boe fueran a recuperar por fin a los Time Lords y Gallifrey, mucho menos a algún fan favorite como la Rani— por las veces que RTD había manifestado lo ridículo que le parecía el actor en sus apariciones en los setenta y ochenta. No hablemos ya de Eric Roberts. Lo que, en realidad, significaba que estaba buscando la forma de darle una vuelta al concepto y, de paso, justificar parte de sus acciones con ese sonido de tambores que se escondía en su cabeza.

De nuevo el Doctor terminaba sin acompañante, ya se habían recuperado a los tres grandes enemigos del mismo; Daleks, Cybermen y el Master. La implicación de RTD en múltiples proyectos había supuesto sólo una pequeña caída de calidad, y, además, ahora teníamos Blink. Doctor Who era, de nuevo, la serie a seguir.

Jónatan Sark | 07 de octubre de 2013

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