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De lo animal, lo humano y lo divino por José Fco Zamorano Abramson

Psicólogo y músico. Doctorando en comportamiento animal (Etología). Su trabajo se enfoca principalmente en el comportamiento social de los Cetáceos (ballenas y delfines) y otros mamíferos marinos. Tratará aquí, cada día 2, de cuáles son las “pautas que conectan” el comportamiento del ser humano con los demás animales, sustentando la idea de la “interrelación” entre todo lo vivo, a partir de una integración de diversas disciplinas tales como la Etología, la Psicología y la Ecología.

La inteligencia de los pulpos II

“En un futuro no tan lejano los hombres y las mujeres dejaran su cuerpo de mono para convertirse en pulpos virtuales nadando en el mar de silicón”
Terence Mckenna

Los pulpos tienen el cerebro más grande de todos los invertebrados, superando incluso a muchos vertebrados como peces y anfibios. En comparación con otros moluscos su cerebro resulta sorprendente. Así mientras que caracoles o babosas, pueden llegar a tener unas 20.000 neuronas que se organizan en redes muy difusas, el pulpo, en cambio, tiene medio millón de neuronas organizadas en una compleja red masiva en forma de lóbulos, al igual que nuestro propio cerebro. Dos tercios de su sistema nervioso, al igual que el de las aves y los mamíferos, se encuentran situados en el cerebro y el resto está repartido en sus tentáculos, proporción superior con respecto a la que presentan otros cefalópodos tales como las sepias y los calamares. Pero a pesar de estas notables diferencias no hay que perder de vista que los pulpos siguen siendo moluscos invertebrados cuyo cerebro contiene un número menor de células y una organización anatómica más simple que el cerebro de cualquier otro vertebrado. Pese a ello, sus características exclusivas han sido empleadas como modelo para encarar una de las cuestiones más interesantes en neurociencia: el enigma de cómo almacena y recupera recuerdos nuestro cerebro. Por ejemplo una investigación realizada con pulpos por el Dr. Benny Hochner, del Departamento de Neurobiología de la Universidad Hebrea de Jerusalén descubrió la importancia que tienen estas conexiones “sinápticas” en el aprendizaje y la memoria del pulpo. Hochner señala que es interesante destacar que en el cerebro del pulpo, al igual que en el de otros mamíferos y de seres humanos, la memoria de corto y largo plazo también está dividida en dos sistemas separados, cada uno de los cuales se localiza en una región diferente del cerebro, si bien no se sabe del todo cómo se interconectan ambos sistemas. Sin embargo, la organización resulta más sofisticada en el pulpo que en otros animales, puesto que esos sistemas actúan en forma paralela, pero no en forma independiente, aunque aún no se tenga muy claro lo que implica esta diferencia en términos cognitivos.

Por el momento al menos podemos encontrar cuatro características cognitivas fundamentales a la hora de distinguir lo que diferencia a los pulpos del resto de los invertebrados e incluso de otros vertebrados: en primer lugar, también pueden ser zurdos o diestros, es decir su cerebro también tiene un comportamiento de lateralización, lo cual es para muchos un signo de la complejidad del cerebro humano caracterizado porque las estructuras de sus dos lados no son idénticas. Si bien los pulpos con sus ocho tentáculos realmente no pueden ser zurdos o diestros, si que al parecer lo son en la utilización de sus ojos ya que se ha observado que cuando los pulpos se encuentran fuera de sus madrigueras, algunos consistentemente prefieren sentarse con su ojo izquierdo hacia afuera, y otros con su ojo derecho, (sin embargo por el momento aún faltan experimentos que permitan descartar la posibilidad de que los pulpos tal vez no tienen ninguna preferencia al uso de uno u otro ojo y simplemente sea una cuestión de azar). En segundo lugar los cefalópodos y en especial los pulpos pueden generalizar lo que aprenden en un contexto y aplicarlo en otro dominio, es decir podrían tener algo similar al aprendizaje conceptual. En tercer lugar, como plantea la psicobióloga Jeniffer Mather, los pulpos podrían tener un grado de “conciencia” en el sentido de que estos animales pueden combinar sus percepciones no solo con el momento presente sino también utilizando sus recuerdos. Finalmente, en lo que respecta a sus habilidades cognitivas, un descubrimiento reciente ha demostrado que los pulpos son el único invertebrado capaz de usar herramientas, lo cual los coloca en un selecto grupo de animales que poseen esta capacidad tales como los cuervos, los simios, los monos, las nutrias, los delfines y, por supuesto, los humanos. La especie Amphioctopus marginatu de Indonesia fue observada acarreando mitades de cocos para luego convertirlas en refugios. Lo primero que observaron los científicos fue al pulpo quitándole el lodo a unos cocos enterrados, luego su sorpresa llegó cuando este pasó a almacenarlos y posteriormente los transportó (un proceso que requiere que los pulpos caminen de puntillas) para finalmente convertirlos en una tiendas para resguardarse, ya que el efecto que se observó desde el exterior es el de un coco cerrado. Lo sorprendente es no sólo que use cáscaras como refugio sino que las porte para un uso futuro. Así, claramente, mientras el pulpo carga con la cáscara del coco por ahí, no le sirve para nada, como de nada nos sirve una tienda de campaña mientras cargamos con ella. Se vuelve útil cuando montamos el campamento. De la misma manera, la cáscara del coco se convierte en algo útil cuando el pulpo se detiene, gira y se mete en el interior. Esta planificación de futuro otorga un mayor nivel cognitivo al uso de herramientas por parte de los pulpos con sus casas de coco como su tecnología propia. En palabras de la propia investigadora Julia Finn, bióloga del Museum Victoria: “podía ver que el pulpo, ocupado manipulando unos cocos, estaba tramando algo, pero nunca esperé que tomara los cocos y saliera corriendo, fue una imagen muy cómica, nunca me había reído tanto debajo del agua”. También el hecho impresionó a otro de los autores del estudio publicado en Current Biology, el doctor Mark Norman, quién señaló entre otras cosas lo sorprendente que fue verlos excavar una de estas cáscaras, utilizar sus brazos para aflojar el barro para luego girarlas, y ver cómo esos brazos de puro músculo se convertían en rígidas barras permitiéndoles correr casi como una araña de alta velocidad. Mejor véanlo ustedes mismos a ver que les parece:

