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el ojo que ve por María José Hernández Lloreda

Se volcarán aquí, cada día 27 de mes, una serie de reflexiones personales —aunque no necesariamente de ideas originales— sobre la mente, la realidad y el conocimiento. La autora es profesora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportaminento de la Facultad de Psicología de la UCM. En LdN también escribe Una aguja en un pajar.

Mentiras

Muchos de los que estáis alejados de la psicología, quizá no hayáis leído la noticia donde se pone al descubierto que un reputado psicólogo social se había inventado los datos de algunas de sus investigaciones, muchas de ellas publicadas en revistas de las más prestigiosas. No es la primera vez que pasa y ocurre en todas las áreas de la ciencia. Por una serie azarosa de circunstancias me vi contestando para una cadena de televisión cómo podía ocurrir eso y, ya que me tuvo durante un tiempo dándole vueltas a todos los aspectos involucrados, me surgieron algunas reflexiones que me parecieron interesantes para esta sección.

Es imposible evitar que en una revista, por muchos controles que tenga y por muy buena que sea, alguien mienta, sobre todo si el que miente es muy inteligente y sabe mucho del área en la que va a cometer el fraude. Como en cualquier ámbito de la vida. La mentira es una herramienta que permite a algunos adaptarse y triunfar en el medio y, por tanto, es difícil pensar que desaparezca este tipo de comportamiento, salvo que dejara de reportar beneficios al que lo practica. Pero la ventaja de la ciencia es que todo resultado importante tiene que ser replicado y tarde o temprano, a veces muy tarde, si la teoría no concuerda con la realidad el engaño acaba por descubrirse y si el engaño concuerda con la realidad (que los datos y sus análisis sean inventados no implica necesariamente que no sea cierta la teoría subyacente), pasará desapercibido pero sus consecuencias no serán importantes.

El problema es que en este caso, según los que han realizado la denuncia, las falsificaciones eran un poco burdas, ni siquiera era un falsificador muy brillante. Si alguien se hubiera tomado un poco de tiempo mirando los datos y análisis estadísticos que presentaba, habría sido detectado. Y ahí quizá tiene cierta influencia el ámbito concreto en el que el autor hacía sus investigaciones: la psicología social; es cierto que podría haber sido cualquier otra área dentro del de las ciencias sociales e incluso en algunas áreas de las experimentales; en todos los ámbitos donde la experimentación es complicada y donde los resultados se analizan mediante técnicas estadísticas. A mí me ha venido muy bien para convencer un poco más a mis alumnos de por qué si quieren ser buenos psicólogos tienen que estudiar estadística, porque justamente ahí es donde pueden tomarles el pelo. Es como si un físico no supiese matemáticas y todas las explicaciones de los modelos las hicieran en lenguaje descriptivo. La estadística “no miente” pero es muy fácil engañar con ella al ojo poco avezado y la mayoría de los psicólogos no tienen mucho interés en ella.

Aún así, son demasiadas publicaciones y demasiados años los que este investigador llevaba engañando, así que me produjo curiosidad saber qué publicaba. Entre sus artículos más conocidos está el que “demuestra” una correlación entre la ingesta de carne y la agresividad y, como siempre, la interpretación directa a que llega a la mayoría es que si comes carne te vuelves más agresivo. Son investigaciones que gustan a la gente, que van en la dirección de lo que en esta época tiene éxito. Por eso a nadie le pareció que pudiera ser falso.

Y sobre esto es sobre lo que quería reflexionar aquí. Cuando una información tiene que ver con nuestro sistema de creencias o con nuestras ideas sobre el mundo o sobre el hombre, la asumimos de forma acrítica, sin el más mínimo resquicio de duda sobre lo que nos presenta, aunque no resista mucho un análisis lógico. Pero si una idea no nos gusta, somos capaces de encontrar resquicios donde no los hay. Si el resultado de su investigación hubiera sido que existe una relación entre ser vegetariano y la agresividad, probablemente las voces de los vegetarianos se habrían alzado y en poco tiempo se habrían realizado investigaciones intentado demostrar lo contrario. Así que no hay mejor camino para desmantelar una mentira que el que exista alguien a quién le moleste lo suficiente, por el motivo que sea, para que se ponga a la tarea.

La única ventaja es que en este caso las consecuencias de los resultados no son muy relevantes para la población (no como ha ocurrido otras veces) como de forma muy irónica señala Hank Campbell:

“Dios, espero que su estudio en el que afirmaba que cuidamos más las formas si hay un vaso de vino en la mesa durante la cena no esté en la lista de los cuestionados. He cambiado completamente mi vida basándome en él.”
_______________
En el original:
“Gosh, I hope his study claiming that we use better manners if a wine glass is on the dinner table isn’t on the questionable list. I changed my whole life based on that one.

María José Hernández Lloreda | 27 de noviembre de 2011

Comentarios

  1. Katie Haller
    2011-12-05 01:22

    Yo no había oído hablar de este psicólogo mentir, y por consiguiente, su entrada fue muy interesante para leer.

    Creo que su punto sobre creer lo que queremos creer es muy cierto. Normalmente la gente no desafiar las ideas que están de acuerdo con sus propias opiniones, pero las personas no se sienten inclinados a creer en cosas que van en contra de sus ideales. Para mí, cuando alguien dice algo con lo que estoy de acuerdo, no analizo la declaración; sin embargo, si alguien dice algo que no me gusta, normalmente busco los defectos lógicos en la declaración. Al parecer, no es sólo yo, ya que otras personas y los expertos en psicología hacen eso también.

    Estoy de acuerdo con usted que si los resultados falso del psicólogo (como el sobre la carne y la agresión) no hubiera coincido con las tendencias actuales (como la tendencia hacia el vegetarianismo), habría sido más fácil notar la falsificación. No obstante, es sorprendente que los expertos no sabían hasta ahora que este psicólogo social estaba escribiendo mentiras. Con el fin de evitar que esto vuelva a suceder en el futuro, todos artículos en las revistas científicas deben ser cuidadosamente revisados por un panel de expertos para verificar los datos.


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