Si esto no les sorprendió tanto como a mí, reto a su capacidad de asombro con otras sorprendentes capacidades. Finalizaré contándoles uno de los aspectos más alucinantes tanto de los pulpos como de las sepias y los calamares: su sistema de comunicación basado en la extraordinaria habilidad de controlar el pigmento de su piel. Gracias a esta capacidad, estos animales logran enviar mensajes a sus congéneres por medio del color del fondo de su cuerpo, de lunares de colores muy vivos y llamativos así cómo también a través de manchones de su piel. Esta habilidad es posible gracias a que en los cefalópodos el cerebro se conecta en forma directa con unos músculos especiales que les permiten cambiar de color en una fracción de segundo mediante la relajación o contracción de los cromatóforos, unas células de la superficie de la piel que están llenas de pigmentos de color rojo, amarillo y negro, lo que les permite pasar de la expansión a una fuerte contracción en milisegundos. Para mejorar la comunicación, los cefalópodos también pueden cambiar la textura de su piel acentuando o atenuando las protuberancias de aspecto verrugoso que la cubren. Combinando todos estos mecanismos algunos calamares y sepias pueden crear dramáticos patrones alterando los colores del cuerpo entero o bien sólo de partes del mismo. En algunas especies, se han catalogado 31 variaciones que afectan a todo el cuerpo y se ha calculado un repertorio potencial de 300 diseños en los que se combinan variaciones de color de todo el cuerpo o sólo de algunas partes, de la textura de la piel y de posturas corporales. Estos despliegues se utilizan principalmente en el cortejo sexual pero también, como vemos en las siguientes imágenes, esta habilidad es utilizada gran parte del tiempo para camuflarse en forma impresionante con su entorno.




Dada la complejidad de este sistema ¡incluso algunos científicos se atreven a sugerir que los patrones cromáticos de cuerpo entero actuarían a modo de nombres y verbos, y las pequeñas manchas y dibujos como adjetivos y adverbios! En este sentido la postura y el movimiento corporal, además, podrían ayudar a establecer el contexto de lo que se comunica. Por ejemplo, una sepia puede destacar una banda en un lado de su cuerpo, y al mismo tiempo, remarcar una cejas doradas por encima de los ojos, y levantar los brazos, de manera tal que quizás el significado de la banda haya sido modificado por las cejas doradas y el brazo levantado, de modo que representen algo más complicado o incluso diferente de lo que la banda signifique por sí sola. Para poder investigar con más profundidad la comunicación visual de los cefalópodos Mather y otros investigadores están intentando aprender y comunicarse en la propia “lengua” de estos animales, por ejemplo, imitando las claves visuales con modelos artificiales de colores.


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Al ver estas imágenes no es de extrañar que el famoso etnobótanico Terence Mckenna, uno de los gurús del movimiento psicodélico, viera en el pulpo a la especie sobre la cual se iba a modelar la realidad humana en el futuro (pensaba que tal como ocurrió en la era industrial con el caballo, la era virtual que se avecinaba sería influida principalmente por este cefalópodo). Según él los cefalópodos, dada su capacidad de cambiar el color y la textura de su piel, “visten su mente”, de manera tal que el pulpo y las sepias podrían experimentar un pensamiento privado solamente cuando desprenden una cortina de tinta en el agua en la que pueden resguardarse brevemente y esconder su desnudez mental de sus seguidores. Mckeenna no estuvo muy lejos de la realidad debido a que en las sepias y calamares sí que podría decirse que tienen una mente distribuida en su cuerpo ya que más de la mitad de sus 500 millones de neuronas está en sus tentáculos, (y en los pulpos un tercio). Según Mckenna este hecho es una especie de ventana biológica intrínseca al potencial del lenguaje que posiblemente los humanos podamos imitar en el futuro, creando así una sintaxis visual que sería el equivalente humano a la danza de luz, textura y postura corporal que constituye la gramática de los calamares y los pulpos. Así aspiraremos a lograr la piel caleidoscópica del pulpo, con trajes mutantes de colores cambiantes (algo así como los trajes de la película basada en la novela de Philip K. Dick “una mirada a la oscuridad” o en inglés “a Scanner darkly”).





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Se cumpla o no esta predicción, deseo o si gustan “ciencia ficción”, no hay que ser necesariamente un científico psicotrópico como Mckenna para inspirarse y ahondar en la inteligencia y en la belleza y aparente complejidad de la comunicación de los cefalópodos. Si efectivamente estos ya están siendo modelos para estudiar nuestro propio cerebro y cognición entonces las aplicaciones de esta mente inteligente almacenada y distribuida en un cuerpo invertebrado y marino aún de seguro continuará dándonos sorpresas y aplicaciones relevantes mucho más allá de un oráculo basado en meras supersticiones.

José Fco Zamorano Abramson | 02 de diciembre de 2010

